dimecres, 15 de novembre del 2017

EXHUMACIONES EN CÁDIZ: “Vi a mi bebé vivo y dos horas después me dijeron que había muerto”


http://www.lavanguardia.com/local/sevilla/20171115/432864414064/exhumaciones-cementerio-cadiz-bebes-robados-vi-hijo-vivos-despues-me-dijeron-muerto.html



  • Continúan los trabajos de desentierro de una cuarentena de tumbas en el cementerio gaditano para que las familias sepan lo qué paso realmente con sus hijos, dados por fallecidos al nacer
“Vi a mi bebé vivo y dos horas después me dijeron que había muerto”
Toñi Alcina y Mari Carmen Cortina observan los trabajos de exhumación (José Luis Escalante)
Cádiz busca a sus bebés robados en el sitio donde menos quiere encontrarlos. Entre los hierbajos que crecen en el cementerio de San José, inactivo desde hace más de 20 años, hay una brecha de tierra removida junto a las herramientas de los arqueólogos, que desde hace unas semanas se afanan en encontrar las sepulturas que tienen en vilo a 46 familias. Su esperanza, que los enterramientos estén vacíos o que los restos humanos no sean de los neonatos que tuvieron y les aseguraron que habían muerto al nacer.
Toñi Alcina, de 43 años, era una niña de apenas nueve cuando su madre entró a dar a luz al antiguo hospital Fernando Zamacola de Cádiz -hoy Puerta del Mar- en enero de 1983. A pesar de que, según ella, todo el embarazo fue bien, tres horas después del parto le dijeron que el niño había muerto. “Mi padre insistió en verlo pero el médico le dijo que no, que no tuviera ese mal recuerdo”, explica.
Las familias desconfían de la versión oficial de que los niños murieron
“Yo era una niña y me tocó deshacer la habitación del bebé: vaciar los cajones, quitar la ropita y desmontar la cuna. Es una cosa que no se olvida nunca jamás”, relata Toñi. No obstante, en su familia desconfiaban de la versión oficial de que el niño había muerto. Y más después de algunas contradicciones. “Mi madre llevaba unos pendientes cuando entró al hospital porque le habían dicho que sería una niña, pero al nacer le dijeron que era un niño. Ella no llegó a verlo, ni vivo ni muerto”.
Además, cuando comprobaron los registros de fallecimiento encontrarondiferentes versiones: “En el cementerio figuraba que llevaba tiempo muerto en el vientre. En el hospital nos aparece enanismo y en el legajo de aborto, una parada cardiorrespiratoria. Una persona muere una vez y no por tres causas diferentes”, razona Toñi.
Toñi Alcina, Mari Carmen Cortina y Margarita Díaz en el cementerio de San José de Cádiz
Toñi Alcina, Mari Carmen Cortina y Margarita Díaz en el cementerio de San José de Cádiz (José Luis Escalante)
Junto a ella están Mari Carmen y Margarita, pendientes de las labores de los arqueólogos.Tras media vida arrastrando la sospecha de que sus bebés no murieron al nacer, sino que fueron arrancados de sus manos, el pasado 20 de octubre comenzó la mayor exhumación de este tipo que se ha dado hasta la fecha en España.
Más de siete años de lucha le ha costado a SOS Bebés Robados Cádizconseguir que sus casos -fechados entre 1956 y 1987- sean escuchados. El primer paso lo dio Chari Herrera, fundadora de la asociación. Su padre, antes de morir, le dijo que buscara a su hermana, que nació un año antes que ella y que tenía una mancha en la pierna. Él estaba seguro de que está viva. A partir de ahí aparecieron otras familias en situaciones similares. “Nos ha costado mucho que nos hagan caso, hasta el punto de que muchos padres han caído en el camino y no van a tener la dicha de saber si sus hijos están ahí o no”, lamentan.
Mari Carmen Cortina
Quise ver a mi niña y no me dejaron”
Mari Carmen Cortina aprieta los puños antes de hablar para coger fuerza y no venirse abajo. Gaditana de nacimiento reside en Mataró (Barcelona) desde hace 40 años, pero no falta a cada cita que organiza la asociación, “por pequeña que sea”, añaden sus compañeras.
Su marido era marinero y se encontraba faenando en el momento del parto, en abril de 1972, por lo que ella entró sola a la clínica Abreu. “Vi a mi niña viva. Recuerdo cómo la comadrona me pidió su ropa y dos horas después me dijo que había muerto”, cuenta con voz nerviosa. “Quise verla y no me dejaron. A los dos días pasó la cajita por la puerta de mi habitación y llorando pedí que me la abrieran. Me dijeron que no y me tuve que conformar”, detalla.
Los arqueólogos ya han terminado la primera sepultura en el cementerio de San José de Cádiz
Los arqueólogos ya han terminado la primera sepultura en el cementerio de San José de Cádiz (José Luis Escalante)
A pesar de que vio viva con sus propios ojos a la niña, en el acta de fallecimiento del juzgado figura un aborto. Reconoce que necesita tratamiento psicológico para hacer frente a su sinvivir. “Mi niña está viva”, dice rotunda. No sabe qué nombre le habría puesto, “pero mi marido quería llamarla Patricia, como su barco. Yo le decía que estaba loco”.
Al año siguiente volvió a dar a luz en la misma clínica y con la misma comadrona. “Sentía que era mi niña, la que me habían robado. Le gritaba a la comadrona: ‘¡Es mi niña, es mi niña, Dios me ha devuelto a mi niña!’. Ella me dijo: ‘¿Qué niña?’. Esa vez no le quité la vista de encima”. cuenta Mari Carmen.
Margarita no se planteó que su hijo pudo haber sido robado hasta que lo vio en la prensa
Por su parte, Margarita Díaz sabía que algo raro había pasado durante el parto pero no se llegó a plantear que su hijo, muerto a las pocas horas de nacer, según las monjas, pudiera haber sido robado. Sin embargo, en 2010 empezó a atar cabos a raíz de un artículo sobre el tema aparecido en la prensa gaditana.
Con 17 años dio a luz a un niño en el antiguo hospital militar de Cádiz en abril de 1976. Fue un parto prematuro, a los siete meses de embarazo, por lo que se llevaron al bebé al hospital de Mora, regido por monjas, donde había incubadoras.
Cuando van mi padre y mi marido a enterrar al niño, en el hospital les dicen que ya lo han hecho”
“El niño nació vivo, llorando. Estuvo bien la tarde y la noche, pero a la mañana siguiente me vino a ver una monja: pasó de largo entre el resto de mujeres y solo se paró conmigo. Me destapó para mirarme las piernas y preguntarme cosas, pero como yo no respondía le preguntaba a mi madre”, explica esta vecina de El Puerto de Santa María (Cádiz). “Pensaba lo buena que era la mujer por haberse interesado por mí. Ahora me doy cuenta de que quería información; yo era rubia y blanca, y sabemos que hay gente que quería niños a la carta”.
Al rato de recibir esa visita, a Margarita le comunicaron que el niño se ha puesto “malito”. “Nos dijeron que había muerto y nos lo creímos. Pero cuando van mi padre y mi marido a enterrarlo, en el hospital les dicen que ya lo han hecho. Ellos pensaron que se lo habían llevado para estudios de medicina, pero no se imaginaban que podría haber sido robado. Mi marido no me quiso decir que ellos no enterraron al niño, me lo ocultaron toda la vida hasta que saltaron a la luz más casos”, relata.
Toñi Alcina (i), Mari Carmen Cortina (c) y Margarita Díaz (d) sospechan que sus bebés fueron robados
Toñi Alcina (i), Mari Carmen Cortina (c) y Margarita Díaz (d) sospechan que sus bebés fueron robados (José Luis Escalante)
Como en el resto de casos, en cada documento de registro aparecen motivos distintos de muerte del feto, desde insuficiencia respiratoria hasta muerte en el vientre materno. “Han escrito lo que les ha dado la gana. Ellos no se imaginaban que nos íbamos a dar cuenta de eso”, dice Margarita.
Mientras ellas cuentan su historia, los arqueólogos no pierden un segundo. El equipo está formado por un profesional del Ayuntamiento de Cádiz y dos contratados por SOS Bebés Robados, y van desenterrando las sepulturas de dos en dos. En cada una tardan un mes aproximadamente. Una vez hecho, se sellan los restos y se disponen para enviarlos a analizar.
La sepultura de Toñi ha sido la primera en abrirse. Se han encontrado varios restos humanos que deberán ser comparados con su ADN. Desde que comenzaron las exhumaciones no se retira ni una mañana del cementerio, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde.
Toñi Alcina
Quiero explicarle a mi hermano lo que han sufrido mis padres y la lucha que hemos llevado”
“Pensando en mis padres, quiero que los restos den positivo para que ellos descansen, pero mi corazón quiere que no esté ahí [en la sepultura] y encontrármelo cara a cara. Quiero explicarle a mi hermano lo que han sufrido mis padres y la lucha que hemos llevado. Mi madre lleva 34 años con tratamiento”, explica con el gesto caído.
Las últimas semanas no están resultando fáciles. Vuelven a revivir los malos recuerdos: la culpabilidad, la incertidumbre de saber si encontrarán algo y el temor a pasar un nuevo duelo. “Nos vamos a dormir con pastillas”, explican. “Yo me he tomado tres antes de entrar al cementerio”, dice Mari Carmen. “Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. Esto es horroroso”, agrega Toñi.
En el mismo sentido se expresa Margarita haciendo un esfuerzo por no romperse: “Mi marido y mis hijos quieren que termine esto ya porque no quieren verme mal. Mi nuera me dijo el otro día que reza todos los días para que el niño esté ahí, para verme descansar. Pero yo veo la tumba donde dicen se supone que está mi niño y no me dice nada”.
Toñi Alcina
“Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. Esto es horroroso”
—¿Alguna vez habéis creído ver a quienes buscáis por la calle?
—Muchísimas —responden al unísono.
“Yo voy mirando a los chavales por la calle. Una vez vi a un muchacho en el tren y pensé: cuánto se parece a mi Sergio [su otro hijo]”, cuenta Margarita. “Pero somos conscientes de que no podemos ir interrogando a la gente. Todavía no hemos perdido la cabeza, aunque alguna gente lo crea”, concluye.
“Yo creo que ahí no está mi hermano, ojalá me equivoque por bien de mis padres”, dice Toñi con pesadumbre.
Las exhumaciones se llevan a cabo en el cementerio de San José de Cádiz a petición de la asociación SOS Bebés Robados