Cuando murió Durruti, su entierro congregó a más de cien mil personas. Tras él quedó un ejemplo de lucha y compromiso. Junto a Ricardo Sanz, Francisco Ascaso y Joan García fundaría el grupo anarquista Los Solidarios, un grupo cuyo objetivo era terminar con el poder de la burguesía catalana.
Durruti se dedicó desde pequeño a trabajar como mecánico ferroviario. En 1913 se aafilió a la sección metalúrgica de la CGT y participó en la huelga revolucionaria de 1917, por lo que tendría que exiliarse a Francia.
Tres años después volvería y se estableció en Barcelona, pero el exilio no le desanimó, y a su regresó seguía con las mismas ganas de luchar contra las injusticias del momento. Se afilia a la CNT y junto a otros anarquistas fundarían el grupo de Los Solidarios.
Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, Durruti y Ascaso viajaron a Argentina y a otros países de Hispanoamérica (1924-1925). De nuevo en Europa, se asentaron en Francia, pero en 1927 fueron detenidos al descubrirse sus planes para secuestrar a Alfonso XIII. Expulsados de España el año siguiente, viajaron a Berlín y se establecieron en Bélgica en 1929.
Con la llegada de la República, volvió a España, y tras el Golpe de Estado de Franco, Durruti lideró las fuerzas anarquistas de Barcelona. En noviembre se trasladó a Madrid para apoyar en la defensa de Madrid. El 20 de noviembre murió tras recibir un disparo.
Dos días después, su cuerpo llegaba a Barcelona, donde más de cien mil personas acudieron a su entierro cantando el himno anarquista “Hijos del Pueblo”.
Autor: Fernando Aguilar Rigaud
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