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Reescribiendo la historia del ‘Gasta’
La ARMH analiza en su laboratorio de Ponferrada los restos del guerrillero y descubre que la causa de la muerte no fue un tiro en la cabeza, sino en el cuerpo.
La Nueva Crónica/Noemí Sabugal/01-06-2015
Sobre la tierra que cubría a Bernardo Álvarez Trabajo, conocido como ‘el Gasta’, han llovido 66 años. En primavera, nacían entre la hierba algunas margaritas y en invierno caía del muro que resguardaba el espacio una humedad oscura que acentuaba la soledad del pequeño cementerio gallego en el que reposaban -sin reposar- los restos de este guerrillero berciano.
Ahora el Gasta ya no está allí, porque ni el tiempo ni la distancia han hecho que su familia olvidara su fosa sin nombre en el camposanto lucense de Teilán. Miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ARMH, sacaron su cuerpo hace una semana, tras una primera exhumación en 2012 de unos restos que finalmente resultaron ser los de su compañero Manuel Fernández Soto, conocido como el ‘Coronel Benito’, de Mugardos, y que también fue asesinado en los montes de Remesar y enterrado sin tumba en el cementerio de Teilán junto a Elías López Armesto, apodado ‘Pájaro, y cuyo cuerpo no ha sido localizado todavía.
Los huesos de Manuel y Benito se han reunido de nuevo en el laboratorio de la ARMH en el campus de Ponferrada y siguen contando la triste historia de este país durante la Guerra Civil a través de la suya, que además es una muestra indudable del cainismo que generan estos conflictos, ya que fueron delatados por un infiltrado y ejecutados.
Aunque haya pasado más de medio siglo, igual que su hijo y su familia -por la que una sobrina-nieta participó en la exhumación- siguen conservando su recuerdo, los restos del Gasta tampoco han olvidado y ya han empezado a desvelar lo que le ocurrió. Una de las cosas que los miembros de la ARMH han descubierto es que Bernardo no fue asesinado de un disparo en la cabeza, como aseguraba el certificado de su autopsia, que hablaba de «un disparo con orificio de entrada y salida en el cráneo», sino que la causa de la muerte fue un disparo, o varios, en el cuerpo. Durante la exhumación encontraron un proyectil entre las costillas de su parte derecha.
«A la altura del pecho. Se trata de un disparo sin salida», explica René Pacheco, arqueólogo de la asociación. Estos son los primeros resultados del estudio que se está realizando al cuerpo del guerrillero berciano y que concluirán con la elaboración de un informe antropológico forense en el que se especificará la causa de la muerte.
Los documentos de la época no sólo erraban en ese dato, sino también en el lugar donde estaba el cuerpo, lo que provocó que en 2012 se desenterraran los restos del Coronel Benito en lugar de los del Gasta.
«En la documentación habían cruzado los cuerpos, pero la genética es lo que nos ha ayudado, ya que cuando exhumamos el primer cuerpo, habíamos desenterrado un poco el segundo y habíamos tomado un molar como muestra», explica Marco González, vicepresidente de la asociación.
Cuando la prueba de comprobación de ADN, realizada con las muestras aportadas por el hijo del Gasta, que vive en Pamplona, fallaron, se repitieron con el molar y se vio que el cuerpo de Bernardo era el que se había quedado en Teilán. Para esta labor fue fundamental el apoyo del Equipo de Antropología Forense Argentino, EAAF, y de los expertos Mercedes Salado y Luis Fondebrider, que realizaron las comprobaciones en su laboratorio de Rosario, Argentina.
La EAAF es una organización no gubernamental argentina que, con técnicas de antropología forense, se creó para descubrir las causas de la muerte de personas desaparecidas durante la dictadura militar, aunque también trabaja en otros países cuyos campos han sido abonados con la sinrazón de las guerras como Bosnia, Timor, Angola o Kosovo, entre una treintena más de naciones.
«La genética fue fundamental, porque sus características físicas eran muy similares. Los dos eran de edades muy cercanas y con alturas semejantes y con la antropología forense no los podíamos diferenciar. Cuando el primer cuerpo dio negativo con las muestras de su hijo, probamos con el molar que habíamos tomado del cuerpo que creíamos que era el del Coronel Benito y dio positivo», explica González.
Los restos de Manuel Soto se seguirán guardando en el laboratorio de la ARMH, por si la familia los reclama, aunque los miembros de la asociación sólo conocen la existencia de un sobrino que, de momento, no los ha pedido. «En el laboratorio están bien conservados, no hay problema», dicen.
Una vez que finalicen las pruebas a los restos de Bernardo Álvarez, la familia sí prevé recogerlos y darles sepultura como es debido. «Ellos decidirán lo que quieren hacer, si incineración o enterramiento. Nosotros nunca influimos, sólo somos un puente entre los familiares y las víctimas», añade Pacheco.
Un hombre en fuga
La historia de Bernardo Álvarez es la de un hombre en fuga y cuya lucha política ya le había llevado a la cárcel de Astorga en el año 34, dos años antes del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil. Nacido en Bembibre en 1915, el conflicto le pilló realizando el servicio militar en Cádiz. Allí fue detenido por falangistas y llevado a la prisión del Puerto de Santa María, donde fue condenado a muerte. Después fue amnistiado y regresó al Bierzo, donde se convirtió en enlace de la guerrilla.
En 1948 se incorporó a la II agrupación del llamado Ejército Guerrillero de Galicia y un año más tarde, en un tiroteo con la Guardia Civil en las cercanías de Ocero, resultó herido en una pierna, pero logró escapar. Consiguió llegar a la provincia de Orense y se escondió en los montes de Remesar.
Allí, oculto junto a Elías López Armesto, ‘Pájaro’, nacido en Teilán, y Manuel Fernández Soto, ‘Coronel Benito’, de Mugardos, fueron delatados por un infiltrado en la guerrilla, asesinados el 22 de junio de 1949 en Penacoba por miembros de la Guardia Civil y después enterrados en el cementerio municipal de Teilán, sin marcas que identificaran sus tumbas. Sus cuerpos fueron inscritos en el Registro Civil como «desconocidos».
Allí, oculto junto a Elías López Armesto, ‘Pájaro’, nacido en Teilán, y Manuel Fernández Soto, ‘Coronel Benito’, de Mugardos, fueron delatados por un infiltrado en la guerrilla, asesinados el 22 de junio de 1949 en Penacoba por miembros de la Guardia Civil y después enterrados en el cementerio municipal de Teilán, sin marcas que identificaran sus tumbas. Sus cuerpos fueron inscritos en el Registro Civil como «desconocidos».
Cota de Casasola y sus muertos
En un paraje conocido como Cota de Casasola, en Gradefes, existen varias fosas colectivas. Descubrir qué hay en esa zona será la próxima labor de la ARMH, que ya está recopilando testimonios de vecinos de esas localidades y de familiares de algunas de las víctimas, que les han indicado que sus cuerpos están ahí. Los trabajos podrían comenzar este próximo verano.
«No sabemos lo que nos vamos a encontrar, pero podría haber hasta tres fosas con varias personas. El otro día nos llevó hasta una de ellas un vecino de la zona que tiene 90 años y una memoria perfecta y nos comentó que en esa podía haber cinco o seis hombres», avanza Marco González. Los miembros de la asociación creen que en esa zona se enterraron varios represaliados que habrían estado detenidos en el puesto de la Guardia Civil de Cistierna.
«En esa zona hubo bastante represión y hay gente de los pueblos de alrededor. De momento tenemos retazos de memoria y el trabajo sobre desaparecidos realizado por Pedro González de Prado», apunta González. Este historiador local ha recabado nombres e historias de desaparecidos, que ha publicado en el libro Desaparecidos sin causa. Asesinatos en las cabeceras de los ríos Carrón, Cea y Esla, julio 1936-noviembre 1937 y también expone en la página web desaparecidossincausa.es.
“Esto dignifica a las víctimas de aquella sinrazón”
«En la familia había esa tía viuda, pero no se preguntaba demasiado, nunca hubo una búsqueda. Así que no me puedo ni imaginar lo que era vivir aquello con el silencio añadido de no poder contar nada. Cuando participé en la primera exhumación fue distinto, porque la carga emocional la llevaba su hijo y ni siquiera sabíamos si era él, había que hacer pruebas. Ahora ya estábamos seguros y su hijo dijo que no podía pasar por esto otra vez. Por eso fui yo sola. Iba tranquila, pero al llegar a la zona me dio un vuelco el corazón. No pensé que me afectaría tanto».
Así explica Cristina Pimentel, sobrina nieta de Bernardo Álvarez, cómo fue sacar sus restos del cementerio de Teilán, donde estaban en una fosa sin marcar. Bernardo era el marido de Socorro Huerga, hermana de Baldomero, su abuelo, y aunque ella ya había estado en la primera excavación que se hizo en 2012, asegura que esta vez fue diferente, más duro, porque durante estos años ha tenido la oportunidad de conocer más a fondo la historia de su familia, y eso le ha hecho más presente lo que vivieron en aquellos años. «Descubrí que Bernardo había estado en el 34 en la cárcel de Astorga y también supe que a mi abuelo lo tenía aterrorizado un guardia civil de Astorga al que llamaban Quintas. Lo sacaba de casa cuando le parecía y la registraba. A veces, después de estar toda la noche horneando, porque era panadero, llegaba y le requisaba todo el pan. Le hizo la vida imposible. Decía que cuando le veía entrar se meaba en los pantalones del miedo que le daba», cuenta.
Haber investigado estos años la historia de su familia, que también incluye la huida a México de uno de los hermanos de su abuelo para salvar la vida después de un tiroteo que le provocó la amputación de una pierna, a pesar de llevarle a revivir aquel sufrimiento, le ha valido para valorar aún más la labor de la ARMH. «Esto dignifica a esas personas, víctimas de la sinrazón que hubo en España», asegura.
Fotografías de Óscar Rodríguez Alonso.