dijous, 2 d’agost del 2018

Esta sí es la tumba del fascismo.

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miércoles, 1 de agosto de 2018



Fotografía aérea del iglesario de Saa. Todavía estaba en pie la casa rectoral, y ya se ven nichos construidos en el atrio.

El otro día, durante la comida pantagruélica en una casa de Castroncelos, con motivo de la celebración de la fiesta parroquial, mantuvimos un debate interesante con un escritor y ex político gallego. Este hombre nos decía que los científicos no tenemos en cuenta la tradición oral, lo cual es un error porque de los desaparecidos en las cunetas no existe ningún tipo de documentación. Obviamente le dimos parte de razón por la primera cuestión, mientras que por la segunda le tuvimos que explicar que sí existen papeles en muchos casos, gracias a la justicia al revéspracticada por los sublevados. El caso de O'Inverno es paradigmático en este sentido.
Gracias a Alejandro, excelente historiador, contamos con páginas y páginas que relatan pormenorizadamente lo que pasó en Saa aquel 6 de agosto de 1936, día caluroso, en el que las familias campesinas apuraban los trabajos de siega y maja de cereal. El juez instructor Mariano P.. Hickmann, capitán de Caballería en la plaza de Lugo, fue el encargado de hacer un seguimiento oficial del asesinato de Jesús Casas. Para ello solicitó el testimonio de dos vecinos, Eugenio Parada y Celestino Dacal, las dos personas que descubrieron el cadáver de O'Inverno en el camino de Pousa al alto de Santa Lucía.
Cuñado de O Inverno, también asesinado por los falangistas.
O'Inverno estaba tirado de bruces en el camino, con la cabeza ladeada hacia el oeste. Vestía un pantalón de lanilla gris, camisa oscura y zapatos de color, y una chaqueta vieja de pana tirada al lado. Eugenio Parada testificó que a las cuatro, seis individuos con distintivo de Falange Española y que decían venir de Sarria, le solicitaron les enseñase el camino a la aldea de Covadelas. Con él y con Secundino Dacal llegaron a la entrada de este lugar, en donde encontraron al difunto, que iba con un carro de centeno con el vecino de la misma, llamado José de Maceda. Ahí comenzó el via crucis de O'Inverno, tal como relata la tradición oral. Tras la autopsia el cuerpo quedó depositado en el cementerio de Saa. Al día siguiente llegó la viuda con dos hijas pequeñas. El cuñado compró una caja de madera para el entierro de O'Inverno. Al poco los falangistas lo sacaron de su casa y también lo pasearon. Evidentemente la investigación oficial no llegó a ningún sitio. Los requerimientos hechos a la Falange de Sarria cayeron en saco roto. En los partes diarios no había mención alguna a esa operación, si bien estaban autorizados por la comandancia de la Guardia Civil para detener a ese marxista extremista y violento  tan pronto se presentase ocasión. El 15 de enero de 1937 se decretaba el sobreseimiento provisional de la causa.


O'Inverno estaba afiliado a la CNT. Volvió de Cuba con ideas progresistas y estaba especialmente dotado para la oratoria. Con la victoria del Frente Popular destacó por los mítines que daba por tierras de O Incio y por oponerse a la privatización del monte comunal de su parroquia. Según la justicia fascista por el terror obligaba a la mayoría de los vecinos de la parroquia a compartir sus ideas destructoras. Este enfrentamiento con el status quo le pasó factura. Los asesinos de la Escuadra Negra de Eirexalba formada por convecinos, le tenían unas ganas tremendas. La tortura y el maltrato, certificados por el médico que hizo la autopsia, así dan fe de ello. En la parroquia de Saa también hubo falangistas que salieron de la nada ese verano de 1936. Todavía se recuerda a las mujeres de una familia, con camisa azul y pistola al cinto. Finalmente, O'Inverno fue enterrado en el atrio de la iglesia parroquial de Saa. La tercera localización que nos quedaba. A seis metros del muro oeste y pegado al muro sur, por el interior. El problema es que se han construido nichos en ese mismo punto, nichos que han destruido los restos ubicados en el subsuelo. En otros sitios ha permanecido el recuerdo de las víctimas, y la tradición prohibía enterrar o reformar esos espacios. En este caso no fue así. Hasta el punto que O 'Inverno descansa (o descansaba) debajo del nicho de familias que contaron con falangistas en su seno. Y aquí se cierra el círculo dramático de un hombre que murió por sus ideas. A día de hoy, su nieta, recibe amenazas en Eirexalba por querer saber qué fue de su abuelo. Suponemos que cierta gente tendrá males de conciencia. Nosotros no buscamos a los asesinos, sino a sus víctimas. Entre otras cosas porque los historiadores conocemos los nombres y apellidos de los perpetradores, uno por uno. Porque los falangistas de Sarria y Eirexalba eran tan animales que hasta el propio régimen tuvo que tomar cartas en el asunto.