dijous, 12 de desembre del 2024

Un documento inédito de la Cruz Roja eleva el número oficial de fusilados en Córdoba por el franquismo

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Estudiantes universitarios visitan las fosas del Cementerio de La Salud
10 de diciembre de 2024 20:09 h

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Cuantificar la realidad de una catástrofe humanitaria, como la de 1936, no solo es un tema importante para la ciencia histórica, sino además, un imperativo imprescindible. Hay quienes, por alguna razón de blanqueamiento, se han mostrado en contra de las listas y de los números, pero no llevan razón. De esas equidistancias solo puede salir una historia paticoja. El mínimo rigor exige al historiador la investigación total, incluida la cuantificación, sin excusas ni pretextos.

 Al final del Régimen franquista se intentó dejar los números “atados y bien atados”, y para ello lanzaron al ruedo ibérico a un historiador militar, Ramón Salas Larrazábal, que con su Pérdidas de la guerra (Planeta, Barcelona, 1977) intentó dejar planchada esta cuestión, con la conclusión propia de “la Cruzada”: que “Los rojos mataron mucho más”. Basándose en la simple consulta del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre cálculos de muertes y nacimientos, concluyó unas cifras de crímenes en la guerra civil (él llama “homicidios”) totalmente erróneas e inexactas, muy por debajo de la realidad. Después ha quedado demostrado que las cifras de Salas son inservibles para la historia. Para colmo, un célebre hispanista inglés, Hugh Thomas, tuvo la descabellada idea y desconocimiento de dar por buenas las cifras de Salas, y las incluyó en la edición en 6 volúmenes de La Guerra Civil Española (Urbión, Madrid, 1979). Desde su Cámara de los Lores no atisbó entonces los derroteros por los que entraba la historiografía española. Simplemente, erró. Todos los nuevos historiadores que arrancaron en los años de la Transición, en monografías locales o provinciales, han demostrado que las cifras de Salas eran erróneas y han triplicado o cuadruplicado las suposiciones iniciales.

Salas Larrazábal partía de una falacia: la total fiabilidad de los Registros Civiles en la inscripción de las matanzas de la guerra, lo cual no es cierto, sobre todo en las masacres de 1936, que no se inscribieron. En algunos casos se inscribieron años después, “fuera de plazo”; en otros casos, al menos en dos tercios, no se inscribieron nunca (Después de la guerra, los fusilados sí se inscribieron, con excepciones). Es, simplemente, la táctica de las desapariciones: “Ni lugar de detención, ni lugar o fecha de la muerte, ni lugar de la fosa, ni inscripción en el Registro”. Esa ha sido también mi tesis y conclusión a partir de mis trabajos de campo en Córdoba y provincia: “Apenas se inscribió un tercio o menos de las víctimas durante la guerra, sobre todo en 1936”.

Después de consultar más de 200 tomos del Registro Civil de Córdoba capital durante dos meses(1980) repasé desde 1936 hasta 1950 (inclusive). Casi todos los inscritos lo son “fuera de plazo”, y a petición de algún familiar, por algún motivo administrativo, bajo el subterfugio de “fallecido en 1936 a consecuencia de los sucesos entonces acaecidos”.

Así, durante esos dos meses de trabajo, encontré 775 inscritos en 1936, más 244 en el resto de la guerra. Total: 1.019.

Luego, en la consulta de los Libros de Cementerios, realizada en 1981 (cuando la intentona de Tejero) encontré el doble: 2088 durante la guerra. Pero las dos cifras no se pueden sumar, porque en este segundo caso figuran muchos “desconocidos”, y, por otro lado, nombres que se repiten en ambas fuentes. Pero todo presagiaba magnitudes hiperbólicas de la matanza.

Los dos Libros de los Cementerios de Córdoba los consulté en 1981. Mientras los guardias civiles salían del Congreso descolgándose por las ventanas, este autor se hallaba en la oficina del Cementerio de San Rafael, con un permiso del alcalde Julio Anguita. Allí encontré un cuaderno adicional, pero del Cementerio de la Salud, con esta titulación: “Cuaderno en que se reseñan los judiciales ingresados en este cementerio de Nuestra Señora de La Salud, desde el 21 de julio en que se posesionó del cargo el capellán administrador del mismo el presbítero don Ángel … ilegible… Molina. Córdoba, 21-7-1936”.

¿Por qué este Cuaderno se hallaba en el Cementerio de San Rafael? ¿Incluía los fusilados de uno o de los dos cementerios? Para mayor contrariedad, el Cuaderno estaba mutilado, con varias hojas arrancadas, las de octubre, noviembre y alguna más, justo en el momento en que entró en la escena sangrienta el genocida teniente coronel “Don Bruno” Ibáñez. Un segundo Cuaderno lleva el título de “Ajusticiados o enterrados en la fosa común”, que recoge datos muy dispersos desde finales de 1936 hasta enero de 1941. Por otra parte, fui informado de un tercer Cuaderno, que había desaparecido en los últimos años.

En cuanto al Libro del Cementerio de la Salud, el problema es muy complejo. Sus datos son bastante confusos. En las primeras semanas del golpe militar se pueden distinguir los fusilados, porque llevan anotada la palabra “judicial”. Pero pronto se omite o se olvida dicha anotación, y aparecen relaciones de nombres sin apenas datos de filiación, solo con la edad, todos de relativa juventud, de 20, 30 o 40 años, indicio indudable de grupos de fusilados. En resumen y en síntesis de todo, publiqué en mi libro de 1985, el siguiente cómputo de víctimas del terror franquista durante la guerra en Córdoba capital, teniendo en cuenta como fuentes los Cementerios y en parte, el Registro Civil: Fusilados en 1936…. 2.172 / Fusilados en 1937 … 316 / Fusilados en 1938 … 35 / Fusilados en 1939 (enero-marzo) … 20. TOTAL provisional … 2.543.

La gran sorpresa la hallé años después, en el Archivo de la Cruz Roja, antes del traslado de estos fondos a Madrid, a la sede central de la Avda. Reina Victoria. En la sección de Correspondencia fotografié este documento resumen del genocidio franquista en Córdoba capital, con lo cual la cifra de “Los 4.000” queda documentada. Lo cual no quiere decir que no se ocasionaran otros cadáveres más, recogidos por otras entidades, al margen de la Cruz Roja, lo cual supongo. Porque, los montones de cadáveres fusilados en las tapias de los cementerios, ¿Ahí intervenía la Cruz Roja? Al calibrar tamaño horror, el efecto no puede ser otro que el pavor y el pánico.

 Análisis de los dos documentos. Se encabezan como “Cruz Roja Española. Servicio de ambulancias de Córdoba”. Y se dan las cifras: “Cadáveres evacuados (fusilados)… 3.493” / “Cadáveres evacuados por efectos de la aviación enemiga … 114 (En el segundo documento asciende la cifra a 339) / ”Heridos por efectos de la aviación enemiga… 220“.

En cuanto a las fechas del cómputo, los documentos dicen: “Servicios comprendidos entre el 18 de julio y el día 13 de junio del presente año.

                       Córdoba, 13 de junio de 1938“.

Por tanto, faltando aún casi un año para la terminación de la guerra, la Cruz Roja había recogido en Córdoba nada menos que 3.493 cadáveres de fusilados en Córdoba capital, es decir, “Los 4.000” de los que se viene hablando en los últimos años. A los que hay que sumar las víctimas de la posguerra en la capital: 584 fusilados / 756 exterminados en la prisión de Córdoba (nuestro Auschwwitz local), más 15 en los campos nazis. TOTAL de víctimas por el franquismo en Córdoba capital … 5.355. Más otros tantos en la provincia, quiere decir que el franquismo se llevó por delante en Córdoba y provincia a unas 12.000 víctimas, como mínimo.

Poco a poco se va documentando el genocidio franquista en Córdoba (y en España), a pesar de todas las estrategias de la “desaparición”.