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diariopalentino.es - miércoles, 15 de julio de 2015
La prisión -es el español que más tiempo estuvo encarcelado por motivos políticos- también despertó en él una pasión que desde niño tenía dormida, la pintura
Ambrosio Ortega Alonso Brosio, uno de los mejores acuarelistas del país y uno de los artistas que mejor ha sabido plasmar en sus obras la esencia del trabajo minero, murió ayer. Nacido en Barruelo de Santullán en 1925, pasó casi 24 años en diferentes cárceles, convirtiéndose en el español que más tiempo ha pasado en prisión por motivos políticos. La pasión por la pintura, aprendida de forma autodidacta en la cárcel, le permitió sobrellevar la privación de libertad. Sus últimos años los vivió en una residencia para personas mayores de Bárcena de Campos.
Nació en el seno de una familia humilde, dedicada a las labores del campo, tarea a la que se dedica Brosio hasta que con 17 años comienza a trabajar en la mina, donde se forja su fuerte compromiso social. Estallada la Guerra Civil Española se afilia al Partido Comunista y con 22 años es detenido por motivos políticos. La ayuda prestada a su hermano, maqui huido al monte, le cuesta la cárcel. Comienza entonces una segunda vida de Brosio, que discurre por diferentes prisiones del país, especialmente en la Cárcel del Dueso en Santander. En la cárcel pasará los siguientes 23 años, protagonizando varios intentos de fuga, lo que le convierte en el preso político que más tiempo ha permanecido en prisión en España.
En este tiempo es condenado en dos ocasiones a muerte, sentencias que al final le son conmutadas. La cárcel también le sirve para conocer a importantes personalidades de la cultura y la política de la época, como Agustín Ibarrola, que dejan en Brosio nuevos ánimos para seguir luchando por sus ideales políticos y sociales.
Pero la prisión también despierta en él una pasión que desde niño tenía dormida, la pintura. De forma autodidacta, fabricándose sus propios pinceles con los cabellos de la barbería de la prisión, Ambrosio Ortega vuelca toda su creatividad en los lienzos que le acompañan en los interminables días que trascurren en la soledad fría de la celda. Duras escenas de mina y cárcel comienzan a brotar de sus pinceles, y sus acuarelas alcanzan una perfección y un estilo especial que se adelanta al plasmado en los cómics y películas de las décadas siguientes, iconos de la modernidad. En 1970 queda en libertad y dedica sus primeros esfuerzos fuera de prisión a la organización del Partido Comunista en la provincia de Palencia, sin olvidar su otra gran pasión, la pintura.
Numerosas exposiciones en España le abren la puerta de America y cuando su obra va a ser expuesta en Nueva York, la enfermedad se cruza en la vida de Brosio y trunca una carrera artística que se prometía imparable.
Cabe recordar que la exposición Brosio, el pintor de los mineros pudo visitarse en 2011 en Centro Cultural Provincial, adonde llegó en septiembre después de cosechar una notable éxito -tuvo que ser prorrogada- en el Museo de la Minería y la Siderurgia de Castilla y León, ubicado en Sabero (León).
Un laborioso trabajo de búsqueda y selección permitió que casi una veintena de propietarios de León, Palencia y Asturias cediera sus obras para poner de nuevo en valor la impresionante trayectoria vital y artística de este pintor olvidado.
La pasión por la pintura, aprendida de forma autodidacta en prisión, permitió a Brosio sobrevivir de forma digna a la privación de libertad. El campo castellano y la dureza del trabajo de sol a sol de los campesinos también ha impregnado buena parte del realismo social que caracteriza la pintura de Brosio.
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