dissabte, 29 d’agost del 2015

El exilio de republicanos españoles a República Dominicana, 1939 -1940.


http://orbe15.blogspot.com.es/2008/04/el-exilio-de-republicanos-espaoles.html


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.
El exilio de republicanos españoles
a República Dominicana,1939-1940
 1
Natalia González Tejera 2
 


“Ellos los vencedores,
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron,
Me dejan el destierro.”
 3

El presente trabajo constituye un avance de investigación
sobre el tema de la inmigración de republicanos españoles a
República Dominicana en los años 1939-1940 y en la misma
se han usado fuentes documentales, bibliográficas y orales.


En esta primera entrega, además de exponer las condiciones
en que se produjo la diáspora de refugiados de la Guerra Civil
Española hacia territorios hispanoamericanos, se analizan los
datos obtenidos a partir de la lectura de las fichas de permisos
de residencia expedidos a los inmigrantes en el año 1940.


También, se estudian los datos obtenidos en las listas de
pasajeros de los buques La Salle, del 23 de febrero de 1940, y
Cuba, del 21 de abril del mismo año.


1. Conferencia pronunciada en el local de la Academia Dominicana de la
Historia la noche del lunes 23 de julio de 2007.
2. Miembro colaboradora de la Academia Dominicana de la Historia.
3. Fragmento del poema Un español habla de su tierra, de Luis Cernuda
Bidón, nacido en Sevilla en 1902, cuyos poemas reflejan una profunda
reflexión moral. Refugiado de la Guerra Civil Española, se exilió en
México donde murió en 1963.

Es preciso aclarar, que todavía la investigación documental
no ha terminado y que algunos aspectos trabajados en el
presente ensayo están sujetos a comprobación una vez que
culmine el proceso de análisis de todos los documentos.


La Guerra Civil Española y las soluciones para los expatriados


Al finalizar la Guerra Civil Española, muchas personas
se vieron obligadas a exiliarse a otras tierras para evitar la
represión que siguió a la derrota del bando republicano. Es así
como, a través de la frontera con Francia, fueron evacuados
alrededor de medio millón de españoles, desde finales del 1938
hasta principios de 1939.


La presión demográfica que significó esta gran cantidad de
población llevó al Gobierno Francés a establecer políticas frente
al éxodo hispano. Las políticas de este gobierno sobre qué hacer
con los refugiados son analizadas por Dolores Pla Brugat en su
trabajo sobre el exilio republicano en Hispanoamérica al decir
que la decisión de las autoridades estaba orientada hacia
“la repatriación, la reemigración o a conservar una
minoría de estos españoles ya no como refugiados sino como
trabajadores”. 4
La repatriación fue una de las primeras vías tomadas por
los refugiados. Muchos de los que no habían tenido grandes
compromisos con el Gobierno Republicano, o que no habían
luchado en la Guerra Civil, regresaron a España. Es bien
conocido que muchos de los que tomaron esa vía fueron
sometidos a persecución, cárcel o reclusión en campos de
trabajo forzado.


4. Dolores Pla Brugat. “El exilio republicano en Hispanoamérica. Su
Historia e Historiografía”. Historia Social, Nº 42, 2002, p. 99.



La reemigración fue el camino tomado por otros tantos,
aunque el número de los que asumieron esta solución fue
insignificante en relación a aquellos que se quedaron en Francia
o que volvieron a España. Las personas que reemigraron
tomaron varios caminos: el norte de África, América y la
Unión Soviética.


De los países americanos, sólo tres se plantearon políticas
relacionadas con la recepción de refugiados de la Guerra
Civil Española. Estos fueron Chile, México y República
Dominicana. Los primeros dos países se comprometieron a
aceptarlos debido a que sus gobiernos habían manifestado sus
simpatías hacia la República Española y porque su orientación
política era francamente liberal. Sin embargo, su compromiso
estaba marcado por una serie de condiciones relacionadas con
el tipo de exiliados que recibirían. En ningún momento estos
podrían competir por los puestos de trabajo con los nacionales
del país receptor. El número de profesionales debía ser limitado
y los refugiados debían trasladarse a pueblos lejanos de las
capitales. Con estas medidas, tanto el gobierno de México,
como el de Chile evitaban los conflictos propios de la presión
que podría ejercer la llegada de un gran contingente poblacional
y las protestas que generarían en la población la competencia
profesional y laboral.


Otros países en donde se establecieron exiliados en menor
cantidad fueron Cuba, Venezuela, Ecuador, Panamá, Argentina,
Puerto Rico y los Estados Unidos. En todos estos casos, dichos
grupos habían tenido una experiencia previa en uno de los
tres principales países receptores y reemigraron bien en el
quinquenio 1940-1945 o después de finalizada la Segunda
Guerra Mundial.




La política de emigración del gobierno de República
Dominicana a favor de los refugiados tenía otro origen,
desligado totalmente de las simpatías políticas y mucho menos
relacionada con una actitud de misericordia frente al drama
que vivían estos españoles. La recepción de este colectivo por
parte del régimen de Trujillo respondía a la necesidad que tenía
el dictador de mejorar su imagen frente a la opinión pública
internacional, luego de la matanza de haitianos en el 1937. 5
El incentivo a la inmigración había sido desde finales del
siglo XIX uno de los puntos de discusión por los gobiernos
que se sucedieron en el poder en República Dominicana.


Las razones que motivaban estas políticas estaban ligadas a
diferentes circunstancias: la extensión territorial y su relación
con la baja cantidad de población; aspectos étnicos ligados al
rechazo por parte de las clases dirigentes de la negritud y, en
consecuencia, los planteamientos de la necesidad de entrada
de grupos de origen caucásico; y la idea de que la inmigración
de europeos produciría progreso económico y social.


Una importante representación de la intelectualidad del
período referido escribió en torno a la necesidad de la llegada
al país de inmigrantes y estos planteamientos sirvieron
de base para la formulación de leyes que incentivaban el
establecimiento de colonias agrícolas y que motivaban la
repoblación de la frontera dominico-haitiana. 6
5. Roberto Cassá. Movimiento obrero y lucha socialista en la República
Dominicana (desde sus orígenes hasta 1960). Santo Domingo, Fundación
Cultural Dominicana, 1990, p. 272.
6. Jacinto J. Peynado. Por la inmigración. Estudio de las reformas que
es necesario emprender para atraer inmigrantes a la República Dominicana.
Santo Domingo, Imprenta y Librería de J. R. Vda. García,
1909.

En efecto, el artículo 3 de la Ley Nº 686 de Colonización
Agrícola del año 1934, en sus párrafos 1 al 4 señalaba que
podían ser admitidos en las colonias del Estado los extranjeros
que, además de reunir las condiciones de ser aptos para las
labores del campo, no tuvieran antecedentes penales y gozaran
de buena salud, fueran de raza blanca y poseyeran fondos
suficientes para suplir sus necesidades y pagar los gastos de
cultivo del terreno durante los primeros 6 meses.


Tanto en la obra de Bernardo Vega, como en la de Vicente
Llorens se encuentran referencias sobre la intención de la
dictadura de usar a los refugiados de la Guerra Civil Española
como “un cordón humano de grupos hispanos” 7 en la frontera
domínico-haitiana para evitar la penetración de la población
del país vecino a territorio dominicano. Sin embargo, dos
evidencias contradicen estas afirmaciones, una de carácter legal
y otra de carácter histórico-concreto. La Ley N° 758 del 3 de
octubre de 1934, en su artículo 17 aclaraba que:


“En las colonias fronterizas se admitirán de preferencia a
los ciudadanos dominicanos, pero podrá darse acceso a una
proporción de hasta 25% de extranjeros de raza blanca”. 8
De los 7 grandes contingentes de refugiados republicanos
españoles, sólo un grupo, no mayor de 500 personas, fue
destinado a las colonias fronterizas de Libertador en Dajabón
y de El Llano en la provincia Benefactor, muy cerca de lo que
es hoy Elías Piña. No existen referencias de ningún tipo sobre


7. Bernardo Vega. La migración española de 1939 y los inicios del
marxismo-leninismo en la República Dominicana. Santo Domingo,
Fundación Cultural Dominicana, 1984, pp. 45 y 46.
8. “Ley Nº 758 de Colonización Agrícola”. Gaceta Oficial, Nº 4,725, 13
de octubre de 1034.

otras colonias habitadas por estos grupos u otros de diferente
procedencia a lo largo de la frontera, salvo el del asentamiento
de finlandeses en Dajabón durante el Gobierno de Horacio
Vásquez en la segunda mitad de la década de 1930. Sin
embargo, existió un buen número de colonias ubicadas en las
zonas central y oriental del territorio nacional, según se hace
figurar en el siguiente mapa: [ver “Clío” No. 174]
COLONIAS AGRÍCOLAS EN 1940
Colonia Pedro, Sánchez, Colonia La Cumbre, Colonia Libertador, Colonia Villa Trujillo, Colonia San Rafael del Llano, Colonia Medina 1- Distrito Nacional, San Pedro de Macorís, El Seybo, Monseñor Meriño, Trujillo, La Vega, Duarte, Samaná, Espaillat, Santiago, Puerto Plata, Montecristi, Libertador, Benefactor, Azua, Barahona, Colonia Juan de Herrera.




Quizás las intenciones de organizar este cordón humano
pudieron haber existido, pero la concretización del proyecto
sobre la base de inmigrantes blancos europeos no fue posible
porque las bases legales para que no se diera estaban claras y
porque el fin que se perseguía al traer los refugiados no tenía
relación con esta problemática fronteriza.


La matanza de haitianos de 1937 y el descrédito del
régimen a consecuencia de la misma, hicieron que Trujillo
utilizara nuevas maniobras publicitarias para limpiar la imagen
del Gobierno Dominicano. Una de sus primeras acciones fue
la de mantener abierta la legación diplomática dominicana
en Madrid, a la que acudía una gran cantidad de refugiados.


Luego, como parte de esta estrategia, Trujillo expuso sus
preocupaciones por la suerte de niños y niñas españoles y
dispuso que fueran traídos al país bajo su responsabilidad
económica (hecho que nunca se concretizó). Esta posición
obedecía a actitudes similares que habían asumido el Gobierno
de México, organizaciones políticas y humanitarias francesas
y la Unión Soviética.


Finalmente, y como uno de sus golpes publicitarios
más convincentes, el Gobierno Dominicano ordenó a su
representante ante la conferencia de Evian, en julio de 1938,
cuando se discutía el destino de núcleos poblacionales
perseguidos, a comprometerse a aceptar hasta 100,000
refugiados de guerra. La referida conferencia, convocada por el
presidente de los Estados Unidos de América Franklin Delano
Roosevelt, en marzo del mismo año, intentaba


“Debatir la organización de la emigración y el
reasentamiento” de “refugiados políticos y de aquellos
perseguidos o desarraigados por motivos de raza o
religión”.


Los demás países participantes en dicho cónclave
internacional dieron excusas diplomáticas y plantearon
soluciones que intentaban alargar el momento en el cual tuvieran
que comprometerse a recibir este tipo de refugiados.


Fue en calidad de refugiados políticos como llegaron
al país, desde mediados del 1939, los primeros grupos de
republicanos españoles, que más tarde se dieron a la tarea de
organizar la llegada de grandes contingentes de refugiados que
arribaron a República Dominicana, a partir del 7 de noviembre
de 1939.


En efecto, en noviembre de 1939, el periódico La Opinión
reseñaba la formación de la Junta Pro-refugiados Españoles,
compuesta por los Secretarios de Estado de Agricultura e
Industria y Comunicación y por los españoles Ramón Suárez
Picallo, Elfidio Alonso, José de los Ríos y el coronel Bosch
Pearson, en representación del Servicio de Emigración de
Republicanos Españoles (SERE).


Condiciones para la recepción de refugiados


Anteriormente se había planteado que sólo México, Chile
y República Dominicana habían organizado políticas tendentes
a la recepción de refugiados y las motivaciones que llevaban
a estos gobiernos a recibirlos. Corresponde ahora aclarar las
condiciones que se imponían para la llegada de estos grupos
humanos.


En ningún momento dichos gobiernos se hicieron
responsables de los gastos del traslado y manutención de
los refugiados, lo que obligó a que cada persona tuviera que
contar con recursos suficientes para mantenerse en el país de

recepción. ¿Cómo se podrían lograr estas exigencias, dadas las
penosas condiciones que tenían los refugiados españoles que
se encontraban en Francia?

Antes de finalizar la Guerra Civil, el Gobierno Republicano
había tomado la previsión de expatriar una fuerte suma de
dinero y valores hacia Francia y México. Fue con este dinero
que se organizó, al finalizar la contienda bélica, el Servicio
de Evacuación de Republicanos Españoles (SERE), también
conocido como Servicio de Emigración de Republicanos
Españoles, dirigido por Juan Negrín.

Más tarde, las contradicciones de los miembros del gabinete
del Gobierno en el Exilio motivaron el surgimiento de la Junta
de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), dirigida por
Indalecio Prieto.

Se podría afirmar, luego de la lectura de algunos
documentos del libro de Actas de la Junta de Auxilio a los
Republicanos Españoles, 9 que una de las principales labores
de esta organización estaba ligada al auxilio económico de
los republicanos tanto en México como en los demás países
de Hispanoamérica en donde habían llegado refugiados. En
República Dominicana, su representante hasta agosto de 1940
lo fue Bernardo Giner de los Ríos.

El SERE se encargaba de organizar los embarques,
pagando el importe del pasaje y entregando a cada refugiado
la cantidad de dinero convenida para cubrir los gastos de los
primeros momentos de vida en el país receptor. Sin embargo,
para inicios de 1940, y a propósito de nuevos embarques

9. “Archivo Carlos Esplá -JARE- Libro de Actas. Libros 1 y 2”. www.
cervantesvirtual.com , 10 de julio de 2007.

de refugiados hacia República Dominicana, este organismo
manifestaba agotamiento en sus finanzas y se limitaba a
embarcar a los refugiados en los buques, pagando el importe
del pasaje y entregando escasamente 50 dólares por refugiado
para su manutención en el país receptor.

Ante estas condiciones, la JARE se vio obligada a
desembolsar de sus cuentas grandes sumas de dinero para
solucionar los problemas que presentaban los refugiados en las
colonias donde habían sido ubicados. De la lectura de las actas
de la JARE se infieren las penosas condiciones en las que se
encontraban los exiliados, así como los aprietos económicas
y enfermedades que los aquejaban. Para solucionar estos
problemas, en agosto de 1940 fue enviado un nuevo responsable
de la JARE a República Dominicana quien debía, entre otras
tareas, contabilizar el número de refugiados, dar cuenta de sus
condiciones y proponer soluciones a las problemáticas que se
evidenciaban. La persona fue el ex ministro Tomás y Piera.
Cabe señalar que, además del SERE y la JARE, los
cuáqueros de Inglaterra y de los Estados Unidos jugaron
un papel de primer orden frente al drama de los exiliados.

Los cuáqueros ingleses contribuyeron con ayuda médica y
económica a los republicanos en los campos de concentración
en Francia, cuando la Cruz Roja francesa no acudió en su ayuda,
y los cuáqueros norteamericanos, a través de su representante
en República Dominicana, Dr. Barney Morgan, (10) canalizaron
ayudas a los refugiados ubicados en las colonias agrícolas.

10. Harvey C.. Gardiner. La política de inmigración del dictador Trujillo.
Estudio sobre la creación de una imagen humanitaria. Santo Domingo,
Publicaciones de la Universidad Pedro Henríquez Ureña, 1979;
Ángel Herrerín. El dinero del exilio. Indalecio Prieto y las pugnas de
posguerra (1939-1947). Madrid, Siglo XXI Ediciones S.A., 2007.

Los refugiados republicanos en República Dominicana

República Dominicana se convirtió en la segunda de
las naciones que aceptó gran número de refugiados. Si
comparamos la extensión territorial dominicana con la cantidad
de emigrantes recibidos, se podría considerar que fue de los
países receptores que mayor presión demográfica recibió en
los años 1939 y 1940.

¿Estaba preparado el país para recibir a estos exiliados?
¿Existían las condiciones laborales óptimas para que se
incorporaran a la vida económica nacional?

En primer lugar, se deben revisar los datos proporcionados
por las fuentes bibliográficas trabajadas. Éstas dan cuenta que,
en el caso de la selección de los españoles que se habrían de
embarcar en las diferentes expediciones, el criterio que primó fue
el político.(11) Este criterio político no tomó en cuenta los acuerdos
a los que se había llegado con los países receptores sobre el
embarque de la mayor cantidad de campesinos agricultores, sino
más bien la necesidad de sacar de territorio francés a personas
comprometidas políticamente o relacionadas con antiguos
funcionarios gubernamentales, ante la inminencia del inicio de
la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana a Francia.

Las personas que llegaron a República Dominicana, lo
mismo que a México y Chile, eran en su gran mayoría del sector
servicios e industrial. Vista esta situación y conociendo las
condiciones del país, en el que la mayor fuente de ingresos del
Estado provenía de actividades relacionadas con la agricultura,
resulta un tanto improbable que los emigrantes pudieran
insertarse en el tren económico y mucho menos adaptarse
rápidamente al medio geográfico.

11. Ángel Herrerín . Ob cit., pp. 115-145.
No obstante, la apremiante situación en la que se encontraban
hizo que se ubicaran en las colonias y que intentaran sacarle
provecho a la tierra. Pero una vez comprobada la incapacidad
que tenían para adaptarse, los exiguos recursos económicos que
poseían y las condiciones precarias de salud de muchos niños y
ancianos, hicieron que poco a poco buscaran la manera de salir
del país hacia otras naciones que pudieran ofrecerles mejores
condiciones o donde el auxilio de las organizaciones creadas
para socorrer a los emigrantes fueran más efectivas.

Uno de los acuerdos del Gobierno Dominicano con la
Junta Pro-Refugiados Españoles implicaba una inversión de
las organizaciones de auxilio republicanas en áreas productivas
del país.

Sin embargo, estas inversiones nunca tuvieron la
importancia económica que exhibieron en otros países por la
actitud de Trujillo de querer monopolizar o controlarlas para
favorecerse personalmente. Ángel Herrerín, en su trabajo
El dinero del exilio, afirma que ante estas circunstancias la JARE
determinó invertir en México, donde las condiciones que el
Gobierno de Lázaro Cárdenas había creado eran propicias para
el financiamiento de negocios y para obtener ganancias que
garantizaran el movimiento constante del capital invertido. En
todo caso, los beneficios obtenidos servirían para mantener
el Gobierno Republicano en el Exilio y para socorrer a los
exiliados cuando las circunstancias así lo ameritasen.(12)
Al revisar la prensa nacional de la época se pudo encontrar
amplias e interesantes informaciones que daban cuenta de los
avances de las colonias agrícolas en términos de adaptación

12. Ver comentarios de Vicente Llorens. Memorias de una emigración.
Barcelona, Editorial Ariel, 1975; Harvey C. Gardiner. Ob.cit.; y Ángel
Herrerín. Ob. cit.

y productividad. También se reseñaba sobre los implementos
técnicos con que contaban las colonias y el tipo de cultivos
a que se dedicaban los refugiados en cada una de ellas.(13) Sin
embargo, las informaciones noticiosas no tenían otro objetivo
que el de informar aquello que podía mercadear los logros que
con la medida “humanitaria” de Trujillo se habían alcanzado
con la emigración española y no las realidades que vivieron
día a día los refugiados ante la inadaptación al medio y la falta
de recursos disponibles para hacerles frente.

De todas las colonias en donde se establecieron inmigrantes,
sólo la de Pedro Sánchez, (situada en el Seibo) se mantuvo
funcionando en 1942 con exiliados, los cuales, de acuerdo a
Roberto Cassá, estaban ligados de alguna manera al Partido
Comunista de España.(14) En el resto de las colonias, este tipo de
población se había dispersado al trasladarse a las principales
ciudades del país en donde encontraron trabajo o buscaron la
forma de reemigrar hacia México, Venezuela o Cuba.

Uno de los problemas recurrentes en la investigación
sobre los refugiados de la Guerra Civil Española en República
Dominicana ha sido el que se refiere al número exacto de
inmigrantes. En la consulta bibliográfica realizada, se han
encontrado cifras diferentes y se ha justificado la inexactitud
de los datos a partir de argumentos diversos, tales como el
manejo confidencial de la información por parte del SERE
y el desorden propio de los inicios de la Segunda Guerra
Mundial que afectaron los controles. También se ha planteado

13. Ver periódicos Listín Diario, trimestres enero-marzo, abril-junio y
julio-septiembre de 1940; La Opinión, octubre-diciembre de 1939; y
La Nación, febrero-abril de 1940.
14. Roberto Cassá. Ob.cit., pp. 271-281.

que, aunque los emigrantes llegaron a puertos dominicanos,
muchos de ellos se embarcaron hacia otras tierras a los pocos
meses.(15)
Si se toma en consideración que en el momento de la llegada
de estos grupos, República Dominicana vivía la experiencia de
una de las dictaduras más férreas conocidas en América Latina
y que uno de los elementos que caracteriza a las dictaduras es
precisamente el control de los movimientos migratorios, se
concluye que el número exacto de los inmigrantes españoles
puede ser encontrado si aplicamos los criterios de investigación
necesarios.

Igual problemática se presenta al determinar el número
exacto de los que se asentaron y formaron familias en República
Dominicana después de 1941, año en el que se registró, de
acuerdo a las informaciones bibliográficas, el mayor volumen
de reemigración de los españoles hacia otras tierras.
Intentando responder la interrogante sobre la cantidad de
refugiados de la Guerra Civil Española que llegó a República
Dominicana y que se estableció en los años 1939-1940, abrí una
línea de investigación y revisión de los documentos referentes a
la solicitud de permisos de residencia en el país. La expedición
de estos se inició a partir de la promulgación de la Ley Nº 95
de Inmigración que obligaba a todo extranjero residente en el
país a llenar este requerimiento cada año.

15. Juan Alfonseca Giner de los Ríos. “El exilio español en la República
Dominicana 1939-1945”. En Memorias del Primer Congreso Sobre
la Emigración Española Hacia el Área del Caribe Desde Finales del
Siglo XIX. Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 2002, pp. 314-
326; y Julio Martín Cabas y Pedro Carvajal Urquijo. El exilio español
1936-1978. Barcelona, Editorial Planeta, S.A., 2002.

A principios de enero de 1940 la Secretaría de Estado
de Interior y Policía, a través de la Dirección General
de Inmigración, inició el proceso de registrar a todos los
extranjeros residentes en el país mediante el Formulario C-1,
que asentaba los datos generales del emigrante, procedencia,
tipo de transporte en el que llegó al territorio nacional, profesión
y lugar de residencia.

El criterio usado para determinar si las fichas revisadas
correspondían a los refugiados fue, en principio, el relacionado
con su procedencia. Los siete grandes embarques que
llegaron a territorio dominicano con refugiados de la Guerra
Civil Española procedían de Francia, específicamente de los
puertos de Burdeos y El Havre. No obstante, en la revisión
de los documentos pude encontrar un número significativo
de personas que habían llegado antes de noviembre de 1939
y después de mayo de 1940, que correspondían al perfil de
refugiado de la Guerra Civil y que, por lo tanto, fue tomado
en cuenta en la investigación.(16)
La revisión de estos documentos en el Archivo General
de la Nación significó la búsqueda en los legajos Nos.1 al 133
del año 1940 y en éstos fueron encontrados 947 inmigrantes
españoles, de los cuales 649 (68.5%) eran hombres y 298
(31.5%) mujeres. La edad promedio de los hombres censados
fue de 34 años y la de las mujeres de 30 años.

16. Sobre los refugiados llegados antes de noviembre de 1939 existen informaciones periodísticas que los contabilizan en un número superior
a los 400 (ver diarios La Opinión y Listín Diario del último trimestre
de 1939. Del vapor Cuba, el 8 de julio de 1940 desembarcaron algunos
niños con sus madres, para reunificar sus familias, a pesar de que el
desembarco de la población total del vapor fue prohibido por el gobierno
con el argumento de no haber cumplido con los requerimientos
de inmigración (Ver Listín Diario, del 11 de julio de 1940).

En este punto, debo advertir que la información
proporcionada sólo abarca aproximadamente una tercera parte
de la población total de inmigrantes que se ha contabilizado
como exiliados en República Dominicana, por lo que las
cifras pudieran cambiar cuando complete la revisión de los
documentos señalados. Se hace esta observación debido a
que en el trabajo presentado por Juan Alfonseca Giner de los
Ríos en el Primer Congreso Sobre la Emigración Española
Hacia el Área del Caribe Desde Finales del Siglo XIX (cuyas
memorias se publicaron en el año 2002), éste señaló que la
edad promedio de los que llegaron era de 31 años y que en su
mayoría estaba compuesto por hombres solteros.(17)
A propósito de esta última afirmación de Alfonseca Giner de
los Ríos sobre el estado civil de los inmigrantes, los resultados
arrojados en mi investigación muestran contradicciones con
las suyas. En efecto, conforme al siguiente Cuadro Nº 1, de los
649 hombres censados sólo 232 (35.7%) eran solteros y 341
(52.6%) eran casados, excluyendo a los 76 divorciados, viudos
y menores de 16 años que representaban el 11.7%.

Estas diferencias podrían ser comprendidas si tomamos en
consideración que una gran parte de los censados pertenecían
al grupo de los llegados en el vapor La Salle, el 23 de febrero y
el 16 de mayo de 1940 (321 y 137 respectivamente), mientras
que 101 llegaron en el buque Cuba, el 11 de enero del mismo
año. En estos tres embarques, junto con el del Cuba, el 21 de
abril, llegó la mayor cantidad de familias con sus hijos, que
en muchas ocasiones superaban el número de 2 por pareja.
De todos modos, se hace necesario completar la investigación

17. Juan Alfonseca Giner de los Ríos. Ob. cit , p. 325.
para hacer conclusiones que refuten o afirmen los datos
proporcionados por Alfonseca Giner de los Ríos.


Cuadro Nº 1.
Estatus de los hombres y las mujeres

Estatus--------------Hombres--% ----Mujeres-%
Casado (a) s--------341------52.6--190----63.7
Soltero (a) s--------232------35.7---61-----0.3
Viudo (a) s----------13--------2.0---10------3.4
Menores de 16 años-61------9.0----36-----12.1
Totales---------------649----100.0--298---100.0
.
Fuente: “Legajos Nos. 1 al 133. “Solicitud de Permisos de Residencia.
Dirección General de Inmigración. Secretaría de Estado de Interior y Policía,
Guerra y Marina. Santo Domingo, 1940”. Archivo General de la Nación.
.
Del universo de la muestra (947 personas), la población
económicamente activa abarcaba el número de 749 para una
proporción de 79.1% del total. Las actividades laborales
más frecuentes correspondían al sector servicios, siendo
los médicos, abogados, ingenieros, comerciantes, albañiles,
constructores, artistas, enfermeras, periodistas, maestros,
mecanógrafas, modistas y sastres los que mayor número
alcanzaron de la muestra.

Sólo 46 personas de las 649 económicamente activas,
equivalentes al 7.1%, declararon estar ligados a las actividades
agropecuarias. Las razones de esta baja cantidad de elementos
representantes del sector primario deben ser encontradas,
en primer término, en el hecho de que la emigración fue
eminentemente política y de que los representantes de este
sector fueron absorbidos como mano de obra en los campos
agrícolas de Francia o de sus colonias del norte de África.

Como parte de la investigación documental pude contar con
una copia de la Relación de Pasajeros entrados del extranjero
durante el mes de febrero de 1940, de la Dirección General
de Inmigración adscrita a la Secretaría de Interior y Policía,
Guerra y Marina de la ciudad de Puerto Plata. En la referida
copia estaba la lista completa de los pasajeros del buque La
Salle que desembarcaron el 23 de febrero del 1940. La revisión
de la misma permite que pueda refutar la afirmación hecha por
mucho tiempo de que los inmigrantes llegados fueron 734 y que
los mismos fueron desembarcados y ubicados en el territorio
nacional. En efecto, el número real de llegados al país fue de
714 y los que desembarcaron fueron 667 (el 93.4%), ya que 47
de los pasajeros (6.6%) llegaron en tránsito hacia Cuba.

De esos 667 inmigrantes, 628 (el 94.2%) se destinaron a
las colonias agrícolas mientras los 39 restantes (el 5.8%) se
ubicaron en la ciudad de Santo Domingo. Los futuros colonos
fueron enviados a las colonias de: “Libertador”, en Dajabón;
“La Cumbre”, en el kilómetro 70 de la Carretera Duarte; Puerto
Plata; Monte Cristi; San Francisco de Macorís; y Santiago de
los Caballeros.

Estudiando la lista de pasajeros se contabilizó un total de
54 familias, de las cuales 27 (la mitad) tenía un número igual
o mayor de cuatro miembros. No descarto la posibilidad de la
existencia de un número mayor de familias, sobre todo, en los
casos de hermanos que emigraran sin sus padres.

De los 714 pasajeros llegados en el buque La Salle, 456
(63.9%) eran del sexo masculino y 258 (36.1%) del femenino.
De los 456 del sexo masculino: 238 (52.2%) se encontraban
en edades superiores a los 31 años; 141 (30.9%) estaba en el
rango de edad de 17 a 30 años; y los restantes 77 (16.9%) eran
menores de 16 años.

En cuanto a las 258 inmigrantes de sexo femenino: 105
(40.7%) eran mayores de 31 años; 82 (31.8%) se encontraba en
el rango de edades de 17 a 30 años; y las restantes 71 (27.5%)
eran menores de 16 años.

Se podría considerar que el grupo de desembarcados del
buque La Salle, el 23 de febrero de 1940, fue el que trajo el
mayor número de menores: un total de 148 niños y niñas
(20.7%) con edades comprendidas entre dos meses y los 16
años. Esta afirmación se sustenta en la comparación hecha con
la lista de inmigrantes elaborada a partir de los formularios de
solicitud de residencia y la lista de pasajeros desembarcados del
vapor Cuba el 21 de abril de 1940, publicada en el periódico
Listín Diario tres días después: el 25 de abril de 1940. De todos
modos, dicha afirmación está sujeta a comprobación una vez
sean halladas las demás listas de pasajeros y se complete el
censo de inmigrantes en base a los formularios de solicitud de
permiso de residencia.

Al analizar los datos estadísticos, resulta interesante
comprobar que de los refugiados republicanos de los buques
La Salle y Cuba, la proporción hombre-mujer se mantuvo
en una relación de 2 a 1; es decir, por cada mujer que llegó
al país vinieron 2 hombres. Las razones de esta proporción
podría encontrarse en los niveles de compromiso político de
los hombres frente a las mujeres en el período, no queriendo
decir con esto que las mujeres no jugaran un papel de primer
orden y de gran importancia en el proceso político que siguió
a la proclamación de la Segunda República en España.

Sin embargo, las condiciones de la guerra y el exilio
después de la derrota del Gobierno Republicano obligaron a
una gran mayoría de los combatientes, a muchos funcionarios
gubernamentales altos y medios y a políticos de izquierda o
republicanos, a refugiarse en Francia para más tarde buscar la
salida hacia otras tierras por la presión que suponía la inminente
ocupación alemana del país galo. Por ello se explica por qué
muchos hombres llegaron a República Dominicana sin sus
mujeres, esperando el momento para la reunificación familiar
en el exilio o en su soñada vuelta a España, partiendo de la
idea de que la dictadura franquista no duraría ni se afianzaría
en el poder.

La revisión de los documentos y el cruce de informaciones
que estos ofrecen, permitió observar contradicciones en la
declaración de la profesión u oficio de los inmigrantes. En
efecto, llamó la atención que en la lista de pasajeros del buque
La Salle, de los 714 inmigrantes 117 (16.4%) declararon estar
ligados a las actividades agropecuarias: campesinos, jornaleros,
avicultores, agricultores y vaqueros, superando el número que
ofrece Juan Alfonseca Giner de los Ríos en el censo publicado
en su citado trabajo.(18)
A partir de esta observación, procedí a escoger del censo
elaborado con las fichas de permisos de residencia una muestra
de 20 hombres que vivían en colonias agrícolas y que habían

18. Juan Alfonseca Giner de los Ríos. Ob. cit., p. 324. En el Cuadro Nº 3
ofrece la cifra de 94 en total para un 4.6% de los exiliados llegados al
país.

llegado en el referido buque. Al comparar las declaraciones
de los inmigrantes al llegar al puerto y las posteriores que
hicieron al fijar residencia en el país, comprobé que en un 80%
las actividades o profesiones declaradas no coincidían con las
primeras que hicieron al desembarcar.

¿Cuáles podrían haber sido las razones para que se ofrecieran
datos incorrectos a la llegada al puerto de desembarque? Las
respuestas podrían ser varias.

En primer lugar, si bien es cierto que el criterio de recepción
de emigrantes obedeció en un primer momento a lo que Cassá
llamó “requerimientos de formalidad democrática” (19) y no a
una clara y definida política de inmigración y colonización
agrícola, la realidad se tornó muy diferente cuando en los
últimos dos meses del año 1939 desembarcaron en Santo
Domingo y en Puerto Plata cerca de 1,000 refugiados (20) que al
dirigirse en su mayoría a la capital y ocupar a toda capacidad los
hoteles y pensiones del centro colonial generaron una presión
demográfica inmanejable.

En segundo lugar, tan sólo la llegada de los buques Flandre,
Saint-Domingue y La Salle y la cobertura noticiosa que se le
dio, sirvieron para cubrir con un disfraz humanitario a Trujillo
y, además, evidenció la distancia que su régimen tiránico tenía
de las dictaduras nazi-fascistas que en ese momento estaban
siendo juzgadas por la opinión pública internacional.
En tercer lugar, la llegada de nuevos contingentes de
inmigrantes a un país sin capacidad real para recibirlos
constituyó una pesada carga para el gobierno, por lo que fue

19. Roberto Cassá. Ob.cit., p. 272.
20. Ver cifras exactas en Juan Alfonseca Giner de los Ríos. Ob cit., p. 317
y en Harvey C. Gardiner. Ob. cit., p.36.

necesario, a partir de ese momento, exigir, lo que antes no se
había requerido: que los que llegaran estuvieran aptos para el
trabajo agrícola y se ubicaran en las colonias agrícolas que se
fundarían para tales fines en las zonas rurales.

Otra razón que podría explicar la disparidad de criterios
relativa a los oficios de los inmigrantes está ligada al hecho de
que el SERE, organización que armaba los viajes y pagaba los
pasajes de los refugiados, se veía cada vez más presionado por
los que ya estaban ubicados en la ciudad de Santo Domingo y
no habían encontrado trabajo, bien fuera porque sus habilidades
no tenían relación con los niveles de desarrollo del país, o
porque simplemente consideraban que su estadía constituía
un puente para llegar a su destino final: México. Por eso, se
explica que en los diarios de la época apareciera un comunicado
en donde se advertía a los inmigrantes que no se les pagaría su
estadía en hoteles y que debían incorporarse a los grupos que
estaban siendo instalados en las colonias agrícolas. (21)
Esta situación creó presiones a lo interno del gobierno y de
manera externa en las opiniones de los diarios que comenzaron
a publicar voces de protesta que llamaban a los españoles
residentes a solidarizarse con los refugiados y expresaban
que el problema de estos grupos se haría más agudo con la
llegada de nuevos contingentes de inmigrantes, partiendo de
la realidad de que:

“los modestos haberes que trajeron se agotarían y dentro
de pocos días su situación se hará sumamente apurada”.(22)
A partir de ese momento, el régimen trujillista inició sus
esfuerzos para ubicar en las zonas rurales a los inmigrantes

21. Ver periódico Listín Diario del 20 de febrero de 1940.
22. Ver editorial del periódico La Opinión del 16 de diciembre de 1939.

y movilizó a los llegados en el buque La Salle, el 19 de
diciembre, hacia San Pedro de Macorís, destinando a otros a las
colonias agrícolas “La Cumbre”, “Medina”, en San Cristóbal,
y “El Llano”, aunque es bien conocido que rápidamente
desaparecieron porque lo asentados se trasladaron a la ciudad
capital o a otros centros urbanos, por no existir en esas colonias
las condiciones mínimas para vivir.

Hasta este momento sólo se podrían plantear hipótesis
sobre las razones que tuvieron los emigrantes del buque La
Salle para declarar oficios que no estaban ligados a su realidad
y únicamente la revisión de los testimonios orales de estas
personas podría aclarar estas dudas.

Conclusiones
La emigración de refugiados de la Guerra Civil Española
constituyó un capítulo importante para la historia nacional, a
pesar de haber sido transitoria y de que los inmigrantes que
se establecieron definitivamente en el país constituyeron un
número infinitamente menor de la gran cantidad que arribó
entre los meses de noviembre de 1939 y mayo de 1940.

Queda pendiente todavía completar este estudio y
desarrollar una línea de investigación que analice a profundidad
la historia social de estos grupos, no la que sigue resaltando los
méritos de los intelectuales, artistas y científicos que llegaron
a América, permitiendo que León Felipe dijera a Franco en
un poema;

“Tú me dejas desnudo y errante por el mundo, más yo te
dejo mudo, mudo y cómo vas a recoger el trigo y alimentar el
fuego, si yo me llevo la canción”.

Es necesario investigar y dar a conocer la vida de aquellos
que dejaron de recoger el trigo y la vid, de aquellos que no
volvieron a las minas, a las obras, ni a sus fábricas; de aquellos
seres humanos sencillos y simples que forzosamente poblaron
América y que de alguna manera contribuyeron con sus ideas,
trabajo y luchas a construir un mundo mejor.
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Publicado en “Clío” 174; órgano de la Academia Dominicana de la Historia.
Santo Domingo, República Dominicana. Año 76. Julio-Diciembre, 2007.-

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Pedimos disculpas por los problemas de digitación del presente trabajo. Veremos mejorarlo. ---
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN SANTO DOMINGO - Por Mariano Lebrón Saviñón - Parte 1

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