dilluns, 15 d’octubre del 2012

Aranzadi exhuma en el cementerio de Tudela el cuerpo de un varón fusilado en 1936

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/10/14/sociedad/navarra/aranzadi-exhuma-en-el-cementerio-de-tudela-el-cuerpo-de-un-varon-fusilado-en-1936



SE CREE QUE LOS RESTOS PODRÍAN PERTENECER A CARMELO JIMÉNEZ MUNÁRRIZ, DE CASCANTE
El esqueleto había sido localizado y vuelto a enterrar en dos ocasiones, en las que se encontraron otros cuatro cuerpos
NIEVES ARIGITA - Domingo, 14 de Octubre de 2012 - Actualizado a las 05:08h
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  • La hija de Carmelo Jiménez (con bufanda), en la exhumación.
TUDELA. Los voluntarios de Aranzadi exhumaron ayer en Tudela, los restos de un varón "de más de 30 años y menos de 50" que se encontraba enterrado junto a la tapia del cementerio de la capital ribera. Los huesos podrían pertenecer al vecino de Cascante Carmelo Jiménez Munárriz, que fue fusilado el 21 de agosto de 1936, cuando tenía 42 años.
De confirmarse esta hipótesis, se pondría punto y final a la angustia de la familia del fallecido y a la incertidumbre que se cernía sobre unos restos que habían sido localizados por primera vez en febrero de 2010, con motivo de la exhumación de los de los abliteros Bonifacio Gracia e Higinio Arriazu, ambos ya identificados y enterrados en el cementerio de su localidad. En aquella ocasión, al no tener reclamación del cuerpo, los encargados de la excavación marcaron el lugar en el que se encontraba el cadáver y volvieron a cubrirlo. En abril de este mismo año, la zanja tuvo que abrirse de nuevo en los trabajos de búsqueda de los castejoneros Salustiano Plaza y Miguel Hernández. Ayer por fin, miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, bajo la dirección del antropólogo forense Francisco Etxeberria, pudieron sacar de la fosa el cuerpo para efectuar el estudio de los huesos y, en su caso, cotejar su ADN con el de los familiares de Carmelo Jiménez Munárriz, con el objetivo de identificar a la persona que yacía en el cementerio tudelano a una profundidad de un metro y 65 centímetros.
VARIOS DISPAROS La exhumación se desarrolló durante toda la mañana y en ella estuvieron presentes la hija de Carmelo Jiménez, Carmen, y dos de sus nietos. La primera cumplió seis meses el día que fusilaron a su padre, un electricista vecino de Cascante, de 42 años, afiliado a UGT, y padre de 9 hijos. "En mi casa se ha hablado muy poco de esto, pero de mis padres siempre he oído que mi abuelo estaba enterrado en el cementerio de Tudela; no sabía si dentro o fuera, pero sí al lado del muro", recordó Carmelo Jiménez, nieto del asesinado.
Entre los datos que baraja la familia, entresacados de las furtivas y escasas conversaciones que han podido escuchar en los últimos años, también se sabe que Carmelo fue fusilado después de permanecer detenido e intentar cortarse las venas en un vano intento de alargar el tiempo de su condena junto a los suyos. "Cuando se recuperó de esas lesiones, lo arrastraron atado a una furgoneta para desfigurarlo y que nadie lo reconociera, y lo mataron", cuenta el nieto. Los restos exhumados pertenecen a un varón de entre 30 y 50 años. Presentan traumatismos por proyectil de arma de fuego en la cabeza y en ambos brazos, fracturados por los disparos. Junto a un botón, una hebilla y un diente de oro (que podría añadirse a los posibles indicadores de identidad) se halló un proyectil de bala.