dissabte, 25 de novembre del 2017

Francisco Pimentel . MEMORIA / MACHISMO


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MEMORIA / MACHISMO
(Publicado en Ronda Semanal el Sábado 25.11.2017)
La terrorífica historia del Aguaucho que contaba la semana pasada no es única. Cuando algunas personas de Ronda han leído el artículo me han señalado que aquí pasaron historias similares y que lo de Fuentes de Andalucía fue una de las causas de que en Ronda se ejerciera violencia contra algunos derechistas porque había llegado a Ronda la noticia de lo que en el cortijo del Aguaucho habían hecho los señoritos de aquella zona convertidos en falangistas mamporreros encantados de seguir al pie de la letra las instrucciones de Queipo de Llano.
Cuando yo era pequeño venían a mi casa dos mujeres hermanas que cada poco traían una pequeña capillita de madera con la imagen de María Auxiliadora, virgen de la eran muy devotas. Esa imagen permanecía en mi casa varios días al cuidado de mi madre que le ponía flores, velas y le rezaba. Las dos hermanas eran muy religiosas y tenían fama de ser muy buenas personas que habían ayudado a los necesitados desde siempre. Y cuando digo desde siempre es por referencia a la época de la República cuando tanto mi madre como ellas eran jóvenes de 18 a 20 años.
Pues cuando ya fui algo mayor y aunque conocía la terrible historia de mi familia a través de mi enteramente enlutada abuela durante los paseos hasta las fosas, de mi padre, y los comentarios aleatorios que se producían en la enmudecida sociedad rondeña, pues no dejó de sorprenderme saber que esas dos mujeres tan buenas y religiosas habían sido apaleadas, rapadas y obligadas a beber aceite de ricino.
Ya no sabía más porque las preguntas que lógicamente cualquiera se hace del porqué de semejante infamia no eran respondidas. Chiiisss… Se nos decía… que de eso no se habla. Pero la pregunta estaba hecha y siempre estuvo esperando respuesta. Aquellas dos mujeres que antes a mí me fastidiaba que vinieran a mi casa porque mi madre echaba por la ranura que tenía la capillita las monedas que deberían haber sido para comprarme chucherías, ahora cuando yo conocí su historia me fascinaban.
Muchas veces pensé en preguntarles a ellas directamente, tantas como dejé de hacerlo porque se me venía la imagen de mis padres con el dedo puesto en la boca y diciendo chiiisss al mismo tiempo.
Pero con el paso del tiempo y la pérdida del miedo que nos habían metido en el cuerpo conocí parte de lo que pasó. He aquí lo que me contaron:
“Habiamos estado en la ‘huía’ porque todo el mundo se iba como es normal a causa de las noticias de las cosas tan terroríficas que venían haciendo los legionarios, los falangistas y los moros. Cuando cerca de Málaga nos pillaron los militares nos dijeron que nos volviéramos a nuestra casa porque Franco había prometido que a nadie que no tuviera delito de sangre le iba a pasar nada. A los pocos días llegó la guardia civil y nos detuvieron acusándonos de cosas que ni se nos habían pasado nunca por la cabeza… querían que le dijéramos nombres de gente que no sabíamos quienes eran, querían saber donde teníamos armas, nombres de curas rojos… nos acusaban de haber dicho que Franco era muy malo y criminal… nos apalearon… nos desnudaron… nos amenazaron con violarnos… nos cortaron el pelo a rape… y nos pasearon escoltadas por los desgraciados asesinos de las camisas azules… al salir del cuartel nos dieron el purgante… así que la vergüenza y la humillación fue más que las torturas a las que habíamos sido sometidas… cuando llegamos a nuestra casa nuestra madre gritaba desesperadamente y maldecía a los fascistas… llamó al médico para nosotras y para ella… aquella noche tuvimos unas fiebres altísimas… estábamos como muertas… la pena, la rabia y la vergüenza se apoderó de nosotras mientras nos preguntábamos porqué… porqué Dios permitía tanta barbaridad…”