Cristina Calandre Hoenigsfeld. Diario del Aire, 26-11-2012 - 28 noviembre 2012
Estos días atrás de ha conmemorado el 76 aniversario de la llegada a España de las Brigadas Internacionales. Por este motivo se han programado varios actos para homenajear la Defensa de Madrid, capital de la II República, que estuvo durante 3 años defendiéndose heroicamente del ataque de los sublevados franquistas con el apoyo de los fascistas italianos y los nazis alemanes. Se suele indicar respecto a los brigadistas que los 35.000 voluntarios pertenecían a 53 países procedentes de distintos lugares, pero no se menciona en la mayoría de los casos la alta participación de los judíos, en cla mayoría repartida en los diferentes batallones por nacionalidades, pero que sí podemos asegurar que tenían en común una lengua, una historia y unas perspectivas comunes que hacían de ellos parte de un colectivo con identidad propia. Incluso llegaron a formar su propio batallón “Botwin” que tenía su periódico en la lengua “yiddish”.
Posteriormente a la hora de la represión, también fueron considerados como tales por las dos leyes raciales franquistas de 1939 (paso de fronteras de 11 mayo y depuración de médicos de octubre) en donde el colectivo” judío” era tratado con la misma categoría que el de anarquista, marxista ó comunista a la hora de la represión, es decir tenía una identidad bien definida para los franquistas, que no tuvieron reparo en meter en el mismo saco grupos clasificados por ideología con grupos raciales.
¿Por qué esta participación tan alta de judíos en las Brigadas Internacionales?
Si repasamos la Historia, en los años 30 del siglo XX los judíos europeos se vieron confrontados con una fuerte ola de nacionalismos, fascismo y antisemitismo de la que fueron víctimas, siendo obligados a abandonar sus patrias respectivas. Mientras, en España, la II República terminó en 1931 con la secular discriminación de los judíos. La nueva Constitución garantizaba la libertad de religión y destacados republicanos demostraron su simpatía.
Tras la subida de Hitler al poder en 1933, España fue uno de los pocos países europeos que ofrecieron asilo a los judíos alemanes y austriacos, y los judíos, doblemente amenazados como raza y por su ideología antifascista, vieron España como la salvación y como el lugar donde poder contribuir a luchar contra el peligro de antisemitismo y fascismo que se iba extendiendo por toda Europa. En el caso concreto de los médicos, y siguiendo la magna obra del Dr. Francisco Guerra plasmado en su libro La medicina en el exilio republicano: “En los primeros días de la sublevación militar se presentaron ante las autoridades republicanas de Barcelona algunos médicos de nacionalidad alemana y ascendencia judía que se ofrecieron voluntarios para atender a los heridos habidos durante los combates en la ciudad condal y luego se incorporaron a las columnas que se formaron para la lucha del Frente de Aragón… El Dr. Julio Bejarano Lozano había sido presidente del Colegio de Médicos de Madrid y desde esa posición se distinguió en la defensa del ejercicio en España de los médicos judíos expulsados de Alemania…” Esta conducta a favor de los médicos judíos tuvo luego sus consecuencias, pues nada mas finalizar la guerra el Ministerio de Gobernación, dirigido por el ministro antisemita, y cuñado del dictador Franco, Ramón Serrano Suñer, firmó una Orden en donde se incluye a los médicos judíos, junto a otros colectivos como republicanos, marxistas, anarquistas, etc. http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1939/280/A05627-05628.pdf
La doble condición de judíos y antifascistas hace que se deba tomar a este colectivo como el segundo en importancia, tras el de los franceses, que conformaron las Brigadas Internacionales, evitando que se difumine su presencia en los marcos nacionales, como perteneciente a norteamericanos o los polacos. Pues como ya hemos reseñado, a la hora de las leyes raciales franquistas, fueron identificados claramente como “judíos “ y no como alemanes, polacos, norteamericanos, etc., y por ello sufrieron mayor represión e incluso el exterminio en los campos nacionalsocialistas, como les pasó a muchos de ellos por su condición de judíos según escribe el Dr. Guerra:
Simon Boulka, nacido en Polonia, estudió medicina en París… Llegó en1936 aAlbacete… a partir de mayo de 1937 fue jefe de Sanidad de la 108 Brigada… estuvo destinado en el hospital de Murcia en 1938… exiliado en Francia fue capturado por la GESTAPO e internado en Auschwitz donde falleció. Roza Zachariewicz, polaca judía, graduada en Farmacia por la Universidad de Paris en 1933…llegó a España el 16 de Febrero de 1937… prestó servicios en los hospitales de Albacete, Benicassim, Castellón y Mataró… se exilió a Francia con su esposo el Dr Chretien, jefe de la sanidad de la XII Brigada Internacional… Durante la II Guerra Mundial cayó prisionera de la GESTAPO y murió en el campo de concentración de Auschwitz….”
En el apartado de Palestina, nos dice el Dr. Guerra:
“De Palestina llegaron a España médicos y enfermeras judíos que lucharon en las filas republicanas. Acabada la Guerra Civil todos pasaron a Francia y de allí hubo bastantes que fueron a residir a Palestina y luego se integraron en el estado de Israel”.
Por todo lo anteriormente expuesto, creo necesario que el grupo “judíos“ tenga una clara identificación cuando de las Brigadas Internacionales se trate, y no queden desdibujados en los respectivos marcos nacionales, pues como colectivo fue luego cruelmente represaliado, independientemente de su ideología o procedencia, ya que era una cuestión de raza.
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