María Torres / 13 Abril 2015
Sábado, 11 de abril. Un sol resplandeciente ilumina Tui, ciudad
que antaño fue capital de una de las siete provincias del antiguo Reino de
Galicia y donde Galicia es frontera con Portugal y el Pai Miño es el
protagonista absoluto del paisaje, junto con las cumbres de los montes Aloya y
Faro.
Un año más, coincidiendo con el 84 aniversario de la
proclamación de la II República española, cerca de medio centenar de personas
se dan cita a las doce y media de la mañana a los pies del monumento a los
represaliados situado en la Alameda, obra del escultor Silveiro Rivas, para
rendir homenaje a las víctimas del franquismo.
Una muñeira, impecablemente bailada por Patricia, da origen al
acto, organizado por Levada Libre, bajo las notas de una gaita que
acompaña toda la jornada.
El aire y los corazones se llenan de Memoria. Toma la
palabra Manuel Vázquez de la Cruz, rodeado del calor humano de los que quieren
seguir luchando por mantener viva la memoria de los suyos. Se recuerda a
los que marcharon el último año, como Purita, Eduardo Sousa y Alexander. Se
rinde homenaje a Paco Osuna y a su mujer, una de las familias más represaliadas
de Tui; a Raul Francés, hijo y sobrino de fusilados; a Espronceda, hijo de
Domingo Páramos, el ferreiro de Caldelas, ejecutado en Mondariz, de donde sus
restos fueron sacados para llevarlos al Valle de los Caídos y donde reposan
junto a su verdugo; a la esposa de Serafín Fernández, hijo y hermano
de fusilado. Allí se encuentran los que les sobreviven, como Vanesa,
una biznieta que lucha por recuperar la historia de su
bisabuelo Gumersindo Rodríguez Casal, ejecutado en Tui en septiembre
de 1936; como Pilar, nieta de un portugués también represaliado.
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