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domingo, 8 de julio de 2018
Monolito en memoria de los García Moral en el atrio de la iglesia de Castroncelos.
Los hermanos García Moral residían en la parroquia de Montefurado (Quiroga, Lugo), famosa por el túnel que los romanos, ávidos de oro, practicaron en la roca para desviar el curso del río Sil. Los y las que nos seguís ya conocéis este sitio, por su vínculo con la familia Amaro de Repil. José María estaba casado con Victoria y tenía tres hijos: Francisco, Concepción y Josefa. A su vez, el otro hermano, Ricardo, estaba desposado con Ramona y era padre de dos chavales, Josefa y Manuel. El curso de su existencia, como el del río Sil, se torció dramáticamente con la llegada de los pistoleros fascistas en el verano de 1936. El historiador berciano Alejandro Rodríguez ha podido recabar en el Archivo del Tribunal Militar Territorial IV de Ferrol información oficial sobre el final trágico de estos dos hermanos de sangre. La documentación muestra claramente la total impunidad de los asesinos que hacían el trabajo sucio para estas nuevas autoridades golpistas.
Familiares de los García Moral en Castroncelos (Fot: ARMH)..
El 6 de septiembre de 1936 fueron sacados de sus casas por los fascistas de Montefurado, como así declaró la viuda de José en la instrucción cursada por el Juzgado de Quiroga. La partida estaba dirigida por un Cabo de Regulares llamado Clemente Vidal, y la formaban tres falangistas del lugar de Anguieiros, llamados Constantino Vicente, José Yáñez e Isidoro Rodríguez. Tras un interrogatorio en el Cuartel de Falange los dos hermanos son introducidos en el tren mixto que desde la estación de Montefurado se dirigía a Monforte de Lemos. Desde luego, algo extraño estaba ocurriendo. Desde el 18 de julio los paseos obedecían a otro tipo de dinámicas. Los falangistas de un ayuntamiento, por norma, actuaban en otros territorios vecinos y empleaban camionetas o coches requisados. Eso sin duda lo sabían los dos hermanos. Podemos intuir la angustia de estos hombres. El recorrido en tren a la vera del Sil es espectacular. La vía serpentea, se suceden los viaductos y las pequeñas estaciones, Quiroga y San Clodio. José y Ricardo no saben a dónde van. Al cruzar el río Lor el convoy se adentra en el largo túnel que atraviesa la sierra de Augalevada. Aún hoy el tren va a poca velocidad en este tramo dificultoso, el último paso para acceder al valle de Lemos. Los falangistas obligan a los presos a bajarse en la estación de A Pobra do Brollón. Después los acribillan a tiros. José recibe tres impactos de bala. Ricardo, cuatro. La denuncia en el juzgado municipal de A Pobra do Brollón no deja lugar a dudas:
Que al lado de dichos cadáveres, aparecieron casquillos correspondientes a balas de fusil máuser y que al parecer fueron muertos por fuerzas de la Falange Española al intentar detenerlos, pero sin que sepa el dicente quienes fueron.
La antigua iglesia de Castroncelos (vuelo americano de 1956)
Los dos cadáveres aparecen en la carretera a Quiroga, frente a la casa de un tal Bernardino. En el paraje de A Cha de Castroncelos tiene lugar la inspección ocular por parte del juez y del médico. No deja de ser curioso que eso, al menos, ocurriese en los inicios del franquismo y sea algo imposible en la España de hoy. Ningún juez o jueza se persona en una fosa común de víctimas del franquismo. De ahí, los cadáveres son llevados en un carro de bueyes (el gran icono de la represión en Galicia) al atrio de la iglesia de Santiago de Castroncelos. Allí son enterrados los dos juntos, como se describe en el Procedimiento Militar, al lado noroeste de la iglesia en una fosa abierta, arrimada al muro de tal Iglesia por el referido (y a cuatro metros de distancia de la esquina) lado noroeste, cuya sepultura tendría de fondo metro y medio y dos de largo, juntos sin ataúd y con las cabezas hacia el repetido noroeste.
Dos detalles de la iglesia actual de Castroncelos, o cómo destrozar el patrimonio.
En junio de 2016 la familia de estas dos víctimas solicitó ayuda a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) con vistas a exhumar los restos de sus seres queridos. Esa primera intervención, cosas del destino, llevó a localizar otras dos víctimas, asesinadas en 1938. Según testimonios orales, los dos hermanos se encuentran debajo del altar de la iglesia. ¿Cómo es eso posible? Pues porque décadas después un cura párroco decidió tumbar la iglesia antigua y construir una nueva, en un estilo entre kitsch y gore, y por encima, mal orientada, de norte a sur y no de este a oeste. Esta obra demencial cambió la fisonomía del lugar, restando validez a las indicaciones suministradas en el documento anterior. Ochenta y dos años después, la familia de los García Moral sigue buscando a sus seres queridos. Mañana la ARMH y parte de la sucursal gallega de nuestro equipo vamos a intentarlo de nuevo, ampliando la zona sondeada en 2016.
Área del atrio en la que trabajaremos a partir de mañana.
El Juzgado Militar de Monforte decretó en su día el sobreseimiento provisional de las actuaciones considerando que no habiéndose determinado la persona o personas que intervinieron en la ejecución de un delito. Ochenta y dos años después, aquí nadie sabe nada, aquí no se ha cometido un crimen, según parece. Sin cuerpo, no hay delito.
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