dijous, 9 de juliol del 2015

Víctimas del franquismo vuelven a declarar en juzgados españoles





Publicado el 4 jul. 2015

Hace casi tres años, Alicia (66 años) rompió su silencio para denunciar públicamente los abusos sufridos durante su infancia en el preventorio de Guadarrama. Ella, que siempre ha destacado por su activismo de izquierdas, se juntó con un grupo de mujeres para que los maltratos de aquella época y lugar salieran a la luz. “Después de que me entrevistárias recibimos un aluvión de testimonios de mujeres que habían pasado por lo mismo”, recuerda. “De ellas, solo unas pocas nos hemos dedicidio a denunciar”, explica.


Alicia declaró este miércoles ante el Juzgado de Instrucción número 14 de Madrid a petición de la juez argentina María Servini, uno de los muchos casos que la magistrada instruye desde Buenos Aires dentro de la causa de los crímenes franquistas. Sin embargo, Alicia ha sido la primera de todas en declarar por los preventorios. “Estuve en 1957. Había gusanos en la comida. Un cura dejó sorda a una niña cuando le golpeó: ‘Esto es una hostia. Tú debes decir sagrada forma'”, fue una de las muchas, terribles historias que contó por aquel entonces. Ahora, este testimonio aparece dentro de la causa. Los preventorios, por fin, se ven cara a cara con la justicia.


“Servini no ha estado, pero un juez español ha sido el encargado de leerme las preguntas por ella. No me ha gustado la actitud del magistrado, no me ha dejado terminar mis respuestas y hasta me ha reprochado no haber denunciado mi país. No se daba cuenta que el Franquismo no se juzga en España”, recuerda Alicia. “Aún así, estoy orgullosa de poder declarar en un juzgado español, aunque sea de manera indirecta. De haber sido escuchada en España”, asegura. Alicia asegura que en su querella no ha solicitado ningún tipo de indemnización económica. “Otra cosa es que la jueza lo estime más tarde, cuando ya haya imputados, pero lo que yo quiero es que se pida perdón por los crímenes franquistas. Que se reconozca la verdad de los hechos y que los imputados e instituciones relacionadas con los preventorias pidan disculpas públicamente”, afirma.



“Cada noche pedía no despertarme”


Alicia recuerda muy bien aquella época, aunque era muy niña: “Yo veía como había niñas que vomitaban y luego las hacían comerse los vómitos. En las duchas nos ponían en fila y nos empujaban, una tras otra, aunque estuviéramos llorando. Cada noche me tapaba la cabeza con una sábana y pedía no despertarme. Acabé con diarrea, yo creo que por los nervios. Estuve con mi hermana, que también ha denunciado, y cuando nuestros padres vieron en qué estado nos encontrábamos, nos sacaron de allí inmediatamente”. “Aún así, no querían que saliésemos. Nos tenían controladísimas. Era como una Gestapo. El tiempo que estuve allí me sentí vigilada, como en una cárcel”, sigue recordando Alicia, cuya denuncia también incluye hechos relacionados con su padre, ya fallecido: Arquímedes García fue detenido y le llevaron atado a bautizarse en la iglesia de la localidad cordobesa de San Pedro Abad porque “su nombre no era católico”.


Arquímedes pasó a partir de entonces a llamarse Ángel. Fue condenado a tres años de cárcel por desafección al nuevo régimen nada más acabar la Guerra Civil. “Mi padre siempre me recordaba como vió fusilar a muchos de sus compañeros sin motivo alguno”, apostilla Alicia.

Según ha informado la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (Ceaqua) esta será la primera de una serie de declaraciones, doce en total, que se celebrarán en distintos Juzgados de España, que se prestarán en cumplimiento de varias comisiones rogatorias expedidas por la juez argentina el 15 de mayo pasado. No es la primera vez que juzgados españoles toman este tipo de testimonios. Hace aproximadamente un año Servini se desplazó a España para interrogar a distintos testigos en la Audiencia Nacional y en otros juzgados de Sevilla y del País Vasco por otras casos relacionados con el Franquismo. Los hechos que se denuncian van desde torturas a mayores y niños, fusilamientos, detenciones ilegales o desapariciones. En opinión de Ceaqua estas declaraciones “no sólo reparan a las víctimas ante el desamparo en que se encuentran, sino que, también, allanan decisivamente el tránsito hacia la justicia”.