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SE CUMPLEN 79 AÑOS DEL SABOTAJE DEL PUENTE FERROVIARIO IRUN-MADRID POR PARTE DE UN GRUPO DE REPUBLICANOS
UN REPORTAJE DE I. GORRITI - Domingo, 16 de Agosto de 2015 - Actualizado a las 06:06h
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SE cumplen estos días 79 años de aquellos 15 y 16 de septiembre de 1936, jornadas en las que unos trabajadores sopletistas de la UGT y de Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV) de la Unión Cerrajera de Altos Hornos de Bergara cortaron el puente ferroviario de la línea Irun-Madrid de Ormaiztegi. La asociación Intxorta 1937 ha estudiado en profundidad este poco recordado episodio de la memoria histórica de Euskal Herria. “Esta acción fue uno de los golpes más fuertes contra los planes de Emilio Mola Vidal, jefe de las columnas fascistas que operaron en Gipuzkoa”, valoran.
Miembros de la asociación como José Ramón Garai y Josuren Murgizu rememoran los preparativos para la demolición de la infraestructura. “Varios centenares de milicianos del Eusko Gudarostea se asentaron en Ormaiztegi para resistir frente a los sublevados que habían ocupado Beasain, Idiazabal, Mutiloa y Segura. Para frenar el avance de los fascistas, se pensó en un primer momento destruir con dinamita el puente de la vía férrea”.
La opinión contraria del Comité de Defensa de la República de Ormaiztegi, y el hecho de que los pivotes sobre los que se asentaba esta vía férrea fueran huecos, lo que hacía necesario el uso de mucha dinamita, provocó que se desechara la idea. Entonces, varios milicianos se presentaron a la Junta de Defensa de Gipuzkoa con la siguiente propuesta: “No se podrá resistir mucho tiempo en Ormaiztegi y es una lástima que cedamos el viaducto totalmente intacto. Si nos procuran una orden para requisar elementos necesarios como sopletes y botellas de oxígeno, nos comprometemos a destruir el viaducto en cuestión de horas”.
El 15 de septiembre de 1936, la Comisaría de Guerra del Frente Popular de Bergara entregó la siguiente nota a la dirección de Altos Hornos de Bergara: “Sírvase entregar al dador todo el material que precisen y una vez terminado el trabajo se le volverá a reintegrar”. Mientras los milicianos frenaban el avance de los requetés, el día 15 iniciaron la demolición del puente. A los sopletistas de Altos Hornos de la Unión Cerrajera de Bergara se les unieron algunos más de Zumarraga y Olazagotia.
El primer corte lo realizaron de forma perpendicular y las vías, en vez de caerse, se montaron unas sobre las otras. Continuaron con el sabotaje al día siguiente; esta vez cortaron de manera inclinada y cayó la segunda parte del viaducto: “La primera hoja que sopletaron fue la de la parte de Zumarraga. El trabajo lo hicieron en tres horas y al desplomarse la parte cortada, los raíles quedaron movidos en un kilómetro por lo menos hacia Zumarraga”.
Miguel de Amilibia, presidente de la Junta de Defensa, y Antonio Ortega, gobernador civil de Gipuzkoa, pudieron contemplar la destrucción llevada a cabo. “Era soberbia. Sin empleo de explosivos, en equilibrio inestable en aquel complejo entramado que se estremecía de modo creciente, a riesgo en todo instante de caer al vacío o de recibir un balazo de un enemigo muy próximo, habían cortado, con sopletes, vigas, cables, traviesas, rieles, tensores y tirantes, hasta que dos de los tramos del puente se habían venido abajo por un extremo y descansaban en el suelo unos ochenta metros más abajo”, recuerdan.
VALOR ESTRATÉGICO Esta acción fue “un duro golpe” para el avance de los fascistas, ya que la línea férrea de la costa solo llegaba hasta Elgoibar desde Donostia. Tampoco pudieron utilizar la estación de Maltzaga hasta la caída de Eibar, en abril de 1937, fecha en la que se encontraron, además, el puente del ferrocarril volado. La posición de Maltzaga era la más avanzada del Batallón Amuategui, por lo que los fascistas no tenían circulación de trenes por la estación citada. El general Mola visitó Ormaiztegi, y dado que el ferrocarril tenía un “valor estratégico enorme para mover las tropas y el material de guerra”, decidió iniciar su reparación de inmediato y dar un escarmiento ejemplar a los trabajadores que lo habían cortado.
Algunos sopletistas que participaron se marcharon para Bizkaia antes de entrar los sublevados, por lo que no pudieron ser represaliados en ese momento. Entre ellos estaban Florencio Eztevez, Jose Altuna y Emilio García. Antonio Galdos sí fue detenido. Una vez que Debagoiena fue ocupada, fue visitado en la fábrica por unos carlistas, entre ellos un oñatiarra, quien le dijo “pronto estarás muerto”. Así fue. El 15 de octubre, cuando estaba trabajando en la Unión Cerrajera de Bergara, fue detenido. Tras ser trasladado a las puertas del cementerio de Ormaiztegi, a escasos metros del puente, fue fusilado. Los habitantes oyeron las descargas de los fusilamientos, primero unos disparos seguidos y tres separados: “Tiros de gracia”.
Las obras de reparación las realizaron durante las 24 horas del día con la ayuda de potentes focos por la noche. Duraron cinco meses y Mola acudió a su reinauguración el 1 de febrero de 1937.
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