dissabte, 6 de juny del 2015

Francisco Pimentel.


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La Voz de Ronda 06.06.2015
MEMORIA/PAPELETA
De mi amigo Cecilio (www.todoslosnombres) me llega un escrito muy interesante que extracto: No es que sean malos tiempos para la lírica, es que tampoco son buenos para la épica. La política de exhumaciones… desde Noviembre de 2014 se nos ha venido diciendo -siempre en voz baja y con sordina- que los problemas burocráticos se habían solucionado.
Esto fue lo que nos dijo Javier Giráldez, director general de Memoria Histórica (preferimos este nombre que deja claro a qué nos referimos, frente al más ambiguo de Memoria Democrática)
Entramos en un contexto que se escapa al mero ámbito memorialista. Aunque le afecte. En un mundo político y una sociedad con tantos déficits democráticos, siquiera los formales, la confusión entre administración y gobierno es completa. Tanta, que se identifica la primera con los intereses del segundo y, mientras que no lo sean, todo es ‘provisional’. Evidentemente las opciones políticas son las que deciden la orientación de la administración. Pero también lo es que, en un Estado homologable a las democracias occidentales, debe ser historia la época de las cesantías y la parálisis de la vida social, que siempre es más amplia que la gubernamental
Sin embargo la ‘provisionalidad’, en lo que respecta a la Memoria Histórica, es el instrumento que pone de manifiesto que los partidos políticos, incluso aquellos que se dicen de ‘izquierdas’, la consideran una cuestión de segundo orden. Nunca apostaron decididamente por ella. Cuando lo hicieron fue por el empuje del movimiento asociativo, en el que participaban muchos de sus afiliados, que ponía a los partidos políticos contra la pared.
Los años setenta no eran el momento. En los ochenta, la sociedad anestesiada no la demandaba. A finales del siglo pasado el despertar de una parte de la sociedad, los primeros síntomas de un régimen que se resquebrajaba y los intereses electorales la subieron a la cresta de la ola. A regañadientes, con la boca chica siempre, muchos se montaron al carro. Pero poco habían cambiado en treinta años.
La existencia de un movimiento civil autónomo y potente volvió a despertar urticarias en las direcciones de las empresas que son los actuales partidos políticos. Poco tardaron en aprestarse a controlar o desmontar las asociaciones por la Recuperación de la Memoria Histórica. Por las buenas o por las malas.
Así, en Andalucía, precisamente este año se ha cumplido la década de lo que primero fue la oficina del Comisario de la Memoria Histórica de Andalucía, el antecedente de la actual Dirección General, al rebufo de lo que estaba haciendo el Gobierno central, por aquel entonces, también gestionado por el PSOE de Rodríguez Zapatero. Por cierto, que quizás celebrar este cumpleaños fuera un buen momento para que se iniciara la buena práctica de elaborar un balance público de la actividad realizada. Ni siquiera tiene que ser anual, podría ser cuatrienal por eso de los tiempos electorales. Bueno, si se mantienen. Sería un avance ya que hasta hoy, tras el «gobierno» de la memoria andaluza por cinco políticos, ninguno ha considerado necesario hacerlo. También es verdad que nadie, ni en el Parlamento ni en la calle, ha pedido explicaciones por este hecho.
La consecuencia ha sido que años después de ordenar la elaboración de un mapa de fosas y, tras pasar también un largo espacio de tiempo antes de ser hecho público en la web de la consejería pertinente, no ha experimentado ninguna modificación a pesar de las decenas de intervenciones realizadas en fosas desde entonces. Vergüenza debe dar tal actuación, que pone de manifiesto que, cuando la comisión de la ONU visitó estas tierras, los responsables mintieron asegurando que se iba actualizando.
Francisco Pimentel

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