60 cuerpos han sido recuperados desde que en 2022 comenzaran los trabajos de exhumación en la localidad.
SEVILLA
"En la tarde del lunes 20 de julio de 1936, el capitán de la guardia civil Francisco Rodríguez Hinojosa Delgado, que se encontraba sublevado contra el Gobierno de España desde el sábado anterior, sacó sus fuerzas a la calle, asaltó con ellas el Ayuntamiento y a punta de fusil acabó en un par de horas con la segunda república en Osuna [Sevilla]. Aquí fue ese día, y no el 1 de abril de 1939, cuando empezó la dictadura militar". Así arranca el trabajo Osuna, 20 de julio de 1936: consecuencias de la rebelión militar, de Félix J. Montero Gómez, disponible en la web todoslosnombres.org, imprescindible para la recuperación de la memoria en Andalucía.
"Asegurado el golpe de mano –prosigue el autor– con la llegada, ocho días después, de la columna Castejón, se desencadenó a partir de entonces una persecución feroz, minuciosa y sin precedentes conocidos contra los hombres y mujeres a quienes los rebeldes y sus secuaces consideraban incompatibles con el objetivo de regeneración nacional buscado con la insurrección. En veintiún días comprendidos en el periodo de 20 de julio a 25 de septiembre del mismo año 1936 fueron asesinados al menos 172 vecinos de Osuna".
Este miércoles, 8 de mayo, día oficial –así lo recoge la ley de memoria– de homenaje a los exiliados republicanos de la Guerra Civil española, el delegado del Gobierno, Pedro Fernández (PSOE) y la alcaldesa de Osuna, Rosario Andújar (PSOE), acudieron al cementerio, donde se despliega desde 2022 el proyecto Osuna Recuerda, que pretende rescatar de la herrumbre los cuerpos de los asesinados tras el golpe, que los investigadores creen que son más de esos 172, porque la represión prosiguió.
Los trabajos han localizado, hasta el momento, cuatro fosas comunes, de las que dos han sido excavadas. De ellas, se han recuperado un total de 49 víctimas, que están en proceso de identificación, según una nota del Gobierno. Ahora se trabaja en una tercera fosa, de la que se han exhumado de momento once cuerpos.
La cuarta fosa, localizada este año ha sido hasta ahora protegida y dejada en reserva para su posterior excavación. Este proyecto está subvencionado con 489.000 euros por Gobierno, Junta de Andalucía y Universidad de Sevilla, con la colaboración del Ayuntamiento de Osuna y la Universidad Pablo de Olavide. El grueso, 319.000 euros, los aporta el Gobierno de España.
"No podemos permitir que la historia se repita, no debemos olvidar que la igualdad de derechos nos hace más libres, más grandes como sociedad y más demócratas y que desde el respeto absoluto a nuestra Constitución y a los Derechos Humanos avanzamos hacia un futuro donde tenemos cabida todos siempre que respetemos las reglas de un debate limpio", afirmó Pedro Fernández.
En la fosa se han recuperado más cadáveres de mujeres de los que se esperaban. En abril de 2024 se habían documentado en la tercera fosa, de once, cuatro mujeres, según recoge un informe oficial. Oliva Rodríguez, catedrática de Arqueología de la Universidad de Sevilla y directora de los trabajos, manifestó este miércoles, sobre estos hallazgos: "Teníamos cinco mujeres en los listados de víctimas y estamos encontrando más".
"Tiene que ver con unas formas de represión y de violencia contra las mujeres que aparecen reflejadas en esos episodios. Obviamente, las víctimas [mujeres] físicas fueron menos, pero eso no significa que no sufrieran represión. Vivieron una represión en vida a veces mucho más dura. En este caso, algunas mujeres no fueron registradas en los listados por vergüenza o no fueron consideradas. Es algo que tal vez nunca lleguemos a saver, pero es real, están ahí", reflexionó la experta.
El contexto de la represión en Osuna
El historiador José María García Márquez recupera en Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963) el contexto de las matanzas en Osuna. "El golpe en la provincia [de Sevilla] se consumó de forma inmediata en los primeros días en un amplio número de pueblos pequeños y medianos por la actuación de la Guardia Civil, casi siempre apoyada por elementos derechistas. Pero fueron las columnas organizadas y armadas en la capital las que llevaron a cabo con rapidez la ocupación progresiva de toda la provincia. Al terminar julio eran ya setenta las poblaciones en poder de los golpistas. El resto, menos cinco pequeñas localidades de la Sierra Sur que fueron ocupadas en septiembre, cayeron en agosto. [...] El día 20 ya había caído Osuna".
"[...] Otro traidor –prosigue García Márquez– el capitán [...] Hinojosa, que había concentrado también fuerzas de localidades próximas, se hizo con el control del pueblo ocupando sin resistencia el ayuntamiento y llevándose detenidas a sesenta y cuatro personas (entre ellas su alcalde Manuel Morales y varios concejales), al mismo tiempo que ponía en libertad a los treinta y tres derechistas detenidos, ninguno de los cuales sufrió agresión o percance alguno".
"Al día siguiente –continúa el trabajo– practicó diecisiete detenciones más. Casi todos fueron asesinados en las fechas siguientes. Pese a todo, hubo también resistencia al golpe. El mismo día 20 la Guardia Civil tiroteó a los trabajadores que intentaron entrar en el convento de los Padres Carmelitas desde donde, al parecer, habían disparado".
"Los guardias abrieron fuego también en la calle de El Carmen y en la plaza del Salitre, resultando un trabajador muerto. Según la información "oficial" hubo algún tiroteo más y se produjeron escaramuzas el día 21 y también tenemos datos de que el día 22 tres trabajadores más murieron en la calle de El Carmen a manos de la Guardia Civil", recoge García Márquez.
"En la calle de la Cruz, donde estaba el centro obrero de la CNT, otro grupo de trabajadores mantuvo la resistencia al acoso de la Guardia Civil y derechistas locales. También el día 22 resistieron un bombardeo de un avión", añade el autor.
Pero todo terminó: "Al día siguiente continuó en menor medida la última resistencia y grupos de trabajadores emprendieron la huida hacia las sierras del sur. El comandante militar capitán López Perea, que fue el que pidió los refuerzos a Écija, comenzó a dirigir la represión".
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