dimarts, 16 d’agost del 2016

Valladolid: La exhumación del Carmen se amplía a nuevas fosas tras recuperar 75 cadáveres.


http://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201608/15/exhumacion-carmen-amplia-nuevas-20160809185654.html






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Trabajos de exhumación en el cementerio del Carmen. / GABRIEL VILLAMIL

  • La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica inicia una nueva fase de excavaciones gracias el convenio con el Consistorio

Quedan los zapatos. Las botas: suela despegada, costura descosida, cordones descompuestos en la fosa común. Quedan los botines sobre unos huesos que fueron dedos, pies, tobillos un poco más arriba.
Quedan los zapatos.
Y ahora hay que recuperar sus huellas.
El equipo de especialistas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) –arqueólogos, forenses, biólogos...– que trabaja en el cementerio del Carmen para la exhumación de los restos de vallisoletanos represaliados durante la Guerra Civil y los años posteriores (de 1936 a 1942) han completado ya la primera fase de su trabajo (75 cuerpos desenterrados de una gran fosa común) y extendido su labor a una zona contigua en este cuadro 58 que, de entrada, se presenta algo más complicada, porque no se trata de una fosa uniforme (como la anterior), sino que son enterramientos puntuales, en varias capas, en los que se arrojaban los cuerpos a medida que se cometían los fusilamientos. Algunos con ataúd. Y encima tierra, cal, otro cadáver, más tierra, más cal. Más cadáveres.
Aquí, en este espacio que ahora se destapa con pico, pala, brocha y espátula es donde se concentra desde esta semana un trabajo afianzado gracias al convenio suscrito el pasado 18 julio entre la ARMH y el Ayuntamiento, que aportará un máximo de 25.000 euros para continuar con las tareas de exhumación. Todavía queda mucho. «Sabemos que se enterraron más de mil personas, que hay anotadas siete grandes fosas [en los cuadros 46, 53 y 58]», explica Julio del Olmo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Hallar todas será complicado, por las remodelaciones que ha sufrido El Carmen en estos 80 años.
Así que el trabajo se hace paso a paso. Primero, con la revisión de los registros, que proceden de documentos depositados en la Real Chancillería, en el Archivo Provincial, en el Archivo Militar de El Ferrol (zona administrativa compartida con Valladolid). Allí, mecanografiadas, están depositadas las actas de los juicios sumario, las órdenes del Gobierno Civil. Y en muchos casos, a lápiz, a boli o estilográfica, anotaciones al margen que arrojan luz sobre lo que esconden las tripas del cementerio del Carmen. «Con estos cuerpos son 74», puede leerse, escrito a mano, en uno de esos documentos. «Cerramos la fosa con 105 personas», dicen en otro. Luego está el registro del camposanto, con algunos nombres de represaliados consignados, aunque nunca se hablara del lugar exacto en el que se encontraban las fosas. Las familias siempre intuyeron que este punto, en el cuadro 58, era en el que debían depositar las flores.

Hoy, a los pies de un ciprés, entre las mochilas de los especialistas que trabajan en la exhumación, junto a tanta tierra excavada, hay ramos frescos. Recién traídos.
¿Por qué aquí? ¿Por qué en este cuadro 58 del Carmen? «Hace 80 años, esta era una zona nueva del cementerio. Apenas había enterramientos», explica Del Olmo. Así que fue aquí donde abrieron las fosas y arrojaron los cadáveres. En los caminos del cementerio (entonces, seguramente, eran más amplios que ahora). Lejos de las líneas de tumbas, en tierra de nadie para que no hubiera problema con los enterramientos ‘oficiales’.
Laboratorio en Orense
Ya han terminado con la primera gran fosa (de tres metros de largo, tres y medio de ancho y dos de profundidad), aquella en la que han excavadodesde el 8 de abril hasta hace tan solo unos días. Han hallado los cuerpos de 75 personas. Ninguna plenamente identificada. «Es muy difícil, prácticamente imposible, determinar su identidad». Pero los trabajos forenses permiten afinar un poco más. Aquí mismo ya es posible una primera aproximación. Los detalles más certeros llegarán después de los análisis que se realizan en un laboratorio de Verín (Orense). Allí, un equipo de antropólogos y forenses determinarán la edad, la estatura, el sexo, las posibles heridas recibidas: en la cabeza, puede que en la columna, tal vez en el pecho o en alguno de los brazos.
Trabajan estos días en los primeros 23 cuerpos. Entre ellos, el de un chaval de 16 años que analizan «con más cuidado para definir exactamente su edad. Sería extraño que fuera más joven porque no hay constancia de asesinatos a menores de 16 años. Incluso a esa edad no eran muy comunes. Parece que se habían fijado un límite en los 18 años», dice Del Olmo. Hay otros 25 cuerpos rescatados del olvido y de la tierra de la fosa común listos para viajar hasta Verín.
¿Y después? «Después se hará un enterramiento como es debido. En un lugar en el que se les recuerde y donde las familias puedan visitarlos».
Nuevos enterramientos
–¿Tiene disparo?–, pregunta Julio a una de las jóvenes arqueólogas, camiseta morada de la ARMH.
Y Silvia dice que sí, que mira, que en el pecho, mientras muestra una canica metálica que fue bala mortal. La colocan en una mesa y la fotografían. Formará parte del expediente 2-F2, el segundo cadáver hallado en este nuevo emplazamiento (lo han llamado fosa dos, pero no parece un gran enterramiento como el anterior, sino varias fosas, más pequeñas, casi juntas). Unas fichas con cifras numeran los cuerpos según son hallados. Hay tres juntos. Unos metros más allá, otro cadáver en dirección contraria. Entre medias, uno más en perpendicular. Y un poquito más lejos se empieza a intuir una tercera fosa.

Estos enterramientos, seguramente, son anteriores a esa gran fosa en la que hallaron 75 cadáveres de represaliados. Pueden tal vez corresponder a los primeros días de la Guerra Civil. «Todavía es un poco pronto, tenemos que entenderlo paso a paso, a medida que avanzamos en los trabajos», dice Julio. Esta es la primera impresión: fosas reducidas en las que se arrojaban los cuerpos, seguramente, en distintos momentos.«Pero en agosto y septiembre de 1936 el número de asesinatos ya era tan alto que seguramente se dieron cuenta de que necesitaran fosas más grandes», como esa que ya han terminado de estudiar, que ha concluido con el hallazgo de 75 cuerpos y sobre la que todavía puede verse el toldo verde que colocaron para trabajar sin los rigores del calor estival.
Hay crema solar junto a las palas, un botijo al lado de esas bandejas de porexpán, de esas cajas de almacenaje de plástico (una por cada cuerpo)donde se disponen los huesos y, en vasos de plástico numerados, las posibles pertenencias halladas junto a ellos.
Objetos personales
Acaban de desenterrar un cráneo (hay cuatro dientes arrancados encontrados poco después) y, a su lado, un objeto metálico que parece un pasador para el pelo. Muchos de los cadáveres (podrían ser 442 en El Carmen) proceden de fusilamientos cometidos después de un juicio sumario. «Son personas que sabían que las iban a matar, así que entregaban sus objetos personas a los familiares, a otros presos».

Lo habitual: disparos de fusil Mauser que les atravesaba el cuerpo y luego, remate con pistola en la cabeza. Otros eran ejecutados extrajudicialmente. Y ahí las huellas de la muerte son muy variadas. Por ejemplo, este disparo en el pecho con bala incrustada del cuerpo 2-F2.
«En estos casos, es muy común encontrar objetos cotidianos junto a ellos», explica Julio. Como esa pinza del pelo al lado del cráneo de la fosa tres. También han hallado monedas en los bolsillos, pipas de fumar, lapiceros, medallas del Sagrado Corazón y la Virgen. Y la mayoría, con los zapatos. Las botas descompuestas, de suelas levantadas, cordones deshilachados, que muchos cadáveres conservan como recuerdo de tantos pasos robados.