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Diciembre de 1938 en el monasterio de San Pedro de Cardeña. En plena Guerra Civil española comienza un experimento aprobado por Franco. El propósito: descifrar la psique que lleva a una persona al marxismo, la búsqueda del “gen rojo”. Así se inició el Biopsiquismo del Fanatismo Marxista.
Hablamos de un trabajo que tuvo al psiquiatra Antonio Vallejo Nájera (o Vallejo-Nágera) como jefe al frente. Una investigación durante 10 meses que debía arrojar “luz” sobre las inclinaciones de los “rojos” desde los más inverosímiles puntos de vista. Lo increíble de lo sucedido en esas fechas no es sólo el propósito en sí. A partir del campo de concentración que fue el antiguo monasterio se buscaba, una vez encontrado el “gen”, intentar regenerar a los “comunistas”. Una investigación cuyo proceso y conclusiones quedaron reflejadas en la Revista Española de Medicina y Cirugía de Guerra.
El profesor Vallejo-Nágera: el “psiquiatra” del Ejército franquista
Antonio Vallejo-Nágera (1889-1960) fue médico y catedrático de Psiquiatría además de padre del también psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera. El hombre estudia medicina en la Universidad de Valladolid obteniendo su licenciatura en 1909. De ahí pasa a ingresar en el cuerpo de Sanidad militar, estancia donde obtiene varias condecoraciones por su trabajo.
Ya con un nombre, a Vallejo-Nágera lo nombran agregado de la embajada española en Berlín, y es precisamente durante esta parte de su vida en Alemania cuando el médico entra en contacto con varias clínicas psiquiátricas que acaban por definir el resto de su carrera enfocada a la psiquiatría. Tras su periplo en tierras germanas regresa a España dirigiendo desde 1930 una clínica psiquiátrica en Madrid.
Un año más tarde, en 1931, se produce su nombramiento como profesor de la Academia de Sanidad Militar. Finalmente y ya en plena Guerra Civil, el doctor Vallejo-Nágera dirige los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista, una línea del tiempo que enlaza con el “trabajo” llevado a cabo sobre el marxismo, donde el médico realiza estudios sobre la degeneración de la raza española (en los que se expone como principio del “mal” a la República).
Analizando la “tara” que crea a un comunista
El 23 de agosto de 1938 es el propio Franco el que aprueba la creación del Gabinete que llevaría el psiquiatra. Así que la idea o enfoque ya estaba avanzada por esta época. El trabajo que daba comienzo en diciembre de 1938 tenía como función tratar de encontrar la “tara” que desarrolla a un “rojo”, y además dicho enfoque debía partir y concluir bajo la demostración de que tales efectos en el ser humano parten de una inferioridad. Inferioridad que a su vez y como veremos se debía basar, no sólo en la cuestión mental, también desde las posibles malformaciones físicas que ayuden a entender a un marxista.
Estas ideas ya habían sido desarrolladas en las escrituras del médico años anteriores (y después de este trabajo) dando pie a la base de gran parte de su bibliografía. Hablamos de psicología (desde el punto de vista de Nágera), aunque, y aquí está la parte más oscura, siempre bajo un halo de pseudociencia con el que creía que se podía hallar lo que luego ha pasado a denominarse como el “gen rojo”.
El lugar destinado para la mayoría de los estudios fue el antiguo monasterio de San Pedro de Cardeña, una abadía trapense a 10 Km de Burgos. Aunque hoy considerado como bien de interés cultural, durante la Guerra Civil Española se convirtió en un campo de concentración para prisioneros de guerra del bando franquista, un lugar de espera para su ejecución. En este enclave comenzaba el estudio de Vallejo-Nágera junto a un grupo de colaboradores. La mayoría de los trabajos fueron realizados a prisioneros de guerra que venían de las Brigadas Internacionales (las unidades militares compuestas de voluntarios extranjeros para el ejército republicano), aunque también se llevó a cabo con prisioneros del bando republicano (alrededor de 50).
De lo que allí ocurrió se daría cuenta años más tarde, aunque oficialmente se publicarían varios informes de los resultados en la Revista Española de Medicina y Cirugía de Guerra bajo el título del Biopsiquismo del Fanatismo marxista.
A través de tests psicológicos y mediciones antropomórficas se llegaría a las diferentes conclusiones. En este punto tenemos que volver a la variedad de “presos” que allí habían. Desde el punto de vista de Vallejo-Nágera, la investigación debía dar con la clave porque podían evaluar todas las vías posibles para la creación de un marxista. De esta forma el estudio se dividió en cinco grandes grupos:
- Los prisioneros de Brigadas Internacionales: Posiblemente el grupo con el que el doctor podría enfrentar las conclusiones frente a los presos españoles. Aunque finalmente este grupo, el mayor de todos, no arrojó grandes conclusiones.
- Presos españoles por cuestiones políticas: un grupo clave que podría dar con el gen válido de “origen” para el resto de los grupos.
- Presas españolas republicanas: resolverían y confirmarían las ideas del médico que indicaban que las mujeres participaban para “satisfacer sus apetencias sexuales”.
- Presos catalanes: tremendamente importantes para el médico porque se unía en ellos el “fanatismo marxista y el antiespañolismo”.
- Presos vascos: concluía el objeto de estudio con un grupo que permitiría el análisis de presos católicos donde se une el elemento revolucionario.
Hipótesis preconcebidas sobre el funcionamiento de un “rojo”
Con estos mimbres acudimos a los informes que dieron estos 10 meses de estudios por parte de Vallejo-Nágera y que finalizaron en octubre de 1939. Estas fueron algunas de las hipótesis que el médico arrojó para el trabajo en referencia al marxismo:
He tratado de determinar las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político-democrático-comunista. La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible.La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores…. El imbécil social incluye a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas.
Vallejo-Nágera también añade otras ideas donde encontramos teorías defendidas por sus contemporáneos de la Alemania nazi de Hitler. Hablamos, por si había alguna duda en su trabajo, de las razas. En este caso de la “purificación” de las mismas donde el doctor llegaba a incluir el resurgimiento de la Inquisición en contra de aquellos que fueran antipatriotas, anticatólicos o antimilitares. Si se quiere, ante todo aquello que bajo sus ideales corrompieran la “raza española”:
La raza es espíritu. España es espíritu. La Hispanidad es espíritu... Por eso hemos de impregnarnos de Hispanidad... para comprender nuestras esencias raciales y diferenciar nuestra raza de las extrañas... Militarismo social, que quiere decir orden, disciplina, sacrificio personal, puntualidad en el servicio, porque la redoma militar encierra esencias puras de virtudes sociales, fortaleza corporal y espiritual. Para mejorar la raza es necesario la militarización de la escuela, de la Universidad, del taller, del café, del teatro, de todos los ámbitos sociales.La parte del problema racial de España es que hay demasiados Sanchos Panzas (físico redondeado, ventrudo, sensual y arribista), y pocos Don Quijotes (casto, austero, sobrio e idealista), personajes imbuidos en un militarismo, identificando la cultura militar como la máxima expresión de raza superior.
El alcoholismo y el “libertinaje” también fueron dos de las conclusiones a las que llegaba Vallejo-Nágera para la creación de un marxista (en este caso de los brigadistas internacionales):
Entre los marxistas hay un alto índice de temperamentos degenerativos e individuales oligofrénicos. Son poco inteligentes, incultos, borrachos y con una religiosidad por los suelos. El libertinaje sexual parece un elemento común, constituye la tónica de los marxistas norteamericanos. En este sentido, de todos los grupos, los británicos son los que superan en libertinaje sexual a los demás grupos.
Finalmente y en cuanto a la mujer, sus conclusiones fueron las siguientes:
La mujer participa en política para satisfacer sus apetencias sexuales. La razón hay que buscarla en la característica debilidad del equilibrio mental de la mujer, la menor resistencia a las influencias ambientales y la inseguridad del control sobre la personalidad. Por ello, es fundamental que la religión católica imponga a la mujer sus estrictas normas a modo de “freno” a su tendencia animal. Cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer se despiertan en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas, característica de la crueldad femenina que no queda satisfecha con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión.
1996, La Psicología en los Campos de Concentración de Franco
No hace tanto tiempo de estas ideas, apenas varias décadas, pero sí ha sido un momento de la historia en el que el olvido ha sido la mejor de las terapias en muchos casos, en otros simplemente la vergüenza. Así se entiende que durante muchos años gran parte de la obra de Vallejo-Nágera permaneciera en el silencio.
Casi seis décadas después, en 1996, veía la luz el trabajo de los profesores Rafael Llavona y Javier Bandrés bajo el título de La Psicología en los Campos de Concentración de Franco publicada en la revista especializada Psicothema. En el mismo se recogen estudios y un gran números de relatos de primera mano de presos que convivieron en San Pedro de Cardeña.
Gracias al mismo hoy sabemos con más detalle lo que allí ocurría. Por ejemplo que los brigadistas internacionales corrían mejor suerte que los españoles, ya que servían de intercambio por los prisioneros italianos en manos de la República. También que Vallejo-Nágera no se rodeó únicamente de colaboradores cercanos, por allí también estuvieron miembros de la Gestapo y científicos alemanes que acudían a realizar tests a los presos.
En cuanto al intento de regeneración de los “rojos”, como recoge el trabajo de los profesores, fue obviamente un rotundo fracaso. Vallejo-Nágera lo intentó únicamente con los presos marxistas españoles, todos sin éxito. Lo hizo obligándoles a desfilar diariamente, a entonar gritos franquistas o incluso llegando a intentar esta “reinserción” a través de cursillos religiosos mensuales.
El robo de bebés a través de la teoría del “gen rojo”
Los trabajos posteriores como el de ambos profesores, accediendo a la documentación de las investigaciones de Vallejo-Nágera, también han sido claves para reabrir el drama que ocurrió con los denominados niños perdidos. El psicólogo ya había expuesto en La locura y la Guerra: psicopatología de la guerra española, que se debía abogar por la separación de aquellos hijos de padres marxistas, ya que “la segregación de estos sujetos desde la infancia podría liberar a la sociedad de una plaga tan temible”.
Y es que Vallejo-Nágera no se limitó al terreno teórico. Tal y como explicaría el historiador y profesor Ricard Vinyes (luego reflejado en el documental Los niños perdidos del franquismo, del que fue asesor), su influjo con teorías seudocientíficas afectaron a las relaciones que tuvieron muchas de las presas republicanas con sus hijos, en algunos casos muertos por inanición o separados de sus madres sin saber jamás cual sería su paradero. Y es que según el diagnóstico de Vallejo-Nágera:
Debemos agradecer a Nietzsche la resurrección de las ideas espartanas acerca del exterminio de los inferiores orgánicos y psíquicos, de los que llaman parásitos de la sociedad.La sociedad moderna no admite tan crueles postulados en el orden material, pero en el moral no se arredra en llevar a la práctica medidas incruentas que coloquen a los tarados biológicos en condiciones que imposibiliten su reproducción y transmisión a la progenie de las taras que les afectan. El medio más sencillo y fácil de segregación consiste en internar en penales, asilos y colonias a los tarados, con separación de sexos.
De esta forma y “gracias” a estas teorías del psiquiatra se abogaba por la separación entre madre (“roja”) e hijo/a como medida preventiva ante una posible “infección” de los críos a estas. Una aberración que se producía a la misma que vez que el psicólogo “despegaba” en su carrera donde acabaría presidiendo el Primer Congreso Internacional de Psiquiatría (París, 1950) o ingresando un año más tarde en la Real Academia Nacional de Medicina
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