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El 2025 es una buena oportunidad para desmontar los discursos que intentan blanquear el franquismo y para denunciar su complicidad con el nazismo y el fascismo. Recuperar la historia de Josep Miret, y explicarla a la gente joven, puede ayudarnos a luchar contra la expansión de la extrema derecha.
Este artículo se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Esta primavera se conmemora el 80º aniversario de la liberación del campo nazi de exterminio de Mauthausen. En 2025 también se recuerda el final de la Segunda Guerra Mundial. Una representación de la sociedad civil catalana, encabezada por la Amical de Mauthausen y otros campos, estará presente en mayo en Austria para asistir a los actos que se han organizado allí. El anuncio de la conmemoración llega acompañado de una buena noticia: el genocida Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, no podrá asistir después de que el Tribunal Penal Internacional haya ordenado su detención.
Josep Miret, un consejero de la Generalitat asesinado en Mauthausen
Este año será un buen momento para rendir homenaje a todas las víctimas del nazismo y, en concreto, a las catalanas. Pero quizás también sería la oportunidad de recordar a una figura de nuestra historia no suficientemente reivindicada. Cataluña sufre la triste marca histórica de que Lluís Companys fue el único presidente democrático europeo asesinado durante la Segunda Guerra Mundial, tras ser detenido por las tropas nazis en Francia y ejecutado por la dictadura franquista en Montjuïc en 1941. Sin embargo, no es tan conocido que un consejero de su Gobierno, Josep Miret, moriría tres años después, en noviembre de 1944, en el campo nazi de Mauthausen, tras haber sido herido en un bombardeo aliado, y posteriormente asesinado por un guardia de las SS.
Josep Miret i Musté (Barcelona, 1907), firme defensor de la unidad de las izquierdas, era miembro del Partido Socialista Unificado de Cataluña, partido al que se afilió procedente de la Unión Socialista de Cataluña (USC), una de las cuatro organizaciones que fundaron el PSUC en 1936. Había sido secretario general de las Juventudes de la USC. Fue colaborador de Joan Comorera, que fue consejero de la Generalitat y secretario general del partido. Estaba identificado con el sector más catalanista del PSUC, lo que explicaría que el Partido Comunista de España (PCE) nunca lo haya considerado del todo como uno de los suyos. En 1937 fue nombrado Consejero de Aprovisionamientos de la Generalitat: solo ejerció el cargo unas semanas hasta que, tras los Hechos de Mayo durante los cuales mantuvo su fidelidad a la Generalitat junto a ERC y el PSUC, fue destinado al frente de Aragón como comisario político. Sin embargo, es innegable que fue consejero del Gobierno de nuestro país. Era un gran aficionado al rugby y fue jugador del equipo de la sección de rugby del F.C. Barcelona.
Tras la derrota de la República, se unió a la resistencia francesa contra la ocupación nazi. El 30 de noviembre de 1942 fue detenido en París. El 16 de agosto de 1943, Josep Miret fue trasladado a Alemania y recluido en Mauthausen-Gusen, concretamente en uno de sus subcampos, el de Floridsdorf, donde participó en acciones de sabotaje a la fabricación de armas. En noviembre de 1944, unos meses antes de la liberación del campo, sería asesinado. Su hermano, Conrad, líder de la guerrilla urbana en la capital, había sido ejecutado en la prisión de La Santé en París en 1942: una placa recuerda a Conrad Miret como “muerto por Francia”, según acuerdo adoptado por unanimidad en 2013 por los grupos políticos presentes en el Consejo de París; otra placa fue instalada en 2018 en el edificio que había sido su domicilio, en la calle Aribau de Barcelona, por el Ayuntamiento presidido por Ada Colau.
De Montserrat Roig a Rosa Toran
Josep Miret aparece citado en el libro de Montserrat Roig Els catalans als camps nazis (Edicions 62, 1977). Según confesaba la propia autora, Josep Benet la “enrolló” para escribir una obra, publicada durante la transición, que fue fundamental para entender una parte esencial de nuestra historia que había sido ocultada durante la dictadura. Artur London, en la presentación del libro, explica las circunstancias de la detención y la muerte de Miret, a quien define como “ministro de la Generalitat”. Y Montserrat Roig lo cita en 16 páginas diferentes.
Durante los años de gobiernos convergentes, la recuperación de la memoria democrática no fue una prioridad para Jordi Pujol. Fue necesario esperar al gobierno catalanista y de izquierdas para que el consejero de Relaciones Institucionales y Participación, Joan Saura, junto a la Amical de Mauthausen, rindiera, en el campo de Ebensee, en 2005, el primer homenaje oficial a Josep Miret, en el marco de los actos del 60º aniversario de la liberación de los campos nazis. Saura afirmó que le resultaba “sorprendente” que un exconsejero de la Generalitat como Miret no hubiera sido homenajeado por el Gobierno catalán anteriormente, algo que atribuyó a “una situación de olvido generalizado y amnesia histórica” durante los años posteriores al franquismo. Fue la primera vez, veinticinco años después de las elecciones al Parlamento de Cataluña de 1980, que un consejero de la Generalitat participaba en un acto similar.
La figura de Miret fue objeto de un libro publicado por la historiadora Rosa Toran, Josep Miret Musté (1907-1944). Conseller de la Generalitat, deportat i mort a Mauthausen. Militancia política, acció institucional i lluita antifeixista (Edicions 62, 2017), con prólogo del catedrático Josep Fontana. Rosa Toran nos permite acercarnos a la trayectoria vital y política de Miret, hasta su muerte a manos de Hans Bühner, miembro de las SS.
El Ayuntamiento de Barcelona había bautizado con su nombre una calle en el barrio de Sant Martí en 1984, siendo alcalde de la ciudad Pasqual Maragall, cuando el PSUC tenía en el consistorio tres de sus dirigentes: Jordi Solé Tura, Jordi Borja y Jordi Conill. Y más recientemente, en 2023, se decidió dedicarle una de las losas llamadas Stolpersteine en memoria de las víctimas del nazismo, en la calle Aribau, tras el trabajo realizado por el alumnado del Instituto Teresa Pàmies.
El 80º aniversario de la liberación de los campos nazis sería un buen momento para que el Gobierno de la Generalitat, el Parlamento y también en el ámbito deportivo el FC Barcelona, recuperaran con mayor decisión la personalidad de Josep Miret y su trayectoria al servicio de la libertad. Desde hace años, el historiador y responsable del Archivo del PSUC, Marià Hispano, reivindica la instalación de una placa en el Palau de la Generalitat que recuerde la figura de ese consejero del gobierno catalán. En todo caso, este 2025 debería plantearse la celebración de un acto de reconocimiento institucional y de país a su memoria. Sería de justicia, pero también la oportunidad de poner en valor una figura que aporta prestigio europeo e internacional a la lucha de Cataluña por la libertad.
Políticas de memoria, eje de la confrontación izquierda-derecha
Hoy, la Memoria Democrática en relación al franquismo y la dictadura se configura como un elemento clave en la distinción entre las fuerzas progresistas y la derecha y la extrema derecha. El PP y Vox han emprendido una lucha feroz contra las políticas públicas de Memoria. Ahora se niegan a participar en los actos en recuerdo de la etapa que, en medio de incontables movilizaciones sociales y políticas que reivindicaban la democracia, se abrió en España hace cincuenta años con la muerte del general Franco. Un grupo de supuestos intelectuales conservadores, incluidos algunos exsocialistas arrepentidos, se oponen a la conmemoración y denuncian “la mistificación histórica y su miserable recurrencia a la Guerra Civil y la memoria histórica”. La derecha no quiere recordar porque tiene mucho que esconder y porque, en buena parte, es heredera de los sectores que apoyaron la dictadura. En los últimos meses se han producido episodios vergonzosos como el protagonizado por el presidente del Parlamento balear, Gabriel Le Senne, de Vox, rasgando la fotografía de Aurora Picornell y Ses Roges des Molinar, asesinadas por los falangistas en 1937. PP y Vox quieren sustituir las Leyes de Memoria de diversas comunidades autónomas por leyes llamadas cínicamente “de concordia”.
El 2025 es una buena oportunidad para desmontar los discursos que intentan blanquear el franquismo y para denunciar su complicidad con el nazismo y el fascismo. Recordar los horrores de los campos nazis y el final de la Segunda Guerra Mundial debe ser también un estímulo para luchar contra la expansión de la extrema derecha en nuestro país, en Europa y en América. Recuperar la historia de Josep Miret, y explicarla a la gente joven, puede ayudarnos a alcanzar unos objetivos que él habría compartido.
Jaume Bosch es abogado, exsenador y exdiputado en el Parlament por Iniciativa per Catalunya Verds.
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