dijous, 9 de febrer del 2017

LA CARRETERA DE LA MUERTE. Benito Sacaluga.

https://benitosacalugarodriguez.blogspot.com.es/2013/10/la-carretera-de-la-muerte.html


domingo, 6 de octubre de 2013





El ocho de febrero de 1937 tuvo lugar uno de los episodios más sangrientos de la Guerra Civil española, perpetrado por el ejercito sublevado acabó con la muerte de cerca de 5.000 civiles que huían de Málaga ante la toma de la ciudad por las tropas franquistas, en este caso con la colaboración de nueve batallones italianos.

Las milicias obreras lograron que el levantamiento militar de julio de 1936 no triunfase en Málaga y se temía que la tropas franquistas una vez tomada la ciudad llevasen a cabo una feroz represión, la decisión de muchos de los que por una u otra razón habían defendido la legalidad republicana, decenas de miles de personas, algunos cálculos apuntan a 150.000 personas, fue la de huir en dirección a Almeria. Las carreteras de salida de Málaga estaban cortadas y controladas por las fuerzas fascistas salvo la que comunicaba con Almería. Una carretera que transcurre bordeando la costa mediterránea y que representa un objetivo fácil para su control desde tierra, mar y aire. Todos los que iniciaron su huida sabían lo peligroso del viaje pero en el fondo confiaban, albergaban esperanzas de que el ejercito sublevado respetase una caravana exclusivamente civil y se arriesgaron a recorrer a pie los más de 200 kilómetros que les separaban de Almería.

Foto tomada de la huida a Almería
Todas las esperanzas de los que buscaban refugio en zona republicana se frustraron el mismo día de su salida de Málaga, cuando la artillería, los tanques y tres cruceros de guerra rebeldes, "Canarias", "Baleares" y "Almirante Cervera" procedieron a bombardear las largas filas de ciudadanos que huían de Málaga. El almirante fascista Bastarreche dirigió la masacre. Los tres cruceros bombardearon a placer una caravana de refugiados desarmados entre los que se encontraban familias enteras, mujeres, niños, ancianos....la cifra de muertos como consecuencia de los bombardeos se estimó en más de 5.000 personas, el número de heridos se desconoce.

La masacre fue una operación planificada, los fascistas preveían la salida de Málaga de miles de personas y utilizaron la carretera de Almería como una trampa mortal para los fugitivos. Una matanza a sangre fría, cada uno de los 5.000 muertos fue victima de un crimen de guerra, cinco mil crimenes de guerra en pocas horas.


Dr. Norman Bethune
El médico canadiense Norman Bethune, pionero en el establecimiento de servicios móviles de transfusiones de sangre y miembro de la  Comisión de Ayuda a la Democracia Española, integrado en el Batallón Mackenzie-Papineau, acudió desde Valencia con sus equipos en ayuda de los heridos. Durante tres días él y sus ayudantes Hazen Sise y Thomas Worsley socorrieron a los heridos y ayudaron en el traslado de refugiados hacia la capital almeriense. El doctor Bethune ya había intervenido anteriormente realizando transfusiones de sangre en varios campos de batalla españoles, pero la masacre de Málaga superó todas sus experiencias, el horror de lo que había  visto le llevó a escribir un libro que tituló "El crimen de la carretera Málaga-Almería", en uno de sus párrafos iniciales se puede leer:

"...Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos...."

Igual suerte corrieron los republicanos que permanecieron en Málaga  como consecuencia de la represión llevada a cabo por la tropas franquistas, solo comparable a la masacre perpetrada en Badajoz en agosto del treinta y seis bajo el mando del general falangista Yagüe. Se procedió a fusilar y enterrar en fosas comunes a miles de malagueños, solo en el cementerio de San Rafael ya se han identificado más de 4.000 cuerpos con el tiro en la nuca.

Vergüenzas como estas o mayores se produjeron poco tiempo después a manos del ejercito nazi, verdaderos crímenes de guerra y contra la humanidad. El horror nazi es conocido desde nada mas acabar la II Guerra Mundial, cientos de libros, revistas, fotografías, películas, documentales han denunciado estos crímenes. Los máximos responsables de los crímenes fueron juzgados, todavía hoy se persigue internacionalmente a los que lograron huir. El pueblo alemán ha condenado sin reparos estos episodios y sus nuevas generaciones conocen al detalle todo lo que el nacionalsocialismo representó para ellos y para el resto del mundo. Sus representantes políticos acuden a depositar ramos de flores en las tumbas de las victimas de Hitler, en todos los memoriales que existen en los antiguos campos de exterminio repartidos por media Europa. Sin embargo en España son muy pocos los que conocen la existencia de los crímenes llevados a cabo por Franco, de las matanzas indiscriminadas que llevó a cabo durante los tres años de guerra y los treinta y seis siguientes de dictadura al más puro estilo fascista. Leer lo que de la Guerra Civil se explica en los libros de texto provoca rabia e impotencia. Ver como en las televisiones se entrevista a descendientes de Franco mitificando y aplaudiendo su labor en pro de los españoles avergüenza. Contemplar su mausoleo dominar el paisaje de la sierra madrileña es indignante. 

Hitler no puso ser juzgado, según cuentan él mismo puso fin a su vida, no obstante se juzgó al sistema, se juzgó a los nazis, se sacaron a la luz pública todos los horrores. La comunidad internacional ayudó al pueblo alemán a resurgir desde la nada, a volver a convertirse en una potencia mundial, esto no lo habrían conseguido nunca si no hubiesen conocido, reconocido y condenado los crímenes cometidos. 

En España ni se conocen ni se reconocen los crímenes franquistas, sus herederos siguen en los puestos clave de decisión política y económica, todos aquellos que hicieron fortuna sirviendo al aparato de Franco ven como cada día su riqueza y su poder aumentan. Mientras tanto el pueblo español calla y otorga.  Los herederos del franquismo  han conseguido superar la primera etapa de su estrategia, estar unos años ocultando sus verdaderas intenciones hasta ser aceptados mayoritariamente por la sociedad española, ahora que ya ostentan el poder absoluto comienzan a retirar sus mascaras para ofrecernos la realidad de sus intenciones que no son otras que utilizar a la clase trabajadora para satisfacer el insaciable apetito de las clases dominantes y del clero, de una Iglesia Católica que ve como sus privilegios permanecen intactos mientras que buena parte de la población española sufre, camino de la pobreza.

Sin embargo y a pesar de todo más de diez millones de españoles colaboraron con su voto a que un gobierno que ha masacrado a las clases humildes tenga hoy el poder absoluto, algunos fueron engañados pero la mayoría votaron creyendo que sabían lo que estaban haciendo sin darse cuenta, la mayor parte de ellos, de que no saben nada porque ellos mismos se han negado a conocer la verdad de lo que un régimen como el franquista supuso para España y todos sabemos que no hay peor ceguera que la que padece el que no quiere ver.

Franco dijo que lo dejaba todo atado y bien atado, sabia lo que decía, su candidato a rey no tendría ningún problema, los franquistas, la derecha de su colaborador Fraga y el poder financiero y empresarial se encargarían de protegerlo, al igual que a toda su familia. Luego vino la transición, la historia interminable de una transición, nunca acabará, con lo que hay ya le basta a la derecha, consiguieron su Ley de Amnistía y la impunidad, dejaron que España se desahogara con varios gobiernos socialistas que de socialistas solo demostraron tener el nombre, unos "socialistas" envidiosos del buen vivir de la derecha y los poderosos se corrompieron hasta convertirse en una especie de juguete roto al que solo la nostalgia evita que acabe en la basura. 

Algo habrá que hacer, de momento no sería mala cosa que todos los españoles supieran lo que la derecha política,  los poderes económicos y unos militares golpistas les hicieron, es la única forma de comenzar a desatar el nudo que Franco le puso a los españoles de a pie, que por cierto somos una mayoría aplastante.

Benito Sacaluga.