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Día 11/06/2015 - 02.59h
Al poco de comenzar la guerra civil española, el 23 de julio de 1936, se creó la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico. Su misión era proteger el patrimonio, inventariándolo y depositándolo, cuando era posible, en lugares seguros. También se desarrolló una importante labor pedagógica entre los ciudadanos, sobre todo con los milicianos que ocuparon numerosos palacetes y edificios públicos o privados.
Cuando comenzaron los bombardeos sobre Madrid, se intensificó la tarea. Tras el impacto de un proyectil en la fachada del Museo del Prado, se decidió trasladar las obras maestras de la pinacoteca. En 22 expediciones viajaron 391 pinturas, 181 dibujos y el famoso tesoro del Delfín. Pero no todo el patrimonio se podía trasladar.
Se protegieron además muchos edificios y monumentos, como La Cibeles, cuyos trabajos preparatorios traemos hoy a nuestra sección. Se cubrió completamente con sacos terreros, arena y una protección de ladrillo de forma piramidal, que permaneció hasta el final de la guerra civil.
El cambio en su aspecto llevó a los madrileños a denominarla «La linda tapada», un mote agridulce en tiempos de guerra. Hubo otros motes que hacían referencia a los obuses que caían sobre la ciudad y a las medidas para protegerla de ellos. Por ejemplo, la Gran Vía (que se llamaba realmente avenida de Eduardo Dato/de Pi y Margall y de Conde de Peñalver y que pasó en la guerra a ser la Avenida de la CNT y Avenida de Rusia) pasó a ser la «Avenida del quince y medio», en referencia al calibre de los obuses que caían constantemente. Neptuno fue también completamente cubierto, y la plaza donde estaba comenzó a ser conocida como «Plaza del emboscado». Desde la plaza de Castelar hasta Atocha no quedó ningún dios o musa al aire libre sin tapar, por lo que ese tramo de la Castellana se convirtió en «El ocaso de los dioses». El humor es una manera de combatir el horror de la guerra, de superar los nervios y las cuitas de la vida diaria. Cuando terminó la guerra se quitaron todas estas cubiertas de los monumentos, un símbolo del final de los terribles tres años que duró el conflicto.
La fotografía es de Virgilio Muro (1891-1967). Tras estudiar en la Academia de Bellas Artes, ingresó en 1910 en la plantilla de ABC como retocador y dibujante. Fue después ayudante de Goñi, Ramón Cifuentes, Leopoldo Alonso y Ramón Alba. En los años veinte realizó sus primeros reportajes y composiciones artísticas en color para la revista en Blanco y Negro. Durante la Segunda República fue editor gráfico y uno de los reporteros más populares junto a su compañero Julio Duque, asesinado al comienzo de la guerra por sus ideas monárquicas. Muro siguió colaborando en el ABC de Madrid durante la Guerra Civil. Y siguió en él al finalizar la contienda hasta su jubilación a finales de los años 50.
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