Buscan entre familiares y amigos datos sobre el paradero de la niña robada en cuya tumba estaba sepultado un adulto
No hay ni una sola foto de ella. Ni un documento médico que diga de qué murió. Ni siquiera un certificado de defunción, el último papel oficial que sella nuestro paso por esta vida. Julia no tiene ni siquiera tumba. Es el nombre de la niña que tiene en vilo a Venta del Moro, a la Comunitat y a media España. La noticia desvelada la semana pasada por LAS PROVINCIAS ha puesto de nuevo sobre la mesa una negra realidad que sigue sepultada y olvidada: la de los niños robados.
J. G. Eran las dos iniciales grotescamente trazadas sobre el cemento de la tumba sin lápida del camposanto de Venta del Moro en la que supuestamente debía estar el cuerpo de la menor. Así lo creía su familia. Así lo sostenían los enterradores que en los últimos años se habían ocupado de los destinos del camposanto del pequeño municipio valenciano. Ese era el lugar del último descanso de Julia, fallecida a los dos meses en 1951. Eso dice la historia jamás confirmada. Tras exhumar su tumba, en presencia de un forense, un enorme ataúd albergaba sólo los huesos de un hombre fallecido hace 75 u 80 años. Un adulto y perecido mucho antes que el año en el que supuestamente Julia expiró.
Informe del forense
Un hermano de la menor, a través del abogado y presidente de SOS Bebés Robados, Enrique Vila, sigue ahora adelante con la investigación del caso entre familiares y amigos. Habla con los más mayores de Venta del Moro, con aquellos que puedan saber algo sobre el paradero de su hermana. Es el único pariente que mantiene viva la llama de esta historia. La supuesta niña robada tiene otros hermanos, pero no parecen partidarios de seguir adelante con las indagaciones. Su madre, aún con vida, aunque quisiera no puede arrojar luz sobre el pasado. Su mente anda mordida por las fauces del alzheimer. Su memoria se sumerge en la oscuridad.
La investigación entre familiares, amigos y vecinos de Venta del Moro es la antesala a presentar una denuncia oficial. «La idea es agotar esa vía y después dar cuenta a la fiscalía», subraya el letrado Enrique Vila. Una de las pruebas con las que cuenta ya la causa abierta es el informe del forense que asistió a la exhumación de la tumba. En el Registro Civil sí consta su entierro en el cementerio de Venta del Moro, pero en la única tumba propiedad de la familia sólo aparecieron los restos del hombre adulto. El informe forense certificará que no había ni rastro del cuerpo de la menor. Existía la posibilidad de que la niña hubiera recibido sepultura en el nicho abierto, junto a un antepasado, pero ni rastro apareció de ella al practicar la exhumación también en presencia del enterrador.
«Su hermano siempre ha dudado de que la muerte de Julia fuera real, y este descubrimiento no hace más que confirmarlo«, concluye el presidente de SOS Bebés Robados.
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