http://www.distrito-21.com/2015/06/13/fernando-rodriguez-miaja-regresa-al-capricho-77-anos-despues/
13 junio, 2015
David Carrascosa
Transcurría el mes de abril de 1938 cuando el general José Antonio Miaja Menant, hasta entonces al mando de Ejército Republicano del Centro, fue destinado al Grupo de Ejércitos de la región Centro-Sur, trasladándose a las cercanías de Valencia. Junto con otras personas de confianza, le acompañaba su sobrino y ayudante personal, un joven de 20 años que también le haría compañía en su exilio en México tras la Guerra Civil. Fernando Rodríguez Miaja, aquel joven con toda la vida por delante, regresó 77 años después a un ya muy cambiado jardín de la Alameda de Osuna, el lugar donde tenía su sede el Estado Mayor del Ejército Republicano, conocido con el nombre en clave de “Posición Jaca”.
Transcurría el mes de abril de 1938 cuando el general José Antonio Miaja Menant, hasta entonces al mando de Ejército Republicano del Centro, fue destinado al Grupo de Ejércitos de la región Centro-Sur, trasladándose a las cercanías de Valencia. Junto con otras personas de confianza, le acompañaba su sobrino y ayudante personal, un joven de 20 años que también le haría compañía en su exilio en México tras la Guerra Civil. Fernando Rodríguez Miaja, aquel joven con toda la vida por delante, regresó 77 años después a un ya muy cambiado jardín de la Alameda de Osuna, el lugar donde tenía su sede el Estado Mayor del Ejército Republicano, conocido con el nombre en clave de “Posición Jaca”.
Fernando Rodríguez Miaja (Oviedo, 1917) es hoy en día un venerable caballero residente en Ciudad de México, uno de los últimos testigos directos de aquella Guerra Civil que dividió España. Desde hace algunos años, quizá consciente de la importancia de su valioso testimonio, se halla embarcado en la empresa de dejar constancia de sus muchos y vivos recuerdos de aquel conflicto para la posteridad. Su reciente viaje a Madrid tenía dos citas clave: la presentación de su último libro “El final de la Guerra Civil” (Ed. Marcial Pons) y la colaboración en la grabación de un documental histórico sobre el periodo de la contienda española en el jardín histórico de “El Capricho”, que previsiblemente será estrenado en otoño. Acompañado de varios miembros de su familia, pisó visiblemente emocionado, 77 años después, aquel jardín que el Ejército Republicano convertiría en uno de sus baluartes de la resistencia ante los sublevados.
«Veníamos casi a diario, cuando no teníamos la obligación de estar presentes en el frente –recuerda don Fernando–». «Entrábamos con el coche atravesando el paseo central hasta el palacio, donde teníamos las oficinas de las cuatro secciones del Estado Mayor; aquí podrían estar trabajando entre 400 y 500 personas. Esto lo compatibilizábamos con las instalaciones subterráneas de lo que hoy es el ministerio de Hacienda. También teníamos en el pueblo de Canillejas (a la altura de Torre Arias) una casa en la que el general Miaja recibía a las visitas». Las obras de la “Posición Jaca” fueron dirigidas por Benito Crippa Roldán, un capitán de milicias que estaba al mando de la compañía obrera.
«No recuerdo quién tomó la decisión última de acuartelarnos en la Alameda de Osuna, quizá fuera un poco de todos –vacila don Fernando–, pero sí es cierto que pesó mucho el estar a salvo de la artillería enemiga que sí tenía a tiro la posición de la calle Alcalá (ministerio de Hacienda). También que unos meses antes el jardín fuera la base de una brigada de carros de combate soviéticos que participaron en al lado del Ejército de la República». Desde la “Posición Jaca” se dirigirían varias operaciones de la zona centro, como las batallas del Jarama, Brunete y Guadalaja.
Casi no recordaba, don Fernando, el refugio construido para caso de ser bombardeada la posición. «Nunca se llegó a utilizar pues no hubo ningún bombardeo sobre la Alameda –asegura Rodríguez Miaja–». «Y eso –prosigue–, es algo que nunca he llegado a comprender pues, aunque esto lo tuviéramos como secreto, todo el mundo sabía que el Estado Mayor estaba aquí instalado». Rememora la anécdota de que se encontró con un amigo en la “Posición Jaca”, un soldado destinado en servicios, y del que años después de la Guerra le llegó información de que en realidad era militante de Falange y que, por tanto, podría haber sido un espía infiltrado en el Estado Mayor.
La triste salida de España
«El general Miaja y yo, acompañados de otros mandos del Ejército, salimos de España el 28 de marzo de 1939. Habíamos viajado en coche desde Madrid hasta Valencia; desde allí, en viaje agónico, nos trasladamos hasta Alicante, lugar donde íbamos a coger un avión para salir del país. Las tropas franquistas habían tomado ya Murcia por lo que nuestro tiempo era ya muy escaso. Pasé por la puerta de la casa de mis padres, que vivían en Alicante y que se iban a quedar en España, y no quise despedirme de ellos para que no les pudieran implicar con la República», recordaba emocionado Don Fernando. «Por fin cogimos el avión de la fuerza aérea que nos llevaría a Orán. Recuerdo que, en medio del silencio de todos los que viajábamos en él, el general Miaja sacó de una novela policiaca y se puso a leer». En mayo de 1939, el general Miaja y él llegarían a México donde fueron acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas. «Yo ya no soy un exiliado; me encuentro en mi ex exilio –asegura Don Fernando–, ya soy español-mexicano».
«El general Miaja y yo, acompañados de otros mandos del Ejército, salimos de España el 28 de marzo de 1939. Habíamos viajado en coche desde Madrid hasta Valencia; desde allí, en viaje agónico, nos trasladamos hasta Alicante, lugar donde íbamos a coger un avión para salir del país. Las tropas franquistas habían tomado ya Murcia por lo que nuestro tiempo era ya muy escaso. Pasé por la puerta de la casa de mis padres, que vivían en Alicante y que se iban a quedar en España, y no quise despedirme de ellos para que no les pudieran implicar con la República», recordaba emocionado Don Fernando. «Por fin cogimos el avión de la fuerza aérea que nos llevaría a Orán. Recuerdo que, en medio del silencio de todos los que viajábamos en él, el general Miaja sacó de una novela policiaca y se puso a leer». En mayo de 1939, el general Miaja y él llegarían a México donde fueron acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas. «Yo ya no soy un exiliado; me encuentro en mi ex exilio –asegura Don Fernando–, ya soy español-mexicano».
Con toda su vivencia y perspectiva histórica, Fernando Rodríguez Miaja cree que España merece un «nuevo tiempo». «Es hora de la rectificación y de sacar esa historia de muchos hombres y mujeres de la República que los años de dictadura han casi borrado. Es hora de su rectificación, de honrar su memoria».
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