Norman Bethune es reconocido en su país como un genio de la medicina, en China un héroe, y en España, donde más actúo, un completo desconocido.
En febrero de 1937, cientos de miles de personas huían por la carretera desde Málaga hacia Almería. Durante ese duro trayecto se produjo una verdadera carnicería. Muchas personas murieron por inanición, otras simplemente se quedaron sin fuerzas, pero la mayoría murió a causa de los bombardeos y los disparos que el ejército sublevado, junto a sus aliados italianos y alemanes, realizaron durante el trayecto.
En todo este caos apareció Norman Bethune, médico, canadiense y antifascista. Norman se trasladó a este lugar para intentar socorrer a cuantos exiliados pudiera. Pero allí encontró un escenario que se le escapaba de las manos. Encontró una enorme cantidad de personas mutiladas, muertas de hambre, desorientadas…
“Decían que iban a entrar en Málaga los moros y que cortaban los senos a las niñas y a las muchachas y las violaban. También teníamos miedo porque oíamos a Queipo de Llano por la radio que decía: Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna…“. Natalia y Maruja Montosa Roa tenían 13 y 14 años.
En el camino, se encontró con más de 40.000 refugiados que huían hacia Almería a 100 millas de distancia, llevando a sus hijos y sus posesiones. Los que no podían ir más lejos se quedaban a los lados del camino para morir. Durante tres días, Bethune y su unidad transportaron a los más desesperados a la seguridad de Almería. Entonces, también Almería fue bombardeada. El bombardeo deliberado de civiles refugiados era algo que Bethune nunca pudo olvidar. “España”, escribió más tarde a Frances, “es una cicatriz en mi corazón.”
Más tarde, se trasladó a China para colaborar contra la invasión japonesa. Allí, mientras sanaba la herida de un soldado se hirió y fue la infección lo que acabó con su vida.
Autor: Fernando Aguilar Rigaud
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