En el liceo de Pantin, Región parisina
Tras leer con nuestros alumnos de Bachillerato de español una página del testimonio de Mercedes Núñez Targa, republicana española deportada a Ravensbrûck, tuvimos la suerte de recibir en nuestro liceo de las afueras de París al hijo de dicha deportada, Pablo Iglesias Núñez, quien expuso a nuestros alumnos de unos diecisiete o dieciocho años unas realidades hoy en día difíciles de concebir para nuestra juventud sobre aquel sistema de exterminio.
He aquí unos pocos apuntes sobre lo que nos expuso en una hora, con gran dominio del tema y abundancia de documentos históricos, con fondo del Cant dels ocells de Pau Casals:
«123 000 mujeres y niños fueron deportados a Ravensbrûck.
Las primeras deportadas a Ravensbrûck, inaugurado en 1938, fueron alemanas. Fueron deportadas quienes construyeron la carretera en aquella terrible zona pantanosa. Iban cinco por fila, custodiadas por SS y perros. Las mujeres SS eran peores que los hombres.
Había triángulos de todos los colores, cada uno para cada una de las infernales clasificaciones nazis. Los republicanos españoles, por obra de Serrano Súñer, eran «apátridas». Llevaban el triángulo azul.
Alemania pidió mano de obra a Francia y 927 niños y ancianos fueron deportados con el convoy de Angoulême en agosto de 1940.
Había 23 barracas de madera. Hace hasta 20 grados bajo cero en invierno.
Entre los dibujos de Violette Rougier-Lecocq (francesa deportada) unos representan el campo de selección, las mujeres sanas iban a trabajar. Ravensbrûck fue construido por deportadas. Tenían jornadas de doce horas. Los nazis habían previsto nueve meses de rendimiento.
Había talleres de 70 empresas, algunos a diez km. En Siemens utilizaban niños en la fabricación de los componentes electrónicos. Se fabricaban telas para los uniformes del ejército alemán.
Los magnates herederos de hoy no han sido desposeídos.
Alrededor del campo los SS vivían con su familia.
Las mujeres SS, con sus perros, eran más duras que los hombres.
Himmler, el jefe de los campos de concentración, visitó el campo en marzo de 1941.
En la plaza del «Appell» las deportadas se quedaban entre dos y diez horas. Las contaban y volvían a contar para averiguar que no había escapado ninguna.
Lo más duro, según Mercedes Núñez, era la situación de los niños y el «appell». Llevaban una cruz pintada en la espalda, indicando la situación del corazón.
El médico SS Gebhart hacía experiencias, como quitarles la médula a los huesos de las piernas, quitar músculos.
El rulo de 800 kg era arrastrado por las deportadas, a veces se les escapaba y las aplastaba.
El «bunker» era una celda de castigo. Mercedes pasó en él una semana.
El pasillo de las ejecuciones permitía a los nazis ahorrarse balas, varias deportadas eran matadas con una sola bala. Las ahorcadas se quedaban en la horca el día entero para que las vieran.
En la cámara de gas se usaba el gas zyklon.
En los hornos crematorios se metía a tres presas a la vez porque estaban escuálidas. Sus cenizas eran tiradas en el lago.
Mataron a 92 000 mujeres y niños. Una parte de los campos de concentración y exterminio fue liberada por los soviéticos.
Había veintitrés nacionalidades en Ravensbrûck pero había solidaridad. Además las deportadas hacían sabotajes en la fabricación de los obuses : rayándolos ya no servían. Robaban hilos de los trapos para fabricar pequeños juguetes.
En Buchenvald hubo 56.000 muertos
En Ravensbrûck, 92.000
En Sacsenhausen, 100 000
En Dachau, 32.000
En Auschwitz, 4 millones
En Mauthausen, «el campo de los españoles», 122 766 (entre ellos 4.800 de los 7.000 españoles deportados allá)
En Treblinka, 800.000.
Citando al portugués Saramago («Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos, sin responsabilidad quizá no merezcamos existir»), Pablo Iglesias nos enseñó un cartel donde ponía: «Plus jamais ça» («Nunca más eso»).
Se dice que no se sabía que existían los campos de concentración. Pero en 1934 en la revista «Lecture pour tous» salía una foto de los «trágicos campos», con un artículo que contaba lo que pasaba en Dachau. También citó Pablo Iglesias los «Cahiers du Communisme» de 1935 y varias otras publicaciones y L’Affiche Rouge del 21 de febrero de 1944, en la que se presenta a los resistentes FFI-FTP-MOI como «terroristas».
En el libro de Mercedes Núñez, «La valeur de la mémoire» («El valor de la memoria») , se recuerda que en los años 30 Hans Beimler hablaba del « campo de asesinos de Dachau».
Pablo Iglesias nos enseñó el mapa d e los maquis en Francia. Su madre, Mercedes, estuvo en la quinta Agrupación de guerrilleros del Aude. Fue sargento FFI-FTP-MOI.
En «Regards» de 1945 se publicaron fotos de Paco Boix.
En el momento de la Liberación hubo gran confusión. Un traductor de los nazis se escondió entre los resistentes pero fue desenmascarado y Mercedes Núñez fue testigo en su juicio.
Pablo nos enseñó también los brazaletes de la Resistencia, con la cruz de Lorena y la bandera tricolor española añadida al lado.
Dijo que no fueron los americanos quienes liberaron París. París se liberó con sus propias insurrecciones. La Nueve llegó después de la liberación, se los engañó : pensaban irse a España después.
Al pie de la Tour Montparnasse hay una placa a los resistentes de Paris que no estuvo durante 60 años ».
Después de este breve pero muy documentado recorrido por la Historia de aquellos años trágicos, se le hicieron al conferenciante español algunas preguntas, entre ellas :
- ¿Cómo ve Ud el regreso de la República? (a éste respecto tedremos que leer el parecer de Jean Ortiz, quien acaba de publicar «La République est de retour» («Vuelve la República») . Nos contestó que lo ve difícil, que algunos dicen: «Soy republicano pero también soy juancarlista ya que Juan Carlos salvó la democracia». Añadió también que una república burguesa no interesa. Podemos no se pronuncia a ese respecto y eso, dice Pablo Iglesias Núñez, es inquietante.
- A una pregunta personal contestó: «Cuando los deportados llegaron a París se les dio un paquete en el Lutetia a los hombres, no a las mujeres. Muchas familias no se encontraron. Cada nacionalidad tenía sus ambulancias pero los españoles no tenían nada. Ravensbrûck fue liberado el 14 de abril, día de la República. Hasta el 25 de mayo los españoles no tuvieron destino».
Después de contestar las preguntas, Pablo nos dio las gracias como se las dimos a él por el emocionante discurso tan documentado sobre tan triste capítulo de la Historia de la humanidad pero que no debe caer en el olvido. Hay que transmitirlo a los jóvenes -y los nuestros estuvieron muy atentos e interesados- para que no vuelvan a ocurrir semejantes atrocidades.
Una chiquilla muy estudiosa y aplicada nos sacó una foto y quiso adquirir el libro «El valor de la Memoria», prueba que el mensaje había hecho mella.
Rose-Marie Serrano, Pantin, 13 de febrero de 2015
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