Córdoba, - 9 noviembre 2012
La familia de un fusilado por el franquismo consigue en Bruselas que el Europarlamento obligue a las autoridades españolas a investigar dónde están enterrados sus restos
MARIANO ROSA 09/11/2012
Anselma Guillermina Gómez Angulo, de 75 años, nació seis meses después de que su padre muriera en la capital cordobesa y ayer, en el cementerio de La Salud, se sentía “muy contenta porque se ha hecho un poco de justicia con mi padre”.
Ante el muro en el que figuran los caídos mostraba un retrato y señalaba el nombre de su padre, Anselmo Gómez Bermúdez, natural de Posadas, vecino de Palma del Río, que ejercía como juez de paz y que falleció el 19 de julio de 1936, un día después de la rebelión que inició Franco y que sumió al país en una guerra durante tres largos años.
A Anselmo lo llamó la Guardia Civil y vino desde su pueblo a Córdoba, donde fue detenido, y a pesar de los esfuerzos de un hermano suyo, falangista militante, lo fusilaron. Cuando llegó “ya lo habían matado. Le devolvieron el reloj y poco más”.
Guillermina siempre estuvo buscándolo “y solo lo dejé cuando mis hijos eran chicos”. Afirma que “todo el mundo me decía que era muy bueno y muy honrado” y considera que “aquí no se ha hecho justicia”. Y es que el juzgado de Posadas, a donde acudió para que se investigara el paradero de los restos, “no ha podido portarse peor conmigo, que ni siquiera quería recogerme los papeles”. Eso fue hace unos cuatro años. La Audiencia desestimó el recurso.
El paso por el juzgado
Alguien en el juzgado le informó de sus derechos y empezó otro recorrido que le llevó hasta el cementerio de Córdoba gracias a la intervención del Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica. Su presidenta, María del Mar Téllez, acompañó ayer a la familia en el camposanto. Fue ella quien le indicó que “aquí había este monumento” y comprobó que estaba inscrito el nombre de Anselmo.
El cadáver “estará aquí o en el otro cementerio”, el de La Fuensanta, aunque “mi madre tenía entendido que lo mataron en el mismo camión” que lo transportaba al paredón. Cree que lo mataron “cara a cara, porque se negó a volverse; tenía mucho temperamento”.
Hace unos días intervino ante el Parlamento Europeo. No tenía intención de ir, pero su hija insistió y “me dijo que era la primera vez” que los eurodiputados iban a escuchar la voz de los familiares de los represaliados españoles. “He venido contentísima porque veo que se le ha hecho un poquito de justicia a mi padre”, comenta Guillermina. “Aquello fue maravilloso y yo hablé un poco y solo dije: ‘Vengo a pedir justicia para un hombre bueno y honrado, porque en España no me la dan’”. En varias ocasiones rompió ayer a llorar y recuerda que un “diputado dijo que Anselmo Guillermo Gómez Bermúdez fue víctima del terrorismo, porque a mi padre no lo juzgaron; lo mataron por socialista y por defender al pobre”. En la posguerra “se llevaron todo lo que había en la casa y las cuentas corrientes”. A la viuda le propusieron que firmara unos documentos para la pensión, pero se negó porque “no había visto a su marido muerto”.
Guillermina y su hija acudieron a la comisión de Peticiones de la Eurocámara para quejarse de la falta de respuesta de los tribunales y el Parlamento Europeo ha solicitado por carta información al Ministerio de Justicia español y a la Junta de Andalucía sobre este caso. Erminia Mazzoni, presidenta de la comisión, anunció que harán “todo lo que esté en nuestra competencia ante las autoridades” españolas, en especial al Ministerio de Justicia, y andaluzas para pedir que cumplan “los deberes de una autoridad democrática”.
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