diumenge, 19 de novembre del 2017

El complejo tema de la sexualidad y la guerrilla antifranquista


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Durante muchos años en nuestras sierras ocurrió un drama silenciado. Entre sus temas menos tratados uno fue el de la sexualidad.

Pareja de milicianos durante la guerra civil. IMANOL



Aquí estamos de nuevo con un tema de los que no se tocan mucho cuando nos preguntamos sobre los maquis. Hoy vamos a hablar sobre la sexualidad y la guerrilla, que pese a que cada vez hay más libros y estudios sobre el tema guerrillero, sigue siendo un asunto bastante poco tratado. Y la verdad, es que si partimos de que nuestros protagonistas eran grupos formados mayoritariamente por hombres bastante jóvenes, a los que la represión, la violencia y el miedo los hacían vivir lejos de pueblos y ciudades, con lo que eso implicaba, como estar alejados de sus parejas los que las tenían, o del sexo opuesto los que no, por no rebuscar un poco más y meternos con la homosexualidad o transexualidad, que siguen siendo hoy en día temas tabú, pues nos deja un panorama que dio pie a todo tipo de situaciones, trágicas unas, surrealistas otras, pero sobre todo, alejadas a lo que tendría que haber sido la normalidad.
De nuevo, agradecer a Ramón García Piñeiro, pues en su más que completo libro sobre la guerrilla asturiana “Luchadores del ocaso”, hay un detallado capítulo sobre la sexualidad y la guerrilla, y a él nos referiremos en diversas ocasiones.
Empezaremos pues, asumiendo que otra de las consecuencias de nuestra guerra civil, una vez visto el trato que dispensaban los vencedores a los vencidos, fue la separación de maridos y mujeres, o de simples parejas, pues los unos tuvieron que marchar a la sierra, y en la mayor parte de los casos, ellas se quedaron en los pueblos. Por un lado, eran las “mujeres de los rojos o de los fugaos”, con lo que estaban bajo vigilancia y sufrían diversos tipos de represión. A esto se unía la imposibilidad durante la mayor parte del tiempo de ver al otro miembro de la pareja, y acarreaba para ellas el tener que ocuparse habitualmente de las tareas que tendría que haber realizado el varón además de las suyas propias. Según se fue alargando la estancia de los huidos en las sierras, empezaron las visitas a sus compañeras, tanto para ver cómo estaba la familia, la casa, las tierras y para mitigar la forzada abstinencia. Estas visitas fueron descubiertas antes o después en la mayoría de los casos, lo que traía habituales registros y diversos abusos, y en muchas ocasiones, la detención o el asesinato del guerrillero y la encarcelación de la mujer, como le ocurrió a Andrés Galufo y Magdalena Cano, su compañera y enlace, acabando él condenado a muerte y ella encarcelada. Peor suerte corrió Julia Llamas, quien empezó siendo enlace de Fernando Ruiz “Fernandillo” y acabó siendo su amante, descubiertos por los civiles ella resultó mortalmente herida y él condenado a muerte.
La lista de guerrilleros muertos durante las visitas a sus compañeras sentimentales es larga, entre ellos, “Culomojado”, “Raxau”, “Rendueles” o Fernando Prieto “Alegría”, por mentar algún ejemplo.

La eterna sombra de la represión. IMANOL

Comentar también que las figuras de algunos guerrilleros llegaron a mitificarse bastante en los lugares por los que actuaban, lo que en diversas ocasiones favoreció a estos a que pudieran disfrutar de la compañía y las atenciones de mujeres que les servían de enlaces, pese a estar muy mal visto, o prohibido el tener o tratar de tener relaciones sexuales o sentimentales tanto con mujeres que hacían el papel de enlaces como con las mujeres o hijas de los enlaces masculinos, primero por estar pésimamente considerado y segundo por las delaciones que podían provocar los maridos o padres burlados.
Por desgracia, la testosterona masculina creó un montón de situaciones que una vez más, acabaron de malas o peores maneras. Entre las situaciones creadas, hubo desde quienes tuvieron que cambiar el lugar donde se escondían, como Andrés “El Gitano” a bajas provocadas por delaciones maritales como la de Victoriano Coto “Salvaje”, o cuando eran pillados “in fraganti” como Generoso Rico, quien fue golpeado por el marido, primero con un martillo y luego con la culata de su fusil quedando muerto allí mismo, dejando como trágica anécdota, que el marido fue condenado a 20 años, no por el asesinato del guerrillero, sino por haberle dado cobijo. Y ya puestos a empeorar las cosas, Tomás “El Chaparro”, mientras estaba escondido en el cortijo “Nicolasa”, primero empezó a mantener relaciones sexuales con la cortijera, y ante el peligro de delación del marido acabó por ahorcarlo con el beneplácito de la mujer. O casos como el de Abelardo Díaz, que como su mujer estaba estrechamente vigilada, acabó como enlace suya su cuñada Balbina, con la que al final terminó manteniendo relaciones sexuales.
Otras veces, se llegó al enfrentamiento interno al tener dos guerrilleros pasiones por la misma mujer, la partida del “Maestro de “Villarmeirín” terminó por escindirse por la lucha provocada por el supuesto amor a Estrella Chacón. La partida cordobesa de “Los Jubiles” ejecutó a Juan “El Boy” por mantener relaciones sexuales con la cortijera que los escondía ante la denuncia del marido. Posteriormente el marido explicó que “El Boy” no había sido el único, pues también Francisco Jubiles, uno de los líderes de la partida las había mantenido y ya cada cual que saque sus conclusiones. En una partida de los Ancares leoneses, Vicente y Ángeles “los Maños” fueron asesinados por otro guerrillero del grupo, Manuel Bernárdez “El Asturiano” quien pretendía a la mujer, cuando el resto del grupo descubrió los hechos, ejecutaron al “Asturiano”.
Manuel Fernández “Lolo” acabó con la vida de su amigo y compañero de partida Víctor Argüelles al no conseguir a la compañera de este, tras una noche de alcohol le metió siete tiros y para empeorar la situación, cuando salió de la casa, se encontró con el vecino Fernando González que acudía alarmado por los disparos a quien eliminó de un disparo en la cabeza. “Lolo” terminó asesinado por otro miembro de su partida, pues desde el día de autos, habían dictado su sentencia de muerte. Aurelio Álvarez fue cercado por la guardia civil, pues mantenía relaciones con la mujer que lo escondía, y el marido, al descubrirlo, lo delató. Los civiles terminaron con su vida, y durante el tiroteo que se produjo, resultó herido el vecino Amado Arias, a quienes los guardias obligaron a abrir la puerta de la cabaña donde estaba escondido el guerrillero. Amado fallecería pocos días después.
Cuando los guerrilleros no tenían mujeres o compañeras a las que visitar, a veces para combatir la abstinencia se recurría a los burdeles o prostitutas, otro tema que también estaba mal visto a nivel general por la guerrilla, pues por un lado “empañaba” la imagen del guerrillero y por otro se sabía que normalmente estaban controlados por la policía, aunque no por eso dejaron de visitarse. De hecho, en algún informe guerrillero aparece el dato de que después de ciertos golpes exitosos, algunos guerrilleros “desaparecían unos días y no volvía a aparecer hasta haberse gastado una parte de las ganancias en burdeles”.
Bernabé y Luis Ordieres acabaron siendo detenidos tras una visita al burdel El Cabaret, en Avilés, pero mientras eran llevados a comisaría, acabaron con la vida de uno de los policías que los custodiaban y dejaron malherido al otro tras lo cual se dieron a la fuga. No tuvieron tanta suerte en marzo de 1944 los integrantes del grupo de Antonio Velázquez Murillo en Granada, sorprendidos tras la delación de una prostituta a un confidente de la policía en un burdel de la calle Piedra Santa. El asalto terminó con tres guerrilleros muertos, Antonio Beltrán, Isidoro Gómez y Manuel Terrón, perdiendo también la vida el inspector de la BPS Romero Funes. La partida libertaria de “El cojo de la Porrada” aún fue un paso más allá e instaló una de sus bases de actuación en el prostíbulo de Fregenal de la Sierra, regido por Luisa Ramos “La Cortada”, ¿el final de la historia?, pues el previsible, asalto de la guardia civil al lupanar el 17 de octubre de 1947, en el que perdieron la vida “El Cojo de la Porrada” y su hermano Domingo, y del que salió herido Antonio Morgado. La respuesta a tiros del “Cojo” y su hermano dieron tiempo a Antonio y otro compañero del grupo para que pudieran huir. También nos consta, que la partida de Los Jubiles pagó el servicio de varias prostitutas, pero tuvieron la precaución de que el encuentro fuera en un apartado cortijo.


"El cojo de la Porrada" y Luisa "La Cortada". IMANOL


Si hasta este punto el artículo es un cumulo de despropósitos, siempre podemos empeorarlo. Muchas veces los guerrilleros eran gente idealista, pero como en todos lados, había manzanas podridas. Pese a estar normalmente penados con la pena de muerte por parte de la guerrilla, tanto los abusos sexuales como las violaciones, ya fueran a enlaces como al pueblo llano, por desgracia se dieron unos cuantos casos, y aunque fuera en pocas ocasiones, no podemos obviarlas. Antonio López “Corchas” estaba tratando de violar a dos chicas del pueblo de Gestoso cuando fue alcanzado por un disparo de su propia escopeta, disparado por uno de los amigos de las abusadas, quedando herido de muerte, pero aún tuvo tiempo de hacer varios disparos con su pistola, matando a la joven de 24 años Celsa Gallego.

El autor del disparo de escopeta estuvo unos días atemorizado por las posibles represalias guerrilleras, por suerte para él, la Federación de Guerrillas lo que hizo fue pedir disculpas, alabar al chico y decirle que si él no hubiera acabado con “Corchas”, lo habrían hecho ellos. Quizás la zona donde más violaciones realizó la guerrilla fue en Ciudad Real y Badajoz. En Garbayuelas, “El Manco de Agudo” y “Gabino” violaron a la mujer de un pastor en abril de 1944, reincidiendo un mes después en Talarrubias con la dueña de una finca. “Chaquetalarga” fue acusado de varias violaciones durante el periodo de huidos en las provincias de Badajoz y Ciudad Real. Por tierras de Toledo en 1948 vuelve a aparecer “El Manco de Agudo”, esta vez acompañado de “El Comandante” y “Parrala” para forzar a una mujer en Los Alares.

"El Comandante" y "El Manco de Agudo", violadores y guerrilleros.IMANOL


No vamos a entrar en este artículo en los repetidos abusos sexuales y violaciones que efectuaron las fuerzas represivas, falangistas, contrapartidas o tercios marroquíes sobre niñas y mujeres que ejercieron como enlaces de la guerrilla, sobre las familiares de los guerrilleros o con mujeres que nada tenían que ver con el tema, pues la extensión del mismo sería enorme. Simplemente decir que se usó normalmente como arma para acabar con la guerrilla y su entramado de enlaces, o simplemente para demostrar quién había ganado la guerra y quién la había perdido, o como lo explica Pilar Maestro: “Se puede considerar, que el cuerpo de las mujeres representó un frente político y sexuado, ya que se convirtió en el punto de mira de unos brutales mecanismos punitivos procedentes, por un lado, de la nueva violencia político-social que el franquismo aplicaba a todos los grupos sociales desafectos a su régimen, y por otro lado, la aplicación de los castigos comunes en cualquier tiempo de guerra. Sin embargo, para un análisis más concreto de lo que representó para las mujeres republicanas estas formas de castigo, he considerado imprescindible la utilización del término “represión sexuada” por representar la anulación de la ciudanía femenina, por un lado, y por utilizar mecanismos represivos que atacan directamente a los elementos característicos de la feminidad o del sexo, por otro”.

Algunas veces fueron las propias mujeres las que aprovecharon las debilidades de los hombres, en palabras de alguna de las enlaces, cuando tenían que cruzar controles con algún material peligroso, se ponían guapas, se hacían las tontas, echaban sonrisas a los guardias y estos las dejaban pasar sin inspecciones rigurosas. 


Otro tema a tener en cuenta fue el de los embarazos, pues de repente la mujer o compañera de un guerrillero quedaba embarazada y no se podía admitir que el guerrillero bajaba a la casa, así que en muchas ocasiones el hijo se tenía que atribuir a un tercero, con la connivencia de este y las habladurías que provocaba el caso. Si no se atribuía a terceros, aparte de que la guardia civil aumentaba los registros a la casa y las posibles emboscadas, siempre se podían ejercer más medidas represivas por no haber denunciado la presencia del guerrillero.
El listado de casos es largo, pues si observamos la lista que da Ramón García en Asturias, la total del estado tiene que ser sorprendente. Si de nuevo queremos empeorar las cosas habría que pasarse a los casos de las guerrilleras que quedaban embarazadas en la sierra. Las hubo, como el caso de Asunción Méndez (Agudo, Ciudad Real) que cuando se quedaron en cinta, consiguieron junto a su pareja abandonar la sierra y esconderse en una gran ciudad, por desgracia, esto fue casi una excepción. En el caso de Manuela Díaz, esposa del jefe de la partida de “Los Parrilleros”, cuando quedó embarazada de este, tuvo que entregar a su hijo a unos cabreros, muriendo el bebé unos meses más tarde. Casimira Álvarez “La Jopa” de Navatrasierra se quedó embarazada en la sierra, a los pocos días de dar a luz, entregaron a su hijo en la finca “La casita de papel”, fue trasladado a un orfelinato siendo adoptado posteriormente. “La Jopa” fue detenida y encarcelada, y largo tiempo estuvo buscando a su hijo, del que no volvió a tener noticias. Daniela Barroso “Daniela” tuvo dos hijos en la sierra junto al guerrillero Pedro Sebastián “Madroño”, la primera la entregaron a un pastor y con el tiempo les llegó la noticia de que había muerto, aunque ellos creían que era un montaje para evitar que la reclamaran posteriormente. Cuando tuvieron al segundo, al poco de nacer la guardia civil asaltó el campamento guerrillero, Daniela pudo escapar, pero no así “Madroño” quien se quedó con el niño en brazos, esposado bajó al pueblo y lo entregó a la madre de su compañera. El niño murió poco después.
María Rodríguez dio a luz en la sierra, siendo el padre “Chaquetalarga”, también entregó a su hijo a un cabrero, cuando salió de la cárcel tampoco pudo seguir la pista del pequeño. Su hermana Paula Rodríguez “Goyería” dio a luz tres veces en la sierra, teniendo que entregarlos a los tres en diferentes sitios, y para colmo de males ambas fueron abandonadas por sus parejas guerrilleras, “Chaquetalarga” y “Miguelete”, acabando tiempo después en prisión.



Miguel López y Manuela Díaz "Los Parrilleros". IMANOL

Para terminar con el tema por ahora, comentar que solo tengo noticias de un guerrillero que se declarara abiertamente homosexual, y me imagino que en aquellos tiempos, y con tanto macho ibérico cerca, no debía ser nada fácil el hacerlo. Sería más que interesante conocer el número real de homosexuales en la guerrilla, pero al igual que otros mucho, ese dato quedará para el tintero de la historia. El guerrillero en cuestión fue Mariano Bodas Crespo “Regate”, un cabrero de Toledo y por extraño que parezca, afortunadamente su tendencia sexual no provocó ningún conflicto en el grupo y fue tratado con normalidad.

Como colofón, el caso de “La Pastora”, Teresa Pla Messeguer, cuando nació, sus genitales no eran claramente ni masculinos ni femeninos, y sus padres, para evitarle la mili y otros males la inscribieron como Teresa. Objeto de humillaciones desde la infancia, trabajaba de pastora. Siempre se consideró hombre, aunque aún fuera vestida de mujer. Con la edad sus rasgos se masculinizaron más y un día un grupo de guardias civiles la acorralaron y la desnudaron para burlarse de ella. Esta última humillación la llevó a huir a la sierra, se cortó el pelo, se vistió de hombre, se cambió el nombre a Florencio, se integró en la guerrilla antifranquista y de apodo se puso “Durruti”. Tras años en la sierra, fue finalmente detenida y tuvo que pasar por su última humillación, vestida de nuevo de mujer en el cuartelillo y a cárcel de mujeres. Finalmente un informe médico lo declaró definitivamente como hombre y resultó indultado en 1978 tras veinte años en prisión.


Ficha policial de Florencio Pla Messeguer. IMANOL

Fuentes: Luchadores del ocaso (Ramón García), El monte o la muerte (Santiago Macías), Huidos y guerrilleros antifranquistas en el centro de España. 1939-1955 (Benito Díaz), La agonía del león (Carlos G. Reigosa), La resistencia armada contra Franco (Francisco Moreno), Historia y memoria del maquis (Francisco Moreno), Hijos de una guerra. Los hermanos Quero y la resistencia antifranquista (Jorge Marco), Esperanza en la niebla (varios autores), Entre la supervivencia cotidiana y la lucha política: Las mujeres en la resistencia antifranquista. 1939-1975 (Pilar Maestro, trabajo de fin de grado) y Los Jubiles (Sánchez Tostado).