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“Ha tardado mucho la reparación moral a las víctimas de la guerra civil y el franquismo” | ||||||
"Ha tardado mucho tiempo en llegar la reparación moral a las víctimas del franquismo", dijo ayer en Cella José Soler Sanz, vecino de la localidad y centenario, algo que lo convierte en memoria viva de su pueblo y de lo que ocurrió allí a partir de 1936 cuando se produjo el golpe de Estado militar que desencadenó la guerra civil.
F.J.M. Teruel
13/08/2015
"Ha tardado mucho tiempo en llegar la reparación moral a las víctimas del franquismo", dijo ayer en Cella José Soler Sanz, vecino de la localidad y centenario, algo que lo convierte en memoria viva de su pueblo y de lo que ocurrió allí a partir de 1936 cuando se produjo el golpe de Estado militar que desencadenó la guerra civil. La figura de Soler centró unos actos de reconocimiento a su persona, pero también a los represaliados y a los mayores del municipio que padecieron la larga dictadura franquista.
Cella rindió ayer homenaje a un hombre bueno, a un republicano que vio truncada su juventud, al igual que tantas personas, por el golpe fascista de 1936 que desencadenó la guerra civil española.
A sus 100 años mantiene viva la memoria, pero sobre todo la lucidez de quien ha reivindicado siempre la restitución de los nombres de quienes fueron perseguidos y asesinados por defender un mundo mejor y más justo, entre ellos sus padres. Ayer dedicó el homenaje que le hicieron en su pueblo a recordar a los 62 vecinos de Cella que fueron asesinados tras el golpe de Estado.
En el mismo acto, varios familiares de estas víctimas recibieron por fin un certificado gubernamental de reparación moral por los asesinatos, con el reconocimiento de la injusticia producida. Entre los certificados estaban los de los padres de Soler, que eran conserjes de la Sociedad Obrera Agrícola de Cella cuando se produjo el levantamiento militar.
Soler fue uno de los pioneros de la recuperación de la memoria histórica en Teruel y a pesar de vivir en Valencia y de tener ya 100 años, acude todos los 1 de mayo a los actos que se organizan en los Pozos de Caudé para recordar a los asesinados que allí fueron arrojados, entre los que figuran su padre y su madre.
El homenajeado quiso dejar bien claro que no se puede hablar de fusilamientos sino de "asesinatos cometidos por los franquistas y sus secuaces", puesto que nunca hubo juicios. A ellos quiso dedicar el homenaje que le rindieron ayer sus vecinos, a los 34 hombres y 28 mujeres que acabaron en los Pozos de Caudé, cuya asociación, junto con familiares de las víctimas y la colaboración del Ayuntamiento de Cella fueron quienes organizaron esta actividad con un programa que se prolongó durante todo el día.
Una rondalla acudió al domicilio de José Soler a buscarlo a mediodía para acompañarle hasta el Ayuntamiento de Cella, donde fue recibido por una representación de la corporación municipal encabezada por el teniente de alcalde, Juan Sánchez, el concejal de Urbanismo, Santiago Navarro, y la concejala de Cultura, Rosario Pascual.
Un espejo para reconocerse
Posteriormente, en la Casa de Cultura, Soler recibió una placa de reconocimiento con la siguiente inscripción: "Homenaje de la localidad de Cella en su 100 aniversario, al vecino José Soler Sanz. Por su lucha y defensa de las libertades en nuestro país. Tú has sido y serás el espejo en el que deseamos reconocernos el día de mañana. Gracias Joselito".
Joselito es como era conocido en los años 30 del pasado siglo cuando sus padres eran los conserjes de la Sociedad Obrera Agrícola de Cella. De allí partió al producirse el golpe, alistándose en las milicias republicanas y alcanzando el grado de teniente.
Sus padres y sus hermanas se quedaron y los primeros fueron asesinados por los franquistas, arrojando sus cuerpos a los Pozos de Caudé. Ayer, antes de acudir a la Casa de Cultura, quiso visitar la Sociedad Obrera Agrícola de Cella, donde se fotografió con otros asistentes al acto. Así lo cuenta el propio homenajeado en el documental José Soler. Memoria viva de Cella, de Santiago Navarro y Francisco Sánchez, que se proyectó por la mañana.
Durante este acto se entregaron certificados del Ministerio de Justicia a varios familiares de represaliados en Cella. Las gestiones para conseguir estos documentos las ha realizado el presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, junto con las familias, y ayer reconoció que los trámites les llevaron más de dos años.
La complejidad de dicha tramitación administrativa ha impedido, por la complejidad de los documentos que hay que gestionar, conseguir los certificados de los 62 asesinados en Cella al producirse el golpe militar. De las 50 solicitudes presentadas, el Ministerio de Justicia ha emitido de momento 31 certificados.
Ayer se entregaron a los familiares estos documentos en virtud de lo establecido por la Ley de Memoria Histórica de 2007, aprobada durante el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Estos certificados individuales acreditan, con el nombre de cada víctima, que padecieron "persecución y violencia por razones políticas e ideológicas", siendo detenidos y ejecutados extrajudicialmente en la que fecha en que fue asesinado cada uno de ellos.
Vista esa acreditación, el documento añade que cada uno de ellos "tiene derecho a obtener la reparación moral que contempla la Ley 52/2007, de 26 de septiembre, mediante la cual la democracia española honra a quienes injustamente padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura". Todos los certificados entregados llevan la firma del exministro Alberto Ruiz-Gallardón, que estaba al frente del Ministerio de Justicia cuando se emitieron los documentos.
"Es poco y mucho"
"Es poco y mucho", dijo Miguel Mazón, cuyos abuelos fueron asesinados tras el golpe de 1936 en Cella y arrojados a los Pozos de Caudé. "Cuanto antes recuperemos todo sin venganzas ni heridas, será bueno para recuperar la historia, lo que se hizo, y qué menos que recuperar a nuestros antepasados", señaló después de recoger el certificado ministerial de reparación moral por el asesinato de su abuelo y su abuela.
Mazón contó que su madre, María Hernández Soriano, vio cómo se llevaron a sus padres de casa y no volvió a verlos más ni a saber de ellos. Tenía 13 años y se fue a Valencia con unos familiares, pero al término de la guerra regresó. "Es bueno que se recupere la historia y cada uno a los suyos para que se les dé dignidad sabiendo cómo ocurrió, y para que no vuelva a repetirse", indicó el familiar de estos represaliados.
Nueva esperanza para la Sociedad Obrera Agrícola
El edificio de la Sociedad Obrera Agrícola de Cella tuvo ayer su protagonismo durante los actos de homenaje a José Soler Sanz. Se encuentra en la plaza Mayor, está cerrado y lleva tiempo en desuso a la espera de que se pueda buscar alguna solución a su futuro. Fue construido por obreros y agricultores agrupados en una sociedad que, según dijo ayer el historiador Serafín Aldecoa, fue modelo de "organización independiente".
De ella fueron conserjes los padres de José Soler Sanz, el centenario homenajeado ayer en Cella. Incautada en el franquismo, fue Soler una de las personas que más luchó para que se devolviese a sus propietarios en la Transición. Posteriormente lo socios se la ofrecieron al Ayuntamiento para que le diera un uso público, pero ninguna corporación lo ha asumido porque el inmueble precisa ser rehabilitado. Hoy se sigue trabajando en ello.
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