dijous, 2 d’abril del 2015

Ha muerto Francisco Manzano, el hombre que nunca dijo dónde estaba la imprenta


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LA LIBERTAD NO LA TRAJO A ESPAÑA UN REY, SINO HOMBRES Y MUJERES COMO MANZANO
Manzano fue un militante muy respetado. El colectivo de la Juventud Comunista de su distrito lleva su nombre pero además, ha sido condecorado con la medalla de la ciudad en 2010, y el 19 de julio de 2013 se inauguró un parque con su nombre en su barrio.

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A pesar de lo que se nos diga, la Historia nunca la hacen los llamados grandes hombres. La Historia de la lucha antifranquista, como la de todas las luchas de liberación, se construyó en base a enormes sacrificios de personas anónimas que nunca serán reconocidas lo suficiente. Personas como Francisco Manzano, histórico militante comunista andaluz que nos dejó el pasado 1 de abril, volviendo a sumir en el duelo a toda la organización sevillana, una organización que parece estar siendo víctima de una broma macabra del destino, y que ha sufrido en muy poco tiempo la desaparición de algunos de sus militantes más queridos.

Manzano era vecino de la Barriada de las Huertas y sevillano de adopción. Nació en Linares en 1929, pero siendo apenas un niño se vio obligado a emigrar con su familia a Sevilla, ciudad en la que conoció la miseria que vivían los inmigrantes que llegaban a la capital en búsqueda de oportunidades. Su padre, bibliotecario de la CNT, fue represaliado tras la el triunfo del levantamiento fascista de 1936, y sería esto, unido al conocimiento en primera persona de las terribles condiciones de vida que soportaba su clase, lo que impregnaron en él un carácter rebelde.

Paco, harto de las injusticias que se sucedían en la dictadura, se unió a la lucha por su derrocamiento. Ingresó en una célula clandestina del Partido Comunista de España en un momento extremadamente delicado. La II Guerra Mundial había terminado, y se pensaba que el fascismo en España iba a caer del mismo modo que lo había hecho en Alemania e Italia. La dirección del PCE, decidida a dar la puntilla a un régimen que consideraba moribundo, envió a España a algunos cuadros curtidos en las guerras de liberación, y comenzó una seria reestructuración de su organización que rápidamente se convirtió en diana de las autoridades franquistas. En plena expansión represiva, Manzano fue captado por el Comité Regional que se constituyó en Andalucía y, como trabajador de RENFE que era, se le encargó la distribución de las publicaciones del partido desde la imprenta que tenía la organización en Jerez. Su osadía le costó cara, y el verano de 1948, lo detuvieron con sólo 18 años. A pesar de las terribles torturas a las que fue sometido, nunca delató a ningún compañero y tampoco dijo dónde estaba la imprenta.

Cumplió tres años de cárcel y al salir fue desterrado, pero nada de esto quebró su compromiso y por eso siguió trabajando en la reconstruc­ción del PCE y las Comisiones Obreras. En 1977 la amnistía general y la legalización del PCE permitieron a Paco salir de la clandestinidad, siendo readmitido en RENFE y elegido delegado sindical de la empresa por CCOO hasta su jubilación, fecha en que pasó a formar parte de la ejecutiva del Sindicato de Pensionistas y Jubilados, sustituyendo años después en su secretaría general al recordado Rafael Manjón. Manzano no dejó de luchar hasta el fin de sus días, y además de su actividad en el sindicato, fue elegido responsable de la Asociación de Expresos y Represaliados Políticos de Sevilla, entidad desde la que, tras una larga batalla, consiguió que el Ayuntamiento erigiese un monolito sobre una de las fosas comunes del cementerio.

Manzano fue un militante muy respetado. El colectivo de la Juventud Comunista de su distrito lleva su nombre pero además, ha sido condecorado con la medalla de la ciudad en 2010, y el 19 de julio de 2013 se inauguró un parque con su nombre en su barrio. Manzano será enterrado la semana que viene en el monolito que él mismo inauguró, y que queda ahí para recordar a las generaciones futuras quienes fueron los verdaderos demócratas de este país. Porque la libertad no la trajo a España un rey, sino aquellos hombres y mujeres que como Manzano, conocieron cárceles y destierros, y soportaron torturas, asesinatos y humillaciones, pero que aun así nunca se rindieron, ni dijeron jamás dónde estaba la imprenta.