PRIMER RECUERDO
A la memoria de mi padre
Había tantas palomas festoneando
ventanas y cornisas...
Y aquel olor a mar que se
enredaba
a la tarde suntuosa;
y el aire, celebrando su
invisible
fulgor en los cabellos
que alegremente ondeaban en sus
manos.
En este espacio fue.
En esta esquina bella y sabia
donde
ahora me detengo
y toco con cuidado las imágenes,
su sombra clandestina
pegada en la memoria,
defendiendo
con lealtad un instante
que aventuró su luz como un
relámpago
más allá de la noche.
Con desorden recuerdo aquella
tarde,
su tiempo aconteciendo
bajo un claror como recién
nacido
que sé que aún me concierne,
y advierto que aquel día tan
lejano
se abre como una página
con bullicio de cantos y
banderas,
y un lugar transparente
donde está escrito mi primer
recuerdo.
Fue un catorce de abril.
Obstinada me acude su fragancia,
la rosa conmovida
que iba a ser devorada por los
buitres.
Mi padre había dicho:
“Es necesario que mis hijos vean
y guarden la memoria
de lo que hoy sucede y lo
mediten”.
Algo así dijo, creo.
Y caminando entre la multitud
vinimos hasta aquí.
A hombros de mi padre mis cinco
años
recibían la llama
que irradiaban los rostros, las
miradas,
la humildad de las ropas,
las canciones...
Y nunca olvidaré
la humedad que de pronto
resbaló de sus ojos a mis manos
asidas a su cuello,
ni aquel extraño asombro de
sentirme
por vez primera inscrita,
anudada a mi entorno y a mi
gente.
Tan sólo percepción o sobresalto
debió de ser entonces
el estruendo que se quedó en mi pecho,
entendido mucho tiempo
después...
El mismo estruendo que acarrea
con júbilo,
aún con esperanza,
el corazón cansado.
1 comentari:
Precioso.
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