Juan García Oliver (Reus, 1901 – Guadalajara, Méjico, 1980) fue un anarquista español. Junto a Buenaventura Durruti, fundó el grupo de Los Solidarios, al cual posteriormente se le adjudicaron varios asesinatos, incluyendo el intento de asesinato del rey Alfonso XIII.
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La figura de García Oliver está muy unida a la de Durruti, ya que después de las imputaciones de los asesinatos de éste hubo de huir a Argentina y a otros países latinoamericanos y europeos. Regresó en 1931 y se integró en la Federación Anarquista Iberica (FAI). Empieza por difundir la práctica cenetista y así nació Nosotros, con Durruti, Ascaso, Jover y otros compañeros. Ahora bien, si Pestaña y Peiró dejaron esta táctica en 1923, Nosotros y García Oliver la continuaron hasta 1933.
En 1931 declaró que había que lanzarse a la revolución sin esperar, y que los trentistas la remitían a fechas completamente absurdas. Pero en diciembre de 1933 se opuso a la tentativa de Durruti y Ascaso y la Regional aragonesa, cuando estaba de acuerdo para la de enero, todo ello sin estar en la FAI que aparecía como responsable y cuyos militantes luchaban.
En el congreso de la CNT de mayo de 1936, afirmaba que fue el artífice de la reunificación pero que su proyecto de ejército no fue adoptado a causa de la actitud de Federica Montseny, Diego Abad de Santillán y Miró, entre otros. Se puede observar, según los textos que publicó Elorza en Revista del Trabajo, n.° 32, que los proyectos para el Congreso de Zaragoza de los sindicatos de Santillán y García Oliver no se diferencian mucho, en particular para la cuestión militar.
Tras los días de lucha de julio en Barcelona (debiéndose la victoria según García Oliver a la organización dada por él) tuvo lugar un pleno de locales y comarcales el 23 de julio (pp. 171 y 184 y ss. de El eco de los pasos). García Oliver y la comarcal del Bajo Llobregat propusieron ir a por todo (es decir proclamar el comunismo libertario ) pero hubo unanimidad en contra, y García Oliver se planteó las causas, pareciendo sugerir dos explicaciones: a) la ignorancia del anarquismo b) la actividad de los grupos disolventes.
Cuando la CNT decidió entrar en el Gobierno de la Segunda República durante la Guerra Civil Española , aceptó asumir el cargo de ministro de Justicia bajo la presidencia de Francisco Largo Caballero , entre septiembre de 1936 y mayo de 1937. Meses antes ya había sido consejero de la Generalidad de Cataluña. Intentó convencer a los trabajadores para que se desarmasen durante los Jornadas de mayo de 1937  en Barcelona, llamando a un cese del fuego. En su ejercicio como ministro, fueron abolidas las tasas judiciales y los expedientes penales destruidos. Durante la Guerra Civil, manifestó: «Se está dando un fenómeno en esta guerra, y es que los fascistas cuando les atacan en una ciudad aguantan mucho y los nuestros no aguantan nada; ellos se cercan una ciudad y al cabo de unos días es tomada. Nosotros la cercamos y nos pasamos allí toda la vida».
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En Barcelona hubo una serie de enfrentamientos entre grupos revolucionarios y el gobierno republicano. Entre los primeros estaban los militantes anarcosindicalistas de CNT, FIJL, FAI; y el comunista POUM, principalmente. La central de Telefónica, en manos de la CNT, fue desalojada por fuerzas del orden republicano lo que provocó el estallido del enfrentamiento; barricadas, muertos, una guerra civil interna en el bando republicano.
Algunos ministros del gobierno y/o dirigentes de la central sindical, como García Oliver, pidieron el cese del fuego así como la unión ante el fascismo, argumentando que era preferente ganar la guerra.
Algunos lo consideraron como un traidor hacia al anarquismo español, por haberse comprometido con el gobierno, mientras otros creen que aquellas concesiones eran necesarias para acabar con Franco.
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En 1978 escribirá El eco de los pasos, de vital importancia para el entendimiento de la guerra del 36. Su intencionalidad en el libro se refleja claramente en la presentación donde textualmente dice:
En la medida de lo posible deben irse aportando ya los materiales de la verdadera historia del anarcosindicalismo en su aspecto humano, más importante que las manifestaciones burocráticas que tanto se han prodigado. Solamente la veracidad puede dar la verdadera dimensión de lo que fuimos. La verdad, la bella verdad solo puede ser apreciada si, junto a ella, como parte de ella misma, está también la fea cara de la verdad.
Al finalizar la guerra civil, se exilió en Guadalajara, Méjico , donde murió en 1980.
Se conserva una grabación sonora de un discurso de Joan García Oliver donde califica los miembros del grupo, incluyéndose él mismo, como “los mejores terroristas de la clase trabajadora, los que mejor podían devolver golpe por golpe el terrorismo blanco contra el proletariado” como los asesinatos de Salvador Seguí o Francesc Layret por parte de la patronal.