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Carlos Hernández: "Jamás escucharemos a políticos del partido de Merkel o de Macron, frases como las que pronuncian aquí políticos del PP"
Viernes, 19 de octubre de 2018
Imgen de un grupo de prisioneros soviéticos en el campo de concentración de Mauthausen.
Durante estos días el PP ha vuelto a generar la polémica con la visión interesada de la historia reciente de nuestro país. Esta vez, la controversia se produjo por la abstención del PP en el Ayuntamiento de Gijón para rendir un homenaje a las víctimas de Mauthausen. A juicio del concejal popular en este consistorio asturiano, Manuel del Castillo, de “nada sirve levantar historias que ya pasaron y que no interesan nada a nuestra generación y menos a las de nuestros hijos”. Sorprende que una vez más desde el Partido Popular miren hacia otro lado cuando se trata de hablar de represaliados del franquismo, del nazismo o como en este caso, de ambos, tal y como nos ha explicado el periodista y autor de Los últimos españoles de Mauthausen, Carlos Hernández.
Pregunta (P): Carlos, ¿qué fue Mauthausen?
Respuesta (R): Mauthausen fue uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad, junto con el resto de los campos de concentración nazis. Eran lugares donde se buscaban exterminar a seres humanos, aunque en este caso no directamente mediante cámaras gas, aunque también las hubo en Mauthausen, si no mediante la explotación laboral. Las personas que fueron a parar allí, además de ser humillados, maltratados y desposeídos de su propio nombre, ya que pasaban a ser identificados por su número de prisionero; se les ponía inmediatamente a trabajar en una cantera de granito que estaba al lado del campo de concentración. De hecho, por eso se crea este campo allí.
Los alemanes tenían muy claro que los querían exterminar mediante el trabajo, de hecho, en sus propios documentos de contabilidad aparecen reflejados las estimaciones de cálculo de vida de no más de seis meses. Esto es, ellos mismos sabían que con la poca alimentación que les proporcionaban junto a los malos tratos y los trabajos esclavos, no iban a sobrevivir más de medio año. Eran tan fríos y su trato era tan vejatorio, que en sus propios documentos aparece computada la esperanza de vida de estas personas.
P: Para contextualizar, ¿quiénes fueron los españoles que estuvieron en Mauthausen y por qué con ellos no se respetó la convención de Ginebra? Además, también nos gustaría que nos explicases la relevancia que tuvo el llamado ‘Convoy 927’
R: Básicamente hay tres caminos que llevan a los españoles a Mauthausen y a otros campos de concentración. El primero de los grupos fue el de los españoles que estaban en el exilio francés, es decir, aquellos que o bien habían combatido contra franco o los que pertenecían a familias republicanas que escaparon de España por las posibles represalias cuando se produjo la ocupación de Cataluña en febrero de 1939. Se instalaban en campos de concentración que habían construido las autoridades democráticas francesas, ya que estamos hablando de antes del inicio de la II Guerra Mundial. Estos exiliados, en torno a medio millón, que cruzaron la frontera eran encerrados en estos emplazamientos, donde no había asesinatos ni cámaras de gas, pero que recuerdan muchísimo a los campos de refugiados actuales. Tenemos documentados más de 14.000 españoles que se murieron de hambre o de frío en estos campos de concentración franceses. De aquí salieron todos los españoles que fueron a parar a los campos de exterminio nazis. La primera vía, está compuesta por españoles en edad de combatir que se enrolaron en las filas del ejército francés durante la II Guerra Mundial, en las conocidas como ‘compañías de trabajadores españoles’. Eran unas unidades de segunda que se dedicaban a los trabajos duros, pero no a combatir.
Cuando se produjo la invasión alemana sobre Francia, entre los meses de mayo y junio de 1940, estos soldados fueron capturados por los nazis, junto con los de otras nacionalidades, y traslados a campos para prisioneros de guerra. En estos lugares, se respetó la Convención de Ginebra y estaban relativamente bien tratados. Eran encerrados, hubo abusos, pero no les obligaban a realizar trabajos esclavos y estaban bien alimentados, además de vigilados por la Cruz Roja. Es decir, se cumplía la legislación internacional de prisioneros de guerra. Pero en septiembre de 1940 se produjo un encuentro de especial relevancia para el futuro de los prisioneros españoles, que fue el de Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y ministro de la gobernación, además de hombre fuerte del Régimen y filonazi, con las máximas autoridades del nazismo. El mismo día de su marcha de Berlín, el 24 de septiembre de 1940, sale una orden desde la oficina de seguridad del Reich a todas las oficinas de la Gestapo en Europa, para que los españoles que estaban en los campos para prisioneros de guerra fueran trasladados a Mauthausen. Obviamente es en esta reunión de Serrano Suñer con Hitler donde se decidió que los españoles tenían que ser exterminados. En cualquier caso, Franco nunca fue un observador pasivo de estos hechos, si no que fue el que dio la orden para que el régimen nazi terminase con la vida de los soldados españoles.
La segunda vía para llegar a Mauthausen, es la del conocido como ‘Convoy 927’. En él viajaron en condiciones infrahumanas, durante tres días, los exiliados de la Guerra Civil en Angouleme. Estaba compuesto de civiles que no habían participado en la guerra. Al llegar a Mauthausen, se había producido un extraño error de organización, ya que nunca habían llegado mujeres y niños. De este modo, solo se bajaron de aquel tren los varones mayores de 14 años. El resto, mujeres y niños, fueron entregados a las autoridades franquistas en España. Evidentemente, todo el movimiento del convoy fue consensuado con el régimen franquista.Willy Toledo sobre Vox: "El fascismo sólo se combate a hostias"
El tercer camino de llegada a Mauthausen es el que forman los miembros de la resistencia, aquellos que no fueron capturados durante la invasión francesa de 1940, pero que inmediatamente empiezan a formar grupos de guerrilleros. De estos, aproximadamente un grupo de 2000, que no habían sido ni capturados ni asesinados, terminan siendo deportados a varios campos de concentración, entre ellos Mauthausen. En total, la cifra de españoles que pasaron por los campos nazis es de 9300, de los que 5500 murieron. La mayoría de las defunciones fueron una mezcla de la hambruna, el trabajo esclavo y la falta de atención sanitaria. Aunque también hubo muchos que fallecieron en cámaras de gas o de otras formas atroces.
P: Ya para terminar, ¿podemos afirmar que los españoles que estuvieron en Mauthausen también fueron represaliados del régimen de Franco?
R: Sin duda. Fueron víctimas del franquismo, aunque no figuren en los libros de historia como tal. A partir de la caída de Hitler, el régimen franquista comenzó un proceso de lavado de imagen por su propia supervivencia, ya que no quería que se identificara a su gobierno con los crímenes del fascismo alemán. Pero, aunque en aquel momento pudo maquillarlo, ahora es injustificable que Franco enviase a 50000 españoles como voluntarios para luchar bajo la bandera de la Esvástica para destruir Europa, si no eras su aliado. Por suerte, pese a toda la destrucción de documentos que relacionan al régimen de Franco con Hitler, especialmente en la época de Serrano Suñer, todavía se conservan documentos tanto en España como en Alemania que han permitido descubrir la alianza entre los dos dictadores.
Por lo tanto, las frases que se han escuchado en el pleno del Ayuntamiento de Gijón reflejan la complicidad con todos estos crímenes. El negacionismo es justamente la última fase del holocausto. En cualquier país europeo, excepto en España, la derecha es antifascista. Jamás escucharemos a políticos del partido de Merkel o de Macron, frases como las que pronuncian aquí políticos del Partido Popular. Lo que se ha dicho en el Ayuntamiento de Gijón, en Alemania, podría ser constitutivo de delito.
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