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José Llobregat, 'El loco', se fugó de España en 1980 antes de ser juzgado por la muerte del joven anarquista Jorge Caballero. Hoy, se esconde en El Caribe
JOAQUÍN GIL Madrid 22 NOV 2015 - 16:35 CET
José Llobregat Ferré es un deportista nato. Su pasión es el golf. Ha ganado competiciones en el campo Isabel Villas de Santo Domingo, donde reside con su esposa y dos hijos. Tiene 51 años y trabajó hasta hace dos en un holding familiar de construcción. En la capital del país caribeño, donde pasa por ser el hijo de un adinerado clan, nadie conoce su secreto. “De lo que pasó no se habla en mi familia”, confiesa uno de sus seis hermanos.
La historia oculta de José Llobregat, El Loco, comienza a escribirse la noche del 28 de marzo de 1980 en la entrada del antiguo Cine Azul de la Gran Vía de Madrid. Tenía entonces 16 años y acompañaba a nueve camaradas de Fuerza Joven —las juventudes del partido ultraFuerza Nueva— a realizar pintadas conmemorativas del 1 de abril, el día de la victoria franquista en la Guerra Civil. Jorge Caballero, un administrativo de 21 años afiliado a la CNT que trabajaba en la constructora Agroman, se cruzó con la comitiva cuando salía con su novia del cine, de ver La naranja mecánica. El anarquista portaba en la solapa una “A” blanca sobre fondo negro bordada por su madre. Los ultras la emprendieron a golpes contra él con palos de kárate. Llobregat asestó a la víctima la puñalada definitiva que acabaría con su vida dos semanas después en la cama de un hospital, según la investigación. La secuencia se desarrolló bajo el grito de “¡Anarquista de mierda!”. El Loco se fugó de España antes de ser arrestado. Y ha estado escondido 35 años.
Durante este tiempo, Llobregat ha estudiado arquitectura. “Quiere montar una empresa”, confiesa un familiar. Y ha trabajado en la compañía de construcción y promoción inmobiliaria fundada en 2000 por sus padres en Santo Domingo. La firma, que tiene una delegación en Marbella, levanta torres de edificios de lujo. Y ha concebido proyectos como un rascacielos con vistas al mar caribeño. El complejo tiene 27 plantas, 1.500 metros de oficinas y 600 plazas de garaje.
Llobregat es alérgico a Internet. Carece de perfil en las redes sociales. No tiene teléfono fijo a su nombre (ni al de su esposa). Y hasta hace un año y medio residió en Arroyo Hondo, una zona de clase media en la capital de la República Dominicana, según confirma por teléfono su guardia de seguridad.
La facilidad con la que El Loco huyó del país fue un escándalo en la España de los ochenta. “La policía tenía localizados a todos los fascistas de Fuerza Nueva. Sin embargo, la noche que murió Jorge Caballero, los agentes arrestaron a todos sus agresores menos a José Llobregat”, recuerda la abogada Ángeles López Álvarez, que ejerció la defensa de la familia de la víctima. “Un policía me dijo que Llobregat se había fugado a EE UU pero desde 1980 no sabíamos dónde se encontraba”, añade la letrada. La única pista de su paradero fue un un aviso de Interpol Viena en junio de 1986 que nunca llegó a concretarse porque la justicia española no preguntó a la policía austriaca si tenía localizado al fugitivo.
El Loco no fue juzgado. Fue declarado en rebeldía tras su fuga de España. La sección Primera de la Audiencia Provincial de Madrid sí condenó en 1987 por la muerte del anarquista Caballero a los ultras José Miguel Gómez González, El Masa, y José María Vargas Villalba, El Jerezano. El tribunal les impuso sendas multas de 50.000 pesetas(300 euros) por desórdenes públicos. La acusación particular reclamaba para ellos 17 años por asesinato. “Fue todo una vergüenza. Una auténtica burla para la familia”, indica Eugenia Caballero, hermana de la víctima.
Los partidos de izquierda y sindicatos como CNT, CC OO y UGT no pudieron personarse como acusación popular por carecer de los 3,4 millones de pesetas (20.434 euros) de la época impuestos de fianza por la Audiencia de Madrid. “Todo se hizo para despolitizar la causa”, opina la abogada López Álvarez. La letrada recuerda que los dos únicos condenados fueron defendidos durante la fase de instrucción del caso por el abogado Antonio Muñoz Perea, entonces yerno del dirigente de Fuerza NuevaBlas Piñar.
Cuchillo ensangrentado
El ultra José Miguel Gómez González, El Masa, confesó en noviembre de 1981 al semanario Cambio 16 el papel de Llobregat en la muerte de Jorge Caballero. “De pronto llegó El Loco corriendo y me dijo: ‘vámonos rápido de aquí que me he cargado a un rojo. Salimos corriendo todos y no paramos hasta llegar a la plaza de España, donde José Llobregat se detuvo para lavar el cuchillo ensangrentado”, relató el Masa. Gómez González señaló al entonces subjefe de Fuerza Nueva, Ricardo Alba, como artífice de la compra de los billetes de avión para la huida del asesino. Alba, que actualmente ocupa la secretaría general de la Fundación Francisco Franco, ha declinado atender a EL PAÍS.
La orden de busca y captura de Interpol que pesaba sobre El Loco permaneció activa hasta 1999, según fuentes policiales. José Llobregat es desde entonces un hombre libre. Su crimen ha quedado impune.
investigacion@elpais.es
Otras víctimas del terrorismo azul
Yolanda González. El ultra Emilio Hellín Moro fue condenado en 1982 a 43 años de cárcel por asesinar a esta estudiante. EL PAÍS reveló en 2013 que Hellín trabajaba para la Guardia Civil y la policía.
Juan Carlos García. En 1980 moría este joven en el bar San Bao de Madrid. El Supremo condenó a 32 años de cárcel por su asesinato al ultra Juan Domingo Martínez Lorenzo, Perón, y a 18 años a Jesús Alfredo Fernández de Landa.
Arturo Ruiz. Una bala mató a este estudiante en 1977. La Audiencia Nacional condenó a cinco años de prisión al ultra Jorge Cesarsky. Sin embargo, el presunto asesino, José Ignacio Fernández, se declaró en rebeldía.
Matanza de Atocha. Tres pistoleros ultras asesinaron en 1977 a cinco trabajadores de un bufete laboralista de CC OO en Madrid.
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