https://lamemoriaviva.wordpress.com/2016/11/25/adios-fernando-macarro-castillo-adios-poeta-de-las-trincheras-adios-marcos-ana/
“La única venganza a la que yo aspiro es a ver triunfantes los nobles ideales de libertad y justicia social, por los que hemos luchado y por los que millares de demócratas españoles perdieron la libertad o su vida”.
Declarado comunista, libertario convencido, poeta de la libertad y del pueblo represaliado, de profesión preso, a causa de sus ideales. Marcos Ana, ése era su pseudónimo de guerra y su marca, la marca de aquél que soñó a través de una ventana con barrotes durante más de 23 años con un cielo azul y libre, fuera de las cuatro paredes que cercaban el patio desde donde podía ver el cerúleo manto mientras soñaba con tocarlo. El preso político más años cumplió de condena.
Ayer vi escritas muchas definiciones, todas se quedaban cortas para retratar a este noble y sencillo salmantino y la que más me gustó y mejor lo define es la que le dedicó Eberhard Grosske refiriéndose al sentimiento de los románticos comunistas escribiendo…”es nuestro Mandela particular”. Chapeaux, Sr. Grosske, porque Fernando Macarro era así, luchador, fiel a sus ideales, pero también un hombre de fe en los mismos, es decir, no olvidó, pero no centró su vida en la vida que le robaron sino en la generosa lucha de los que no tienen voz y, que siguen estando debajo de la piel de toro enterrados en cunetas, fosas y barrancos de ignominia y vergüenza, ocultos en archivos polvorientos en carpetas mancilladas por la injusticia de la falsa verdad, de los juicios sumarios, de las sentencias doctrinarias o de los expatriados y exiliados que abandonaron nidos, familias, amigos y recuerdos felices para vivir el sueño de la esperanza de volver, algunos lo consiguieron pero en otro país, no el que dejaron, entre ellos el propio Marcos Ana, por eso siempre habló en plural… “nosotros” decía el maestro.
Nunca escribiré la carta que un día le prometí, la de la invitación para asistir a la apertura de la fosa de Martinet, o como la llaman en el pueblo, la fosa comú de les fonts dels morts. La vida me impidió terminar la investigación atascada en los registros del Bisbat de la Seu d’Urgell a poco de confirmar los nombres de los casi seguros dieciséis cuerpos que yacen debajo y, el tiempo le impidió a él quedarse para verlo. Sea como fuere maestro, ahora más que nunca los sin voz tendrán la suya para la eternidad y vamos a ver cuánta gente buena podrá mantener viva su resistencia. Allá dónde vaya maestro seguro que podrá ver el cielo, nadie tendrá que decirle como es un árbol y podrá contar su vida en muchas más palabras que en vida… “«Mi vida, os la puedo contar en dos palabras: Un patio y un trocito de cielo por donde a veces pasan una nube perdida y algún pájaro huyendo de sus alas».
Se fue como vivió, preso pero libre, preso de sus sueños de justicia y libertad, pero libre como hombre, porque se marchó sin rencor, limpio, con voz de justicia, pero sin olvidar…
“Mi pecado es terrible;
quise llenar de estrellas
el corazón del hombre.
Por eso aquí entre rejas,
en diecinueve inviernos
perdí mis primaveras.
Preso desde mi infancia
y a muerte mi condena,
mis ojos van secando
su luz contra las piedras.
Mas no hay sombra de arcángel
vengador en mis venas:
España es sólo el grito
de mi dolor que sueña”…
Hasta más ver compañero, que la tierra te sea leve.
Jordi Carreño Crispín @JordiCris
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