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La Guerra Civil: una memoria controvertida
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Texte intégral
La polémica « recuperación de la memoria histórica »
1Recientemente, un historiador francés especialista en cuestiones memoriales escribía que España, como otros países europeos, parecía estar « enferma de su pasado ».1 Sin duda, esa impresión desde el exterior se ha acentuado con la acerba polémica suscitada a principios de 2010 en torno a la imputación del juez Baltasar Garzón por el magistrado Luciano Varela, del Tribunal Supremo, por un supuesto delito de prevaricación, a raíz del auto dictado por Garzón el 16 de octubre de 2008 en el que se declaraba competente para perseguir penalmente a los responsables de los crímenes del franquismo.2 Un auto que abría así la posibilidad de hacer el « juicio del franquismo » reclamado por diversas asociaciones « de recuperación de la memoria histórica », juicio que, a pesar de todo, tendría un valor principalmente simbólico desde el momento en que, como señalaba Santos Juliá a propósito de esta polémica, todos los imputados mencionados por Garzón en su auto están « notoriamente muertos ».3 Pero ni el carácter simbólico de la acción judicial ni la inhibición de Garzón en favor de los juzgados de instrucción provinciales han impedido la imputación del juez, así como tampoco la explosión mediática de una polémica de ribetes políticos que no hace sino añadir confusión al proceso, ya de por sí confuso y problemático, que conocemos en España como « recuperación de la memoria histórica ». Es decir, la presencia en el debate público y mediático de un amplio movimiento reivindicativo en torno a la memoria de algunos de los momentos más traumáticos de la reciente historia española : concretamente, la guerra civil y la represión llevada a cabo por la dictadura franquista.
2La propia expresión « recuperación de la memoria histórica » plantea problemas a más de un nivel y es representativa de los problemas que plantea en la España actual la gestión de su pasado traumático. Al mismo tiempo parece responder a una realidad semántica, social y política desde el momento en que todos quienes la utilizan, sea para defenderla o para denostarla, parecen coincidir en su significado o sus usos.4 A la vez discurso sobre el pasado y movimiento social portador de dicho discurso en el espacio público, reescritura de la historia y reivindicación política e incluso judicial, la « recuperación de la memoria histórica » consistiría, en palabras de sus portavoces, en recuperar en el espacio público la memoria de la violencia sufrida por las víctimas de la dictadura, una memoria marginalizada en el relato colectivo acerca de la historia reciente española, y sobre todo en reclamar justicia, verdad y reparación para las víctimas del franquismo.5 Por otro lado, una primera aproximación al ingente material producido en torno a esta « recuperación de la memoria histórica » (libros, manifiestos, declaraciones, polémicas, artículos de prensa o incluso el propio texto legal de la denominada « Ley de memoria histórica ») produce una impresión de confusión. Aspectos humanitarios, legales, judiciales, políticos e historiográficos se mezclan en los diferentes debates y discusiones, por no hablar de una confusión todavía más primordial, la que lleva a intercambiar los términos de memoria e historia, mezclados en el improbable sintagma « memoria histórica ».6 En la forma en la que está planteado en España el debate resulta arduo deslindar lo humanitario y lo político, lo historiográfico y lo memorial, algo que ha quedado claramente de manifiesto en la polémica protagonizada por el juez Baltasar Garzón y que resulta especialmente pernicioso cuando cuestiones de carácter humanitario (la dignidad de las víctimas) son evocadas de forma esencialista, deslindada del contexto que les proporciona su sentido político e histórico. Es desde esta confusión, por ejemplo, desde la cual se rebaten, incluso desde algunos sectores de la izquierda, las tentativas de « recuperar la memoria histórica » de las víctimas del franquismo, argumentando que todas las víctimas merecen reconocimiento y el dolor de todas las familias, independientemente de su ideología, es igualmente respetable. Cosa que desde un punto de vista humanitario es difícilmente rebatible, en efecto, pero que merecería una discusión más afinada desde el punto de vista tanto político como histórico.7
3Por otro lado, el movimiento asociativo portador en el espacio público de la « recuperación de la memoria histórica » recubre realidades diversas y colectivas con ideas divergentes acerca de cómo llevar a cabo esta recuperación, incluso del sentido último de ésta. Una heterogeneidad que queda encubierta por el carácter maniqueo que presentan las más de las veces las discusiones sobre la « memoria histórica » y también por la falta de atención de los analistas de este fenómeno hacia la relación entre la construcción de un determinado discurso sobre el pasado y las características sociales del grupo portador de dicho discurso. Así, este movimiento asociativo, que recubre una serie de realidades políticas y sociales diversas, y que es un poderoso instrumento generador no sólo de discursos, sino también de prácticas memoriales, ha recibido escasa atención por parte de los investigadores. Y es justamente este aspecto de la « recuperación de la memoria histórica » el que nos proponemos explorar brevemente en las líneas que siguen, ya que nos parece un elemento explicativo de primer orden para tratar de comprender y explicar las dificultades que encuentra la España actual para gestionar su memoria colectiva reciente8.
El movimiento « por la recuperación de la memoria histórica » : heterogeneidad y conflictos
4El movimiento « por la recuperación de la memoria histórica » parte de una constatación (que por otro lado no ha dejado de ser objeto de innumerables discusiones y puestas en cuestión9) : en España existiría un « relato oficial » acerca del pasado (concretamente, del período de la historia reciente que engloba la Segunda República, la guerra civil, la dictadura franquista e incluso la Transición) que habría marginado del espacio público tanto la herencia del antifascismo como el recuerdo de los sufrimientos vividos por los vencidos de la guerra civil. Para los representantes de la « recuperación de la memoria histórica », el origen de dicha marginación se encontraría en la forma en la que se llevó a cabo la Transición. La Ley de Amnistía de 1977 es particularmente denostada por este movimiento, puesto que habría tenido el efecto de equiparar los delitos políticos de la oposición antifranquista y los crímenes de la dictadura, constituyendo así una suerte de « Ley de punto final » que impidió exigir responsabilidades penales a los responsables de los crímenes franquistas, lo que a la vez tuvo un efecto legitimador de la violencia política franquista frente a la sociedad española, ya que dichos crímenes nunca fueron presentados públicamente como tales. De este modo, en una comunidad nacional mayoritariamente socializada en y por el franquismo, tras una Transición que no puso en cuestión la legalidad franquista ni los crímenes que se cometieron amparados en ella, la memoria republicana y antifranquista quedó fuera de la memoria colectiva y nunca fue reivindicada desde los poderes públicos como uno de los pilares de la democracia : tal papel fue reservado a la monarquía, a un sector de las élites políticas de la dictadura que se habrían « democratizado » durante los años de prosperidad económica del « segundo franquismo » y a los sectores más « presentables » de la oposición antifranquista. Paralelamente, la cuestión de la ausencia de legitimidad de la dictadura y de sus actos nunca fue claramente enunciada en el ámbito político ni en el espacio público.10 En consecuencia, la transmisión de una memoria republicana y antifranquista ha tenido principalmente lugar en el ámbito privado, familiar y asociativo : no es sorprendente, pues, que el fenómeno conocido como « recuperación de la memoria histórica » se haya gestado en estos mismos círculos.
5Sin embargo, desde finales de los años noventa, de una transmisión vivida en el espacio privado casi como una memoria clandestina y vergonzante se ha pasado, de forma bastante repentina, a una explosión pública y mediática de la memoria de los vencidos, la cual no hubiera sido posible sin un entramado asociativo que ha posibilitado su articulación en el espacio público. Y de forma harto significativa, paralelamente a esta « recuperación de la memoria histórica » se asiste a la reemergencia de un discurso historiográfico neofranquista acerca de los orígenes de la guerra civil y de la dictadura, con gran repercusión pública y mediática, que retoma argumentos que ya fueron elaborados en su día para legitimar tanto el golpe militar de 1936 como la brutal represión desplegada en el campo franquista. Un discurso que no es realmente producido por historiadores reconocidos como tales en los círculos profesionales y académicos, sino por publicistas como Pío Moa o historiadores que desarrollan su labor en los márgenes de la Academia como César Vidal11.
6Resulta difícil situar con precisión los orígenes de la actual emergencia de la memoria de los vencidos en el espacio público. Si entendemos éste de forma restrictiva, como espacio de discusión política, la guerra civil, sus consecuencias y sus traumas habrían estado ampliamente ausentes de la esfera pública durante los años que siguieron a la Transición, caracterizados por una voluntad política de pasar la página del pasado compartida por casi todo el espectro parlamentario, lo cual ha llevado a hablar de un « pacto de silencio » entre los principales partidos políticos para construir una democracia pacificada. Este « pacto », según Paloma Aguilar, fue roto por el PSOE en la campaña electoral de 1993, en la que utilizó argumentos que acusaban al Partido Popular de ser el heredero natural del franquismo.12 Por otro lado, y en articulación con esta reemergencia de un uso político del pasado que había estado ampliamente ausente durante los años ochenta y principios de los noventa, también en esos momentos comienza a hacerse visible un movimiento asociativo en torno a diferentes colectivos de vencidos de la guerra civil, que será el antecedente directo del actual movimiento de « recuperación de la memoria histórica ».
7El retorno de la memoria de la guerra civil a la primera plana de la actualidad política podría situarse en 1995, cuando el PSOE en el poder decidió organizar un homenaje a los supervivientes de las Brigadas Internacionales y concederles la nacionalidad española, homenaje que apuntaba a una nueva, aunque tímida, forma de utilización del pasado como instrumento de legitimación política (y de ataque al principal partido de la oposición) por parte del partido en el Gobierno, acosado por la erosión electoral y por diferentes escándalos de corrupción.13 En torno a este homenaje se constituyó una asociación, la AABI (Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales), mientras que también en 1995 se había constituido, por iniciativa de un grupo de familiares de represaliados del franquismo de la región de Murcia, la asociación « Amigos de los caídos por la libertad (1939-1945) », primera organización en inscribirse en el Registro Civil como « Asociación para el rescate de la Memoria Histórica ». Ambas asociaciones podrían considerarse como « antepasadas » de las asociaciones memorialísticas actuales y marcan el origen de un movimiento asociativo que, tras el homenaje a las Brigadas, comenzó a reagrupar a otros colectivos de republicanos y víctimas del franquismo que demandaban a su vez su reconocimiento en el espacio público.
8En estrecha relación con las asociaciones que hemos mencionado surgió en 1997 AGE, « Asociación por un Archivo de la Guerra y el Exilio », cuyas principales reivindicaciones eran en un principio la constitución de un archivo centralizado de la guerra civil y el exilio republicano, la anulación de los juicios del franquismo y el reconocimiento de la dignidad de los combatientes republicanos, incluidos los resistentes que siguieron combatiendo a partir de 1939 (reivindicaciones que recoge en parte la Ley de 2007, llamada « de memoria histórica »).14 En esta asociación tienen especial protagonismo los antiguos guerrilleros antifranquistas, por motivos tanto cronológicos (son más jóvenes que los que hicieron la guerra) como políticos y estratégicos. De hecho, los guerrilleros antifranquistas ya tenían una actividad asociativa desde los años 80, en que se había fundado la Amical de Guerrilleros de Catalunya, y sobre todo fueron el primer colectivo que instituyó un « lugar de memoria » republicano, con la elevación de un monumento al guerrillero español en la Serranía de Cuenca y la celebración anual, en el mismo lugar, de un « Día del Guerrillero Español ». Por otro lado, también se trata del colectivo para el cual resultaba más problemático el reconocimiento del estatuto de combatientes republicanos, puesto que la mayoría nunca lucharon en un ejército regular. Por estos diferentes motivos se convirtieron a finales de los 90 en la punta de lanza del movimiento memorial republicano. La actividad de AGE se ha orientado de forma importante al reconocimiento de este colectivo, en particular haciendo adoptar, con el apoyo de Izquierda Unida, diferentes propuestas No de Ley en los parlamentos autonómicos con respecto al reconocimiento de la condición de combatientes republicanos de los guerrilleros antifranquistas, hasta que finalmente, en 2002, esta propuesta No de Ley fue adoptada por las Cortes.15
9Esta asociación fue también pionera en lo que después se ha convertido en el símbolo nacional e internacional de esta « recuperación de la memoria histórica » : la apertura de las fosas comunes en las que fueron enterradas las víctimas de la represión franquista. Estas aperturas de fosas se produjeron desde los primeros momentos de la Transición, pero en aquellos años se trató principalmente de iniciativas individuales, en algunos casos semiclandestinas, y en ningún caso dotadas de la significación política y mediática que han alcanzado a principios de los años 2000. En el caso de AGE, creo que se puede afirmar que fue la primera asociación que organizó la apertura de una fosa como acto revestido de una significación política y reivindicativa : se trató de la apertura en 1998 de la fosa de Canedo, en el Bierzo, en la que yacían cuatro guerrilleros abatidos por las fuerzas del orden en 1941. En esta apertura de fosa tuvo parte Santiago Macías, sobrino-nieto de un guerrillero que combatió junto a las víctimas de Canedo y que también sucumbió a la represión. Dos años después, Santiago Macías abandonaba AGE y cofundaba junto a Emilio Silva la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, cuya actividad principal gira en torno a las aperturas de fosas con identificación de restos para entregarlos a sus familiares. Y esta asociación se convertirá en el buque insignia del actual movimiento de recuperación de la Memoria Histórica.
10La historia de la fundación de la ARHM es conocida, aunque no así su filiación con un movimiento asociativo anterior que pudo actuar como referencia en el aprendizaje de determinadas prácticas militantes y discursos memoriales. El hito fundador de la asociación, como es sabido, es la exhumación llevada a cabo en el año 2000 en otra localidad del Bierzo, Priaranza, de trece republicanos entre los que se encontraba el propio abuelo de Emilio Silva, identificado gracias a su ADN. Presentada como « año cero » de la recuperación de la memoria histórica, la muy mediatizada exhumación de los « 13 de Priaranza » lanzó la actividad de la asociación, que pronto abriría otras fosas y que promueve la identificación los restos encontrados, siguiendo un protocolo inspirado en la antropología forense, con el fin de entregárselos a sus familiares. Pero en torno a estas exhumaciones aparecieron también las primeras polémicas, puesto que otras asociaciones, entre ellas la propia AGE, disentían (y disienten) del modo de actuar de la ARMH, centrado en el aspecto humanitario de la cuestión y volcado en el trabajo con los familiares.16 La prioridad de la ARMH es en efecto restituir dichos restos a sus familiares como un acto de dignidad y de justicia, mientras que otras asociaciones, más politizadas, consideran que la acción de la ARMH difumina el carácter político tanto del conflicto de 1936 como de la propia acción militante.
11En efecto, en el tratamiento de la cuestión de las fosas la ARMH ha adoptado voluntariamente un enfoque humanitario, alejado en principio de toda polémica política más allá de la reivindicación de la dignidad de las víctimas y de la condena de la barbarie franquista. La estrategia adoptada por esta asociación parece inspirarse de manera muy acusada de la forma en la que diversos países de América Latina se han enfrentado a la gestión de una transición democrática y de las consecuencias de una dictadura sangrienta. En particular, la originalida de la ARMH ha sido considerar a las víctimas de las fosas comunes españolas como « desaparecidos del franquismo », lo que le ha permitido exponer el caso español en diversos foros internacionales, en particular ante el Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzadas de la ONU. Con una diferencia acusada con respecto a América Latina : la ARMH no persigue la judicialización de los responsables de los crímenes franquistas, aunque la declaración hecha ante la ONU deja planear una cierta ambigüedad a este respecto :
La ARMH ha decidido asumir esa responsabilidad [se refiere a la apertura de fosas] con madurez y serenidad, sin ánimo de venganza, movida únicamente por principios humanitarios y por el afán de restablecer la verdad de los hechos y reclamar el derecho a dar sepultura digna a las víctimas. Consideramos además que seguir negando la existencia de dichas fosas por parte del Estado o inhibirse a abrirlas judicialmente y aclarar las circunstancias en que fueron enterrados los desaparecidos, perpetua la discriminación contra aquella parte de la población española que fue considerada « vencida » a raíz de la Guerra Civil y constituye una demostración de su falta de cumplimiento a la obligación de investigar y garantizar el derecho a la verdad.17
12Es evidente que hay una transferencia de saberes, de protocolos de acción, incluso de vocabulario entre América Latina y España, cuestión que merece un estudio detallado : la propia expresión « memoria histórica » parece haber sido importada del vocabulario político latinoamericano, en el que hace alusión a la memoria de las víctimas frente a la « historia oficial » elaborada y difundida por los victimarios, significado que coincide perfectamente con la acepción que se le ha dado en España.18 Por otro lado, la coincidencia cronológica entre este « despertar » de la memoria histórica en España y la apertura del « caso Pinochet » por parte del juez Garzón tampoco parece casual.19 En todo caso, la hipermediatización de las fotos, imágenes y documentales de las fosas excavadas descubrieron a una España horrorizada que su pasado no tenía nada que envidiar al de las denostadas dictaduras latinoamericanas. De este modo, la insistencia en el horror de los muertos desenterrados, el dolor de las familias y la posibilidad ofrecida a éstas de realizar el postergado duelo se convirtieron en ejes primordiales del mensaje de la ARMH.20
13Por otro lado, la polémica en el interior mismo del movimiento se concretó en el año 2003 con la creación del Foro por la Memoria, impulsado por el PCE y, hasta la fecha, la única asociación directamente vinculada a un partido político, aunque en sus documentos se reclame independiente de la línea política del PCE, calificándose a sí misma de « movimiento social autónomo apoyado por el PCE » (y que, por cierto, también acoge a un cierto número de afiliados a AGE, que practican de este modo una suerte de « doble – o triple – militancia »). El Foro por la Memoria se situaba, al menos en un primer momento, en la crítica frontal de la acción de la ARMH, que calificaba de « entierro definitivo de la memoria », a la vez que reivindicaba plenamente el carácter político de la recuperación de la memoria histórica y trataba de sustraerla al monopolio de la ARMH. Para el Foro y su presidente,
los militantes no sólo tienen familia, sino también camaradas o compañeros y una intensa vida social y de lucha. Cuando mueren como consecuencia de su militancia son muertos sociales, no particulares, se transforman en muertos de todos.21
14La atención debía desplazarse, por lo tanto, de las familias a los grupos políticos (el partido, el sindicato), y se debía privilegiar la colocación de monumentos y placas conmemorativas frente a los entierros individuales. Esa misma posición es reivindicada por AGE, que ya a finales de los noventa había hecho de la colocación de placas conmemorativas uno de los ejes de su acción militante. La desconfianza de esta última organización hacia la ARMH es grande : AGE denuncia el modus actuandi en las aperturas de fosas, que privilegia los deseos de las familias por encima de consideraciones políticas e ideológicas y que, sobre todo, haría a su vez « desaparecer » las fosas, pruebas físicas de la represión franquista. Así, según estas asociaciones, una vez desenterrados los muertos y entregados a sus familias, las pruebas del los crímenes franquistas contra la humanidad habrán desaparecido, y con ellas toda posibilidad de resolución judicial. En 2005, en una carta abierta dirigida a la vicepresidenta del Gobierno Mª Teresa Fernández de la Vega en su calidad de presidenta de la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, AGE exponía sus sospechas sobre las motivaciones de la ARMH, sin nombrarla :
¿Ha tenido algo que ver algún departamento ministerial en la creación y mantenimiento de alguna asociación surgida últimamente empeñada en abrir de cualquier manera fosas comunes desenterrar de cualquier manera, como si de arqueología prehistórica se tratara, a nuestros muertos y desaparecidos y darles muy cristiana sepultura, aunque fuesen los asesinados de clara ideología agnóstica o simplemente no cristiana ? ¿Es consciente el Jefe de los Abogados del Estado, miembro de esa Comisión de que una vez desenterrados y trasladados a un cementerio esos ejecutados en las cunetas sin la presencia de un juez y la elaboración del correspondiente atestado han desaparecido todas las pruebas que permiten demostrar un simple asesinato político ?22
15Así, contrariamente a una idea extendida por quienes, desde una óptica neofranquista, denuncian a la ARMH como deseosa de reabrir conflictos en la sociedad española a cuenta del pasado, ésta es vista por otras asociaciones más politizadas como « culpable » de compromisos con las instancias públicas para vaciar de sentido político la « recuperación de la memoria », compromisos que habrían conducido finalmente a la aprobación de la llamada « Ley de Memoria Histórica ». Una ley que, a la vez que no ha contentado a ninguna asociación « de memoria histórica », ha contribuido a profundizar la división entre ellas, puesto que unas, las más politizadas, la rechazan de plano, considerando que se trata en el fondo de una nueva ley « de punto final », mientras que otras han decidido acogerse a sus disposiciones. Esto puede explicar que la ARMH haya impulsado de forma decidida la apertura del auto judicial del juez Garzón, presentando a lo largo de los años 2006 y 2007 denuncias por crímenes contra la Humanidad en el Juzgado de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional y aportando pruebas recogidas en la apertura de fosas, lo cual muestra que la acción de la ARMH no se detiene ante una posible judiciarización de la « recuperación de la memoria histórica ». Sin embargo, asociaciones como AGE o la ONG Equipo Nizkor (que trabaja contra las violaciones de derechos humanos, principalmente en América Latina, y que es probablemente un vector fundamental de transferencia de prácticas entre el contexto latinoamericano y España) han rechazado participar en el proceso judicial abierto por Garzón puesto que éste se ampara en la « Ley de Memoria Histórica », que dichas asociaciones rechazan.23
16Los recientes conflictos y polémicas que han rodeado algunas aperturas de fosas realizadas bajo la cobertura de la nueva ley testimonian una vez más de la dificultad de considerar el movimiento « por la recuperación de la memoria histórica » como un bloque homogéneo. Así ha sucedido con respecto a la apertura de una fosa en Benagéber en marzo de 2009, en la que yacen varios guerrilleros antifranquistas, apertura a la que se oponen asociaciones como AGE pero que apoyan otras asociaciones, y presentada por la ONG Equipo Nizkor como un conflicto de « memoria versus justicia ». Y sobre todo, es también el caso de la apertura de la fosa probablemente más conocida y mediatizada de España, la del Barranco de Víznar en la que supuestamente yacía el poeta Federico García Lorca (y en la que, como se ha sabido tras su apertura, nunca hubo ningún cadáver), apertura a la que siempre se han opuesto los familiares del poeta y en torno a la cual la ARMH ya llevó a cabo una intensa campaña mediática en 2003. En octubre de 2009 se volvió a plantear la apertura de la fosa, y de nuevo AGE y el equipo Nizkor se opusieron de forma virulenta con el argumento de la desaparición de pruebas judiciales, pero también de la utilización mediática del poeta por parte de ciertas asociaciones para ganar visibilidad en el espacio público.24 Ni que decir tiene que tras el « fiasco » de la apertura de la fosa de Víznar y sus consecuencias políticas, la posición de las asociaciones que se oponen a la forma en que se están llevando a cabo los desenterramientos se ha endurecido todavía más.
17Finalmente, incluso en la polémica que se desarrolla en el momento de escribirse estas líneas en torno a las acusaciones hechas al juez Baltasar Garzón vuelve a aparecer esta división interna del movimiento asociativo. Así, en un reciente comunicado varias asociaciones encabezadas por el Equipo Nizkor, ratificando por otro lado su apoyo al juez Garzón frente al acoso judicial al que está siendo sometido, disienten de las acciones judiciales emprendidas por Garzón al considerar que éstas no eran lo suficientemente radicales al no poner en cuestión la naturaleza fascista de la dictadura. Al mismo tiempo califican la « Ley de Memoria Histórica » de 2007 de « ley de impunidad objetiva », al considerar que confirma el « modelo de impunidad español » consagrado durante la Transición a través de la Ley de Amnistía de 1977.25
Memoria política y memoria familiar
18En realidad, la oposición entre la ARMH y otras asociaciones portadas por jóvenes militantes de la memoria, por un lado, y AGE y Foro por la Memoria, por otro, traduce un desacuerdo que parece revestir un doble carácter, a la vez político y sociológico. Si unos y otros están de acuerdo en cuestiones fundamentales y generales como la demanda de dignidad, justicia y reparación para las víctimas, o la exigencia de hacer pública la verdad sobre los crímenes franquistas, la disensión aparece en cuanto a la radicalidad política de las implicaciones de sus demandas, mucho más acusada en el caso de las asociaciones como AGE o Foro por la Memoria o la ONG Equipo Nizkor, más tibias en el caso de la ARMH. Pero esta disension también traduce la competencia entre diferentes asociaciones con respecto a la legitimidad de quienes hablan en nombre de la « recuperación de la memoria histórica ». Competencia que a su vez refleja las divergencias entre dos generaciones diferentes : la de los « abuelos », subsidiarios de las antiguas formas de politización a través de organizaciones de clase (partidos y sindicatos), y la de los « nietos », pertenecientes a una generación socializada en formas de participación asociativa y ciudadana que no pasan forzosamente por el canal de los partidos políticos sino más bien por el de las asociaciones y ONGs.26 Una generación que tampoco se identifica con las adscripciones ideológicas « clásicas », sino más bien con un genérico izquierdismo o con formas de militantismo relacionadas con los llamados « nuevos movimientos sociales ».27
19La ARMH es por tanto una asociación de « nietos », según la denominación que ha hecho fortuna y que remite a un esquema sociológico que describe la forma en que se produce la transmisión de la memoria, saltando una generación. Así, los militantes de la ARMH, y muy particularmente sus fundadores, corresponden bien a este modelo que de algún modo funda la identidad del grupo, confortada por la cobertura mediática recibida, la cual ha insistido profusamente en esa condición de « nietos de republicanos » y los ha convertido en testigos por procuración del drama vivido en los años treinta y cuarenta.28 El problema consiste, como lo han hecho notar entre otros Tzvetan Todorov o Michel Wieviorka, en establecer qué legitimidad para hablar en nombre de las víctimas pueden reclamar quienes no lo han sido en sus propias carnes.29 Por otra parte, no todos los « abuelos » han desaparecido, y muchos de los protagonistas directos que aún viven, fuertemente politizados y con una impresionante trayectoria militante a sus espaldas, militan tanto en AGE como en Foro por la Memoria. Y algunos de estos « abuelos » parecen tener la impresión de una cierta instrumentalización de su memoria y de su lucha por parte de los nietos, o al menos de haber sido desplazados por ellos del primer plano de la « recuperación de la memoria histórica », del mismo modo que la cuestión humanitaria y la « memoria emotiva » (« los huesos del abuelo », según la expresión despectiva del presidente del Foro por la Memoria) han desplazado a la cuestión política.30
20Por otro lado, es interesante comprobar cómo el colectivo de los « nietos » se estructura en torno a una identidad colectiva que, más que hacer referencia a una cultura política determinada, remite a lazos genealógicos y familiares, y que probablemente se podría analizar en términos psicoanalíticos como un elemento de construcción (o reconstrucción) de una identidad individual. En efecto, aquí la noción de « generación » debe ser tomada en su sentido más literal, en cuanto traducción de un lazo biológico y familiar. Un lazo de filiación que no se reduce al nivel puramente biológico sino que, retomando las consideraciones de Maurice Halbwachs sobre la construcción de la memoria colectiva, construye también filiación social y simbólica.31 De hecho, varios de estos « nietos » han construido relatos muy elaborados de su búsqueda del familiar desaparecido como eslabón perdido de su historia familiar, y de cómo el encuentro con este familiar muerto ha tenido un efecto catártico en sus trayectorias individuales. El caso de Emilio Silva es paradigmático ; también lo es el de Asunción Estéban, otra militante de la ARMH, que en una entrevista a Patrick Pépin relataba de manera diáfana esa transformación :
Probablemente soy yo la que más se ha beneficiado de este trabajo. He crecido. Me he sentido más libre. Creo que me he convertido en otra. (...) cuando te das cuenta de que has abierto una fosa, de que has dado sepultura a unos hombres que habían sido arrojados al olvido (...) tu vida toma otra dimensión. Ya nada está cerrado. Me convertí en alguien mucho menos resignado, ahora tengo más esperanza. Mi vida ha dado un vuelco, hace unos meses dejé a mi marido.32
21Por lo tanto, en la forma en la que se estructura actualmente esta « recuperación de la memoria histórica » en España encontraríamos al menos dos tipos de acción y de discurso. Uno estaría centrado en lo político y colectivo, situado en la continuidad y la prolongación en el presente de la lucha del bando republicano durante la guerra civil y la posguerra, convertida actualmente en « combate por la memoria ». En este caso, la memoria que se reivindica es inequívocamente una memoria antifascista que reclama para sí la herencia política del antifascismo de los años treinta. Mientras que el trabajo memorialístico de la ARMH tendría mucho más que ver con un proceso individual y personal de construcción de identidad y búsqueda de raíces, con la importancia de la experiencia individual en el relato histórico, con el vínculo carnal entre generaciones : para ellos, « recuperación de la memoria histórica » es ante todo recuperación del dolor de cada familia y de la dignidad de cada víctima individual.
22El movimiento de « recuperación de la memoria histórica » ejemplifica de este modo los procesos de reapropiación de la historia por parte de los individuos y de los grupos sociales, así como la necesidad de tener en cuenta la intersección entre los planos individual y colectivo. Al mismo tiempo, pone de manifiesto la necesidad de un deslinde riguroso entre los diferentes planos (histórico, político, humanitario, memorial...) que se entrecruzan en dicho fenómeno, así como de armonizar las diferentes demandas sociales y políticas que encuentran su expresión en el movimiento « de recuperación de la memoria histórica ». En todo caso, a la vista de lo expuesto queda claro que no es ni posible ni deseable llegar a una « memoria unánime »33 del período de la guerra civil y del franquismo, que algunas asociaciones e incluso algunos políticos reclaman : cada grupo social, por no decir cada individuo, tiene en efecto derecho a una memoria que no contradiga su experiencia individual y/o colectiva. La « unanimidad », o más bien el consenso, deberían buscarse tanto en la puesta en marcha de soluciones legales, justas y humanas, a los dramas individuales provocados por la dictadura, como en la construcción de un relato historiográfico (que no memorial), veraz y complejo, que pueda explicar a la sociedad española la ola de violencia en la que la sumió el golpe de Estado de 1936.
Notes
1 Michonneau, Stéphane, « Espagne. Les fantômes de la guerre civile et du franquisme », en Grande Europe, nº 6, 2009, pp. 4-13.
2 La imputación contra Garzón en el caso de los crímenes de la dictadura franquista tuvo su origen en las querellas presentadas por varias organizaciones y sindicatos ultraderechistas, entre ellas Falange Española, que fueron admitidas a trámite por el juez instructor de la causa, Luciano Varela. Ver « Cronología : Garzón y la causa por los crímenes del franquismo », El País, 28 de abril de 2010.
3 Juliá, Santos, « Pedestal para el juez », El País, 28 de febrero de 2010.
4 Una crítica interesante del uso del concepto en Ortiz Heras, Manuel, « Memoria social de la guerra civil : la memoria de los vencidos, la memoria de la frustración », en Historia Actual Online, nº 10, 2006, pp. 179-198. Ver también Ruiz Torres, Pedro, « Los discursos de la memoria histórica en España » en Hispania Nova, nº 7, 2007, http://hispanianova.rediris.es/7/dossier/07d001.pdf.
5 Saz, Ismael, « El pasado que aún no puede pasar », en Saz, Ismael, Fascismo y franquismo, Prensas Universitarias de Valencia, Valencia, 2004, pp. 277-291.
6 El espacio de que disponemos no nos permite dar aquí cuenta de la abundante producción en torno a la « recuperación de la memoria histórica ». Una recapitulación reciente en el dossier « La memoria como conflicto. Memoria e historia de la Guerra Civil y del Franquismo », en Entelequia. Revista interdisciplinar, nº 7, 2008. Para sus aspectos más problemáticos, ver la polémica mantenida entre Santos Juliá, Pedro Ruiz y Francisco Espinosa en el dossier « Generaciones y memoria de la represión franquista : un balance de los movimientos por la memoria », Hispania Nova, nº 7, 2007, http://hispanianova.rediris.es.
7 Ver en este sentido la reciente polémica entre Joaquín Leguina y Javier Cercas, en la cual han participado también otros intelectuales : Leguina, Joaquín, « Enterrar a los muertos », El País, 24 de abril de 2010 ; Cercas, Javier, « La puñetera verdad », El País, 6 de junio de 2010.
8 Nos hemos ocupado ampliamente de este movimiento asociativo en Yusta, Mercedes, « La ‘recuperación de la memoria histórica’, ¿una reescritura de la historia en el espacio público ? (1995-2005) », Revista de Historiografía, nº 9, pp. 105-117. Ver también Gálvez, Sergio, “El proceso de recuperación de la « memoria histórica » : una aproximación a los movimientos sociales por la memoria” en International Journal of Iberian Studies, vol. 19 (I), 2006, pp. 25-51, y Cuesta, Josefina, “Memorias persistentes en España” en Cuesta, J. (Dir.),Memorias históricas de España (siglo XX). Madrid, Fundación Francisco Largo Caballero, 2008, pp. 390-410.A esta autora corresponde también el que probablemente sea hasta la fecha el intento más completo de elaborar una historia global de la construcción de la memoria colectiva de la guerra y de la dictatura : Cuesta, Josefina, La odisea de la memoria : Historia de la memoria en España.Siglo XX, Alianza Editorial, Madrid, 2008.
9 Uno de los autores más combativos contra esta existencia de un “relato oficial” es el historiador Santos Juliá, a la vez que es extremadamente crítico con lo que él considera una supremacía de mla memoria frente a la reflexión y el análisis histórico en los actuales debates acerca de la “memoria histórica” (término con el que también es extremadamente crítico). Ver por ejemplo Juliá, Santos, « Bajo el imperio de la memoria », Revista de Occidente, nº 302-303, 2006, pp. 7-20, o su respuesta a Pedro Ruiz Torres en « De nuestras memorias y de nuestras miserias », Hispania Nova. Revista de historia contemporánea, nº 7, 2007, http://hispanianova.rediris.es/7/dossier/07d018.pdf.
10 Una crítica reciente de la Ley de Amnistía de 1977 y sus efectos sobre la reconstrucción de una memoria democrática en la España actual en Saramago, José, « La impunidad del franquismo », El País, 16 de septiembre de 2009.
11 A este respecto ver por ejemplo Rodrigo, Javier, « Los mitos de la derecha historiográfica. Sobre la memoria de la Guerra Civil y el revisionismo a la española » en Historia del Presente, nº 3, 2004, pp. 185-195.
12 Aguilar, Paloma, « Guerra civil, franquismo y democracia », en Claves de razón Práctica, nº 140, marzo 2004, pp. 24-33.
13 El homenaje se celebró finalmente en 1996, con motivo del 60 aniversario de la guerra, pero para entonces era el PP el que ocupaba el poder y el que tuvo que organizar los fastos del homenaje, lo que hizo a desgana y con la mínima presencia institucional. Humlebaek, Carsten, « Usos políticos del pasado reciente durante los años de gobierno del PP » en Historia del Presente, nº 3, 2004, p. 157-167.
14 Gálvez, S., « El proceso de recuperación de la 'memoria histórica' en España : Una aproximación a los movimientos sociales por la memoria » en Internacional Journal of Iberian Studies, vol. 19 (I), 2006, pág. 25-51. Acerca de AGE véase Yusta, Mercedes, op. cit. y Martinez, Odette, « 2000-2002 : Les caravanes de la mémoire. Effractions et discordances », en Matériaux pour l’Histoire de notre Temps, nº 70, avril-juin 2003, pp. 87-93.
15 Un calendario de la actividad parlamentaria de AGE de 1998 a 2002 en Martinez-Lopez, Francisco, Guerrillero contra Franco. La guerrilla antifranquista de León (1936-1951), Diputación Provincial de León/Instituto Leonés de Cultura, 2002, pp. 211-214.
16 Véase el relato de la creación y actividades de la asociación realizado por los propios fundadores de la ARMH en Silva, Emilio y Macías, Santiago, Las fosas de Franco, Temas de Hoy, Madrid, 2003 (reeditado en 2009).
17 2ª presentación de la ARMH ante el Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzadas de la ONU, Nueva York, agosto de 2002.http://www.nodo50.org/pozosdecaude/Libros %20revistas/documentos/documento %202.htm, consultado el 15/09/2009.
18 Véase por ejemplo el artículo de Gaborit, Mauricio, « Memoria histórica : revertir la historia desde las víctimas », ECA : Estudios centroamericanos, nº 693-694, pp. 663-684. Este autor es citado como referencia en la página web de la ARMH.
19 El auto del juez Garzón ordenando prisión incondicional contra Augusto Pinochet es del 16 de octubre de 1998.
20 Por otro lado, esta caracterización de las víctimas del franquismo como « desaparecidos » es la que ha permitido al propio juez Garzón, en 2008, establecer su auto contra los crímenes franquistas, cuestión fundamental que se aborda en otro lugar de este libro.
21 Pedreño, José María, « Definición y objeto de la recuperación de la memoria histórica », Leganés, 2/06/2005. http://www.pce.es/foroporlamemoria.
22 Carta abierta de AGE a la Comisión Interministerial para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, 12 de enero de 2005.
23 Auto del 16 de octubre de 2008 instruido por el juez Baltasar Garzón, Juzgado de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional.
24 El conflicto de Benagéber tiene que ver con la ausencia de asistencia judicial para la apertura de la fosa, circunstancia favorecida por las disposiciones de la Ley de Memoria Histórica, que no contempla la posibilidad de abrir autos judiciales a partir de las exhumaciones. Por tanto, AGE y otras asociaciones consideran esta apertura de fosas como destrucción de pruebas judiciales. Véase el dossier de la fosa de Benagéber en la página web de Equipo Nizkor :http://www.derechos.org/nizkor/espana/impu/sebastiana/. El caso de Lorca parece más complejo, puesto que también intervienen cuestiones relativas a la utilización política de un símbolo fundamental de la cultura republicana. Miembros de varias asociaciones como el Foro por la Memoria, AGE o FFREE (Fils et Filles des Républicains espagnols Exilés) han firmado el 26 de octubre de 2009 una « carta abierta a Federico García Lorca » en la que manifiestan su oposición a la apertura de la fosa, calificando a quienes apoyan esta apertura de « lobos sedientos de fama ». En http://foromemoriamadrid.blogspot.com/2009/10/carta-federico-garcia-lorca.html.
25 « El problema de la impunidad en España son sus causas, no sus consecuencias ». Documento en línea consultable en http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/declarts.html.
26 Varios autores, como Pierre Nora o Paul Ricoeur, han destacado la importancia de la noción de generación con respecto a los procesos memorialísticos y a la configuración tanto de la memoria individual como colectiva. Ver la aplicación que Josefina Cuesta hace de las reflexiones de estos autores al caso español en « Las capas de la memoria. Contemporaneidad, sucesión y transmisión generacionales en España (1931-2006) » en Hispania Nova, nº 7, 2007, http://hispanianova.rediris.es/7/dossier/07d009.pdf.
27 Gusfield, Joseph y Laraña, Enrique (coords.), Los nuevos movimientos sociales : de la ideología a la identidad, Madrid, CIS, 1994.
28 Martinez, Odette, « Passeur de mémoire et figure du présent. El nieto de republicano (le petit-fils de républicain) » en Hähnel-Mesnard, Carola et al. (coord.), Culture et mémoire : représentationc contemporaines de la mémoire dans les espaces mémoriels, les arts du visuel, la littérature et le théatre, Éditions de l’École Polytechnique, Paris, 2008,pp. 43-52.
29 Todorov, Tzvetan, Les abus de la mémoire, Arléa, 1998 ; Wievoirka, Michel,La violence. Hachette Littératures, Paris, 2005.
30 Pedreño, José María, op. cit. También en Francia, la historiadora Annette Wieviorka ponía en guardia sobre los efectos perniciosos de un exceso de emoción para la comprensión histórica. Wiewiorka, Annette, L’ère du témoin, Seuil, Paris, 1998.
31 Halbwachs, Maurice, La mémoire collective, édicion critique établie par Gérard Namer, Albin Michel, 1997, p. 111. Ver los comentarios de Paul Ricoeur acerca de esta cuestión en Ricoeur, Paul, La mémoire, l’histoire, l’oubli, Paris, Seuil, 2000, pp. 512-517.
32 « C’est moi probablemente qui suis la plus grande bénéficiaire de ce travail. J’ai grandi. Je me suis sentie plus libre. Je crois que je suis devenue quelqu’un d’autre. (...) quand vous vous rendez compte que vous avez donné une sépulture à des hommes qui avaient été rejetés dans l’oubli (...) alors votre vie change de dimension. Plus rien n’est fermé. Je suis devenue quelqu’un de beaucoup moins résigné, maintenant j’ai plus d’espoir. Ma vie a été bouleversée, j’ai quitté mon mari il y a quelques mois ». Patrick Pépin, Histoires intimes de la guerre d’Espagne, Nouveau Monde Éditions, Paris, 2006, pp. 46-47.
33 Expresión empleada por el diputado de IU Felipe Alcaraz en el debate de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados celebrado el 20 de noviembre de 2002 acerca de varias proposiciones No de Ley referentes al reconocimiento de la dignidad de los y las combatientes antifranquistas, la reparación moral y reconocimiento a las familias de los desaparecidos durante el franquismo y las exhumaciones de fosas de la guerra civil (exp. 161/ 001512, 161/001591, 161/001636, 161/001672). Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Comisiones, año 2002, VII Legislatura, nº 625, pp. 20.502-20.516.
Pour citer cet article
Référence électronique
Mercedes Yusta Rodrigo, « ¿« Memoria versus justicia »? La « recuperación de la memoria histórica » en la España actual », Amnis [En ligne], 2 | 2011, mis en ligne le 27 octobre 2011, consulté le 13 novembre 2015. URL : http://amnis.revues.org/1482 ; DOI : 10.4000/amnis.1482
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