“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”.
Gonzalo Queipo de Llano, militar golpista.
Durante los años de la II República, la mujer luchó por conseguir espacios de libertad, por conseguir la igualdad con los hombres. Se organizó políticamente, se manifestó por sus derechos. Incluso votó. Eso era algo que el franquismo no podía permitir. Para la dictadura, la mujer era una persona inferior al hombre, que debía quedarse en cada realizando las tareas del hogar. Se crearon instituciones, teorías y leyes que amparaban este punto de vista del franquismo.
Durante los años de la República y la Guerra, la mujer adquirió grandes espacios de lucha política y social. Participó en política, se afilió a partidos, votó, incluso peleó en el frente como miliciana.
Tras la victoria franquista, la mujer debía ser relegada de nuevo al hogar, del que nunca debió salir, según los militares, la Iglesia y Falange. Durante los años de la posguerra, las mujeres que se habían implicado políticamente en el bando republicano o mujeres de personas que habían participado en partidos o sindicatos, sufrían las más terribles torturas. Eran obligadas a beber aceite de ricino, golpeadas, escupidas, violadas, rapadas y paseadas por los pueblos para escarnio público. Y muchas fueron fusiladas y asesinadas.
Pero para las mujeres que sobrevivieron, no iba a haber ningún tipo de paz. Se crearon instituciones como la Sección Femenina (dirigida por Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de Falange) donde se instauró un modelo de mujer sumisa, retraída a las tareas del hogar. Se les enseñaba tareas de casa y la sumisión completa a los hombres.
Luego se crearon todo tipo de teorías para justificar esta violencia sobre la mujer. El principal teórico fue el psiquiatra Antonio Vallejo Nájera. Dicho “científico” decía que las personas de ideología marxista tenían una mentalidad inferior a las demás. Y que tenían un gen rojo. Y que quien naciera de padres “rojos” debía ser separado de su familia. Con esta teoría se justificó el masivo robo de bebes a mujeres republicanas que hubo durante toda la dictadura. Y esto decía Vallejo Nájera sobre las mujeres:
“Si la mujer es habitualmente de carácter apacible, dulce y bondadosa débese a los frenos que obran sobre ella; pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal, cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer y se liberan las inhibiciones fregatrices de las impulsiones institintivas, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarle las inhibiciones inteligentes y lógicas.Suele observarse que las mujeres lanzadas a la política no lo hacen arrastradas por sus ideas, sino por sus sentimientos, que alcanzan proporciones inmoderadas o incluso patológicas debido a la irritabilidad propia de la personalidad femenina”
Además el franquismo creó un entramado legal para impedir que la mujer se pudiera realizar como persona. Las mujeres casadas no tenían el acceso al mercado laboral. Con el Fuero del Trabajo promulgado en 1938, el Estado reguló el trabajo a domicilio. Sólo podían trabajar las mujeres solteras o viudas. Además, si se casaban, debían firmar su despido voluntario un mes antes del enlace, según lo dictaba la Ley de Reglamentaciones Laborales de 1942. Y para acceder a él, dos años después, la Ley de Contratos de Trabajo decía que debían contar con la autorización del marido, que estuvo en vigor hasta 1976.
En cuanto al tema del adulterio, hasta 1963, se recogía la “venganza de sangre” en la que el marido o padre de la mujer adúltera podía asesinarla. Como no podía ser de otro modo, el aborto estuvo penalizado durante la dictadura franquista. El Código Penal castigaba con arresto mayor a todos aquellos que vendieran, anunciaran, suministraran o divulgaran cualquier medio o procedimiento capaz de facilitar el aborto y por supuesto, castigaba a la mujer con penas que, si bien eran más leves, podían significar el ingreso de ésta en prisión.
Como vemos, la represión del franquismo contra la mujer fue algo institucionalizado, teorizado y permitido por las autoridades. Gracias a la lucha de muchas mujeres, se han conseguido muchos derechos (divorcio, aborto, pleno derecho al trabajo). Sin embargo hay muchos problemas que aún hay que resolver respecto a la mujer: violencia machista (desde 2003, más de 800 mujeres han muertos a manos de sus parejas o exparejas), salarios más bajos que los hombres, micromachismo.. etc. Por ello hay que seguir peleando contra la violencia machista.
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