http://www.hoy.es/extremadura/201503/29/pone-nombre-apellidos-represaliados-20150329192635.html
Badajoz fue, tras Sevilla, la provincia con más víctimas, concluyen los investigadores tras una década de trabajo
Los primeros fueron los 17 muertos a disparos de la Guardia Civil el 19 de julio de 1936 en Azuaga. Los últimos, los guerrilleros pacenses Nicolás García y Eugenio Herrera ‘Cuquino’ en abril de 1950 en la mina de Santa Quiteria (Toledo). Y entre medias hay al menos otros 13.203. Son los represaliados extremeños del franquismo, y sus nombres y apellidos figuran en un libro de 924 páginas, de las que más de setecientas recogen listados. En ellos están, negro sobre blanco, las identidades de las víctimas, una recopilación que es fruto de diez años de encerrarse en archivos, recorrer pueblos hablando con vecinos que conservan la memoria de los años más negros, localizar fosas comunes, explorarlas, exhumar cuerpos...
Toda esa tarea la ha realizado un grupo de investigadores de la Universidad de Extremadura (Uex), y el resultado está en ‘Proyecto Recuperación de la Memoria Histórica en Extremadura: balance de una década (2003-2013). Investigación de la Guerra Civil y el Franquismo’. El volumen pone luz a una época que aún conserva sombras, tan trascendental como controvertida en la historia del país y de una región que según concluyen los autores, ocupa un puesto tristemente privilegiado en la clasificación nacional de las vidas perdidas. La provincia de Badajoz, sostienen los investigadores, fue la segunda más castigada de España, solo por detrás de Sevilla. Murieron 11.205 personas, o lo que es lo mismo, el 15,3 por ciento de la población estimada del año 1940.
Este dato explica en gran modo por qué el trabajo de una década se ha centrado en la provincia pacense y en la represión franquista en vez de en la republicana. Porque en Cáceres murió menos gente, dos mil según el estudio recién publicado, que en su inicio explica que los datos sobre víctimas de los republicanos ya se conocían. A ellos cabe culpar de 1.667 óbitos en toda la comunidad autónoma, frente a los 13.205 de la represión franquista, sostiene el trabajo, que firman Julián Chaves Palacios (director del Proyecto), Candela Chaves Rodríguez, Cayetano Ibarra Barroso, Javier Martín Bastos y Laura Muñoz Encinar.
«Es un proyecto pionero en España», resumió Julián Chaves durante la presentación del libro, que próximamente se pondrá a la venta y que destaca por la cantidad de datos que ofrece. El análisis de registros civiles y archivos municipales, provinciales y nacionales, las entrevistas a familiares de represaliados, las exhumaciones de fosas comunes y la información facilitada por asociaciones de recuperación de la memoria histórica y otros colectivos son las bases que sustentan la investigación. En ella se incluyen, entre otras, listas de extremeños que aparecen en los libros de defunciones de los registros civiles de la provincia y en los de los cementerios de la Badajoz ciudad y de Mérida; la relación detallada de quienes pasaron por tribunales militares (el número uno de Madrid y el dos de Sevilla); procesados en consejos de guerra; aquellos a los que conmutaron la pena de muerte entre los años 1936 y 1945; vecinos sancionados por infringir la Ley de Responsabilidades Políticas; recluidos en cárceles, con especial incidencia en la prisión provincial de Badajoz; los que fueron deportados a campos nazis, los que emigraron a México...
Un catálogo cargado de cifras. Por ejemplo: más de la mitad de las muertes se produjeron en el año 1936, la represión afectó especialmente a quienes tenían entre 30 y 34 años y de cada cien fallecidos, ocho eran mujeres. La obra detalla también que entre defunciones y desapariciones, la ciudad de Badajoz sumó 1.451 personas, 763 Mérida y 582 Almendralejo. Y que las comarcas con más víctimas fueron las de Zafra-Río Bodión, Tierra de Barros y Vegas, debido fundamentalmente «al avance de la columna Madrid por la Ruta de la Plata». «Hemos identificado - apuntó ayer Javier Martín Bastos- a más de trece mil personas, pero esto no significa que no haya más».
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