http://www.ecorepublicano.es/2015/03/el-dia-que-murio-la-reportera-de-guerra.html
Gerda Taro, seudónimo de Gerta Pohorylle, nació en Stuttgart, Alemania en 1910. Era hija de una familia judía llegada de la Galitzia austro-húngara (hoy Polonia). A pesar de sus orígenes burgueses, desde muy joven entró a formar parte de movimientos socialistas y obreros. Por eso con la llegada de los nazis al poder, y tras haber sufrido una detención, decidió huir con una amiga a París.
En París conoció por casualidad a André Friedman (Robert Capa), un judío húngaro que intentaba ganarse la vida como fotógrafo. Gerda y André trabajaron en estrecha colaboración, a ambos les unía la pasión por la fotografía, pero también una estrecha relación sentimental.
En 1936 da comienzo la Guerra Civil Española, que marcaría decisivamente a ambos. Se trasladan a España para cubrir el conflicto. Fueron testigos de diferentes episodios de la guerra, y realizaban reportajes que luego eran publicados en revistas como Regards o Vu.
Gerda se convirtió en una pionera del fotoperiodismo, cuya corta carrera consistió casi exclusivamente en dramáticas fotos de los frentes de la Guerra Civil española. Sus imágenes, muy habituales en la prensa francesa de izquierdas, incorporaban los encuadres dinámicos de la fotografía de la Nueva Visión, a la vez que una gran proximidad emocional al tema. Las fotos de Taro son un documento tan contundente como escasamente conocido de este importante momento en la historia de la fotografía bélica.
Un tanque la aplastó en Brunete.
En julio de 1937, durante un reportaje sobre el crucial episodio de la batalla de Brunete, la joven reportera había recorrido parte del frente acompañada por Ted Allan, un aterrorizado amigo miembro del servicio médico de las Brigadas Internacionales, que la seguía por amor. Antes, Gerda se había enfrentado con el general Walter, jefe militar de la zona, que quería expulsarlos del terreno de combate porque se esperaba un fuerte contraataque franquista.
Los Stukas y los Heinkel alemanes no la hicieron desistir. Gerda trabajó de trinchera en trinchera hasta que no le quedó ninguna foto. Después, cuando llegó la aviación enemiga y los envolvió en una nube feroz de metralla y bombas, se retiró rápidamente, al mismo ritmo que las tropas republicanas acosadas por la Legión Cóndor. Para tratar de escapar de aquel infierno y tras ayudar a trasladar a varios heridos, Gerda y Ted saltaron sobre el estribo del coche del general Walter. Allí se mantuvieron hasta que un tanque republicano que perdió el control rozó el vehículo y la hizo caer. El tanque la aplastó.
El escritor alemán Nil Thraby, en su obra de teatro El día que murió Gerda Taro, describe así el accidente: “El tanque pasó justo por debajo de su cintura. Las cadenas hicieron crujir los huesos como palos secos. Cuando hubo pasado el monstruo no quedó más que papilla donde antes había muslos, piel y dedos. La pared abdominal se había roto y las entrañas grises habrían salido si no hubiera sido por la fuerza de su propietaria. Dicen que con las manos blancas del esfuerzo, Gerda las aguantaba dentro de lo que quedaba de su vientre”.
La oruga del tanque la destripó, por lo que fue trasladada urgentemente al hospital inglés de El Goloso de El Escorial. Gerda moriría al alba del día siguiente, en el hospital. Era la madrugada del 6 de julio de 1937, seis días antes de cumplir 27 años. Antes, a la enfermera americana que se ocupaba de ella le había preguntado si su material se había salvado.
Su cuerpo fue trasladado a París, donde recibió todos los honores como una heroína republicana. Sus restos se encuentran enterrados en la división 97 del Cementerio del Père-Lachaise, en París.
Eco Republicano
Fuentes consultadas: Tiempo de Hoy y Wikipedia
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