«Salvador Puig Antich fue ejecutado ayer por el
sistema de garrote vil en la prisión provincial de Barcelona. La hora da
ejecución fue las diez menos veinte minutos de la mañana, es decir, a las doce
horas de serle comunicada la sentencia. No pudieron asistir a la ejecución ni
sus tres hermanas, ni su abogado, ni un sacerdote salesiano amigo de la
familia, todos ellos en la cárcel hasta los últimos momentos. El cadáver de
Puig Antich fue trasladado Inmediatamente de la cárcel al depósito del
cementerio del Sudoeste (Montjuich)». (La Vanguardia, 3 de marzo de
1974)
María Torres / 2 Marzo 2015
1 de marzo de 1974. Salvador,
conocido también como el Metge, (el médico), apodo que recibió
durante el servicio militar porque administraba el botiquín, es un
joven anarquista de 25 años miembro del MIL (Movimiento Ibérico de
Liberación). Desde hace seis meses se encuentra en la celda 443 de la
quinta galería de la Cárcel Modelo de Barcelona. Le acaban de comunicar que
será ejecutado en unas horas por el asesinato del subinspector Francisco
Anguas Barragán.
Unas horas antes el consejo de ministros del
régimen había aprobado la ejecución en base a la pena impuesta por un tribunal
militar. Franco decide no conmutar la pena de muerte a pesar de las numerosas
peticiones de clemencia. La dictadura es incapaz de mantenerse sin el uso
de la fuerza. Es más, la decisión de no conmutarla se había tomado mucho
tiempo atrás, durante el juicio contra Salvador, un proceso plagado de
irregularidades.
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