dimarts, 15 de juliol del 2025

'Punto Ciego': el viaje fotográfico de Santi Donaire a las fosas del franquismo en Paterna

 https://www.eldiario.es/comunitat-valenciana/punto-ciego-viaje-fotografico-santi-donaire-fosas-franquismo-paterna_1_12452412.html

Andrea Moreno Martín

València —
10 de julio de 2025 22:30 h

Exhumación en el Cementerio de Paterna a cargo de la Asociación Científica Arqueo-Antro.

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Desde hace cuatro meses, Santi Donaire, fotógrafo documental y periodista jienense, se ha embarcado en un periplo por distintos lugares y países para presentar su ópera prima en el mundo del fotolibro: Punto Ciego (Editorial Phree, 2025). La publicación recoge su trabajo documental durante ocho años en las exhumaciones de las fosas comunes del franquismo en Paterna (Valencia). Un proyecto fotográfico y memorialístico que fue galardonado 2023 por la Fundación Gabriel García Márquez con el prestigioso premio GABO, como mejor proyecto de fotoperiodismo en lengua española y portuguesa.

Nada en Punto Ciego se ha dejado al azar. El editor, Juan Valbuena, y el equipo de diseño de Underbau han madurado y concebido un formato, unos materiales y un tipo de impresión que dotan a la publicación de un sentido estético sublime, sin banalizar ni edulcorar un ápice la dureza y lo traumático de lo que se narra: un viaje fotográfico a las memorias silenciadas y a los duelos negados.

Incluso el diseño de la encuadernación —una tapa dura con sobrecubierta de tela—, nos permite intervenir y revelar un rostro en la portada (Miguel Liern Minguel: albañil afiliado a la UGT, natural de Paterna, asesinado el 8 de diciembre de 1939 a los 45 de años y lanzado a la fosa 112 de Paterna); en una metáfora perfecta de la exhumación como proceso de localización, identificación y retorno al presente de la persona represaliada. Textos del propio Donaire y un prólogo de David Uclés culminan el que, esta misma semana, ha sido premiado en PhotoEspaña como el mejor libro de fotografía de 2025, en la categoría de Primera Publicación.

Sin embargo, el viaje de Santi Donaire empezó antes, en 2018, cuando los profesionales de la comunicación y el audiovisual apenas eran una rara avis en las rutinas del cementerio de Paterna. Y, desde entonces, Donaire ha sido —junto con su compañero, el fotógrafo Eloy Ariza— los ojos y los oídos de Paterna. Pero Ariza y Donaire no han sido fotógrafos esporádicos, ni vinieron de visita a ese gran photocall que a veces parecían las fosas de Paterna. Sino que participaron activamente en los procesos de exhumación año a año y a pie de fosa; siendo, así —me atrevería a decir—, “los fotógrafos de Paterna”.

No es habitual que profesionales de la fotografía y el audiovisual formen parte de los equipos arqueo-antropológicos

Mirando a los ojos, preguntando, escuchando, callando, enfocaban sus cámaras y tomaban sus imágenes, sin invadir espacios ni lugares, convirtiéndose en los documentalistas de la Asociación Científica ArqueoAntro (el equipo técnico que más fosas ha excavado en el cementerio de Paterna: 70 de las 82 intervenidas, recuperando 1.088 víctimas). Un hecho poco frecuente, pues no es habitual que profesionales de la fotografía y el audiovisual formen parte de los equipos arqueo-antropológicos. No porque no hagan falta —bienvenidos sean— sino, principalmente, porque el presupuesto en una exhumación apenas suele alcanzar para cubrir los gastos arqueológicos y antropológicos más básicos.


En El Terrer de Paterna, la dictadura fusiló a, al menos, 2237 personas entre 1939 y 1956.

Así, durante años y con la paciencia de un etnógrafo de campo, Santi Donaire no sólo ha documentado el proceso científico de exhumación en todas sus fases dentro y fuera de las fosas (localización, exhumación, identificación, entrega y re-inhumación). También ha contribuido a hilvanar las memorias de las personas represaliadas a través de la voz y los silencios de sus familiares, de los objetos que conservan y de las ausencias, incorporando también la mirada científica de la arqueología forense. No hay duda de que el fotoperiodista andaluz ha entendido perfectamente que El Terrer y el cementerio de Paterna son, a la vez, espacios de perpetración de crímenes de lesa humanidad y espacios de luchas y memorias en plural.

Cuando casi nadie fotografiaba los objetos exhumados en Paterna, Donaire y Ariza ya lo hacían, con precisión forense y conscientes de que esas materialidades son las pruebas irrefutables de los asesinatos que el Estado franquista perpetró en Paterna entre 1939 y 1956. Su corpus gráfico de la cultura material de las fosas de Paterna es una colección única y pionera para el estudio de la represión franquista. No solo cuantitativamente sino también cualitativamente, pues por su calidad técnica, detalle y sistematicidad ha devenido en un excepcional archivo digital que documenta, informa y preserva este singular patrimonio del trauma y la represión.

Materiales exhumados de las fosas comunes del cementerio municipal de Paterna.

Su trabajo también se ha centrado en las personas que pivotan en torno a una fosa y a una exhumación. Además de al equipo científico-técnico, Donaire ha retratado y entrevistado a los familiares de las personas represaliadas. A él le han susurrado y compartido sus secretos familiares más íntimos, le han explicado cómo la añoranza de la persona desaparecida se aferra al pecho y no se suelta de las entrañas por más que se llore y por más que pasen los años, las décadas.

Donaire ha escuchado cómo se narra el trauma, el miedo, el duelo y la herida no cerrada; cómo con activismo, militancia y, también, con mucho amor se gestan las luchas que hacen posible lo que parecía imposible. Pero más que en confesor, se convirtió en el intermediario en la transmisión de esas memorias y de esas reivindicaciones. Y como a un oráculo —en ese lugar sagrado que es Paterna—, las familias le pedían las respuestas que sus consultas y sus reclamaciones no obtenían ni del Estado, ni de las administraciones ni del grueso de la sociedad española. Algunas de ellas aún siguen sin tenerlas…

En suma, su trabajo documental también contribuye a que los equipos de investigación podamos hacer arqueología y antropología a través no sólo de los documentos escritos, del registro estratigráfico y los huesos, sino también a través de los objetos recuperados, de sus imágenes y de las voces de las familias que ha registrado. Porque, a través de sus fotografías y sus entrevistas, Santi Donaire ha conseguido una antropología visual que contribuye a descifrar códigos, lenguajes y simbolismos que sólo a los que miran, preguntan y acompañan con verdad, humanidad y compromiso, le son revelados. Y él, como el albacea de las herencias más íntimas, ha sabido convertir esas memorias personales desenterradas en los hilvanes de la memoria pública que se ha de coser después.

Santi Donaire ha conseguido una antropología visual que contribuye a descifrar códigos, lenguajes y simbolismos que sólo a los que miran, preguntan y acompañan con verdad, humanidad y compromiso, le son revelados

Si algo caracteriza el proyecto fotodocumental de Punto Ciego y su publicación es el rigor, la ética y la humanidad de quien lo firma. Donaire, que ha colaborado con medios como The New York TimesLe Magazine du Monde, elDiario.es, Diari Ara o El País, y que ha publicado sus fotografías en TIMEThe TelegraphLos Angeles Times o National Geographic, disecciona la sociedad actual a través de sus imágenes, que plasma con precisión, rigurosidad y sensibilidad. Su compromiso gráfico claramente se focaliza en denunciar las vulneraciones de derechos humanos.

En Punto Ciego ha examinado de manera magistral cómo el trauma que acompaña a la sociedad española no puede entenderse sin dar voz y reparar a las personas represaliadas. Y, por supuesto, señalando la responsabilidad del Estado franquista como perpetrador de la represión y constructor de “la memoria de la victoria”, que aún resuena en el presente.

Pero Punto Ciego no es simplemente un libro de fotografías a modo de un libro-arte; nos invita a mirar de otra manera. Es una oportunidad para conversar, reflexionar y permitirnos ser testigos de un país que reconstruyó y sustentó su democracia haciendo tabula rasa con su pasado más reciente. Una España donde, en dictadura y también en democracia, las memorias y los relatos del antifranquismo han sido silenciados, argumentando que el olvido y la ocultación eran medidas profilácticas necesarias para la convivencia y la reconstrucción del Estado. Y, así, lo que tendría que haber sido un tema público, digerido a través del análisis científico, la conversación entre generaciones y asumido como cuestión de Estado (verdad, justicia y reparación), devino tabú y trauma.

Mujer sentada a pie de la fosa 22 de Paterna.

En 2025, tras décadas de silencio, indiferencia y desmemoria, el Estado y la sociedad española sufrimos afasia —un claro trastorno de la capacidad del habla—y cierta aversión hacia cualquier tema relacionado con el franquismo. Esa falta de conversación y la ceguera se han vuelto crónicas y han desarrollado tanto el prejuicio como la sacralización del pasado a través de narrativas disonantes, que se utilizan como arma arrojadiza.

La única manera de preservar la memoria es transmitiéndola

Quizás el mejor tratamiento para esta patología tan nuestra sea entender que el pasado no se debe abordar cuál mero fósil o vestigio pretérito. Y que las memorias no se pueden (ni deben) conservar como un legado inerte y pasivo. Bien al contrario, la memoria es un patrimonio vivo que no podemos fosilizar en algo exclusivo del pasado. Pues la memoria se construye —la construimos— tomando ese pasado, pero desde el presente con un claro compromiso con el futuro. Por eso, la única manera de preservar la memoria es transmitiéndola. Debe pasar de generación en generación contándola, narrándola, proyectándola, dibujándola, cantándola, fotografiándola… para propiciar el diálogo intra e intergeneracional, y contribuir a la consolidación de un acervo político y cívico en pro de una memoria democrática, pública y crítica.

Esa es una de las contribuciones más clarificadoras del trabajo de Santi Donaire. Punto Ciego nos lega en 112 páginas, 108 fotografías y 3788 palabras, un relato visual y narrativo profundo, meditado y comprometido. Nos habla del pasado reciente desde nuestro presente más vivo y nos deja un poderoso legado para el futuro: la explicación de que las exhumaciones científicas son procesos forenses que documentan de manera incontestable la violencia masiva, sistemática y premeditada del terrorismo de Estado franquista contra cualquier tipo de disidencia y contra las personas que perdieron la guerra. También, una certeza esperanzadora: el relato de las víctimas y las narrativas de muchas memorias y luchas disidentes, a pesar de la represión y del silencio impuesto, han perdurado. Y una vez verbalizadas, compartidas y hechas públicas en el presente, han llegado para quedarse.