La asociación Candelas Feministas nace con el objetivo de construir un relato emancipador protagonizado por mujeres y darlo a conocer.
Justa Montero y Gloria Nielfa en el debate de presentación de Candelas Feministas // L. Capel
“Queremos resignificar la memoria individual en relato colectivo para crear un lugar de encuentro y memoria feminista.” Con este objetivo nace la asociación Candelas Feministas, que esta semana realizó su acto de presentación en el Centro Cultural Galileo de Madrid ante un auditorio de casi 200 personas. No se trata únicamente de construir un relato emancipador protagonizado por mujeres sino también de darlo a conocer.
Como recordaba Justa Montero, histórica activista y moderadora del acto, la elección de la fecha, a dos días del 14 de abril, no fue casual. Decidieron dedicar su acto inaugural a la memoria porque “sin conocer el pasado no se puede conocer el presente” pero la memoria histórica no estará completa mientras no se incluya el recuerdo de la lucha feminista.
Las intervenciones se centraron en recuperar la genealogía femenina y reconocer el papel que jugaron numerosas mujeres durante la II República, la Guerra Civil y la dictadura. Su lucha, silenciada en la memoria y los libros de texto, sentó las bases de los derechos de los que disfrutan las mujeres en la actualidad, recalcaron todas las ponentes.
100 años de sororidad que florecen en la República
Laura Vicente, especialista en historia de las mujeres y del anarquismo, puntualizó que, desde finales del siglo XIX, ya existían diversas corrientes dentro del movimiento feminista. Si bien en aquel entonces no se trataba de uno de los movimientos sociales más nutridos, sus integrantes siempre mantuvieron una intensa actividad, así como estrechos lazos de apoyo y reconocimiento.
La figura de la periodista y anarquista Guillermina Rojas y Orgis, a la que Benito Pérez Galdós incluye como personaje en sus Episodios Nacionales, sintetiza la evolución política generalizada de estas mujeres, desde el socialismo utópico venido de Francia hacia el internacionalismo o el movimiento librepensador.
“Ni el voto femenino fue un regalo de la República a las mujeres ni Clara Campoamor su única artífice”, aclara Gloria Nielfa. Esta catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid tiró por tierra algunos de los mitos más asentados sobre el movimiento sufragista y el derecho al voto en el Estado español.
“Tampoco la II República fue el inicio del reconocimiento de las aspiraciones femeninas, sino su culminación”, añade Nielfa. Y es que los matices del lenguaje son determinantes en la construcción de la memoria. Una afirmación común en los libros de texto de Historia es que en 1890 se consiguió el sufragio universal en España y en 1931, el femenino. Para esta historiadora sería más preciso afirmar que primero se logra el sufragio masculino y, posteriormente, el universal.
La periodista, activista y diputada valenciana Llum Quiñonero repasó el discurso misógino sostenido por figuras como Pilar Primo de Rivera o Antonio Vallejo-Nájera para justificar el sometimiento de las mujeres durante el régimen franquista. En la práctica, estas concepciones se vehiculaba a través de herramientas de control como la Sección Femenina o el Patronato de Protección a la Mujer.
Esta institución, creada en 1941 para velar “por todas aquellas mujeres que, caídas, desean recuperar su dignidad”, servía como reformatorio para todas aquellas que no se plegasen al estrecho rol social asignado para ellas. Entre los expedientes recogidos por Assumpta Roura en Mujeres para después de una guerra, una moral hipócrita del franquismo se pueden leer los siguientes ejemplos.
Expediente 276: De dieciséis años, natural de Madrid. Encontrada a altas horas de la madrugada en un bar. Acompañada de una mujer de mala vida, la trajo la policía para ser internada. Expediente 159: De dieciocho años, natural de un pueblo de Toledo, su padre está preso. Por no congeniar con él, se dedicó a la mala vida. Es joven díscola. Expediente 264: De diecisiete años, natural de Madrid. Aficionada a cines, bailes y al trato con muchachos. Da mal ejemplo a una hermana menor, por lo que su padre solicitó el internamiento. Expediente 504: De dieciséis años, natural de Madrid. Prohijada por unos señores, huyó de casa deteniéndola la policía en Caspe. Pensaba llegar a Barcelona donde tiene conocidos. Manifiesta haber tenido novio pero sin caer.
Los reformatorios dirigidos por el Patronato de Protección a la Mujer estuvieron activos hasta principios de los años 80. Como señalaba irónicamente Quiñonero, en la particular cronología de la memoria histórica feminista nos encontramos aún en los 40 años posteriores a los 40 años de dictadura.
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