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La Guardia mora de Franco proviene de los tabores (un tabor era equivalente a un batallón con pocas compañías) de regulares (soldados indígenas con mandos españoles) conformados por más de 75.000 marroquíes (algunos suben el número hasta los 120.000 o 150.000), muchos de las zonas montañosas del Rif, que lucharon en la Guerra de España encuadrados en el ejército fascista.
Lo importante a conocer sobre ellos es que fueron una fuerza de choque, es decir, carne de cañón, que cumplieron dos misiones fundamentales en el levantamiento fascista: morir y matar para que la burguesía española tomara el poder de la manera más absoluta derrocando las aspiraciones democráticas de las clases populares defensoras de la Segunda República y servir de cobertura a las matanzas, violaciones (sistemáticas, como elemento de castigo a las mujeres republicanas) y tropelías que el ejército fascista realizó por allí por donde pasaba (fue a los moros y no a legionarios y falangistas a quienes se les atribuyeron las peores atrocidades realizadas a civiles y soldados prisioneros republicanos: torturas, destripamientos, desmembramientos, decapitaciones y amputaciones de orejas, nariz o testículos; violaciones anales, roturas de huesos de pies y manos, etc.).
Finalizada la contienda Franco ordenó elegir a aquellos que se distinguieron por su valor militar y lealtad hacia él para su guardia personal en El Pardo (en los primeros años el principal acuartelamiento estaba ubicado en el Cuartel del Conde Duque en Madrid, en una zona muy céntrica), de manera tal que siempre se dijo que no se fiaba de nadie (en especial desde la unificación forzada de falangistas y requetés en 1937, fecha en la que ya en Burgos se instauró la Guardia mora) y por eso le guardaban moros. Hasta 1951 los tabores de regulares moros siguieron estando estacionados en distintos puntos de España como si fueran una fuerza policíaca de reserva y a cargo de algunos de los campos de concentración y cárceles más duros y en donde más gente mataron (exterminaron) los fascistas.
Franco visitó personalmente a los jefes de las cábilas (tribus) rifeñas y se preocupó de reclutar a los indígenas marroquíes antes del alzamiento prometiéndoles oro (podían saquear y llevarse lo que cada uno pudiera cargar sin entorpecer la marcha de la unidad correspondiente) y mujeres (tenían permiso para violar a cualquier mujer que no fuera del bando nacional), aunque curiosamente él mismo fijó las míseras pensiones (nunca revalorizadas) que desde 1961 cobraron hasta hoy, que se calcula queden alrededor de 1.000 ex-soldados vivos repartidos entre Marruecos y algunos en el barrio de Tetuán de Madrid, en Málaga, Almería y, sobre todo, en Ceuta y Melilla.
En 1955 se dictó la ley de destinos civiles para que militares que habían estado en el levantamiento fascista y con muchos años de servicio pudieran pasar a ser funcionarios en los distintos Ministerios y así aligerar la excesiva nómina de oficiales que tenía el ejército. Muchos de los mandos españoles de plena confianza de Franco que estaban en la Guardia mora y ya no podían ascender en su grado militar dejaron el ejército, lo que sumado a que en 1956 tanto España como Francia reconocieron la independencia de Marruecos (en los primeros años el nacionalismo marroquí fue mucho más beligerante en contra de España que contra Francia) y que entre 1957 y 1958 se desarrollara la nunca declarada guerra de Ifni (que produjo un número de bajas importante -jamás reconocido- entre soldados españoles de reemplazo y suboficiales y oficiales "chusqueros") en donde hubo levantamientos de tropas indígenas encuadradas en el ejército español (reprimidos con gran dureza y crueldad, pero que también provocaron muchas bajas entre soldados españoles), generaron una gran desconfianza hacia los integrantes marroquíes de la Guardia mora (llegaron a ser apedreados en Madrid en un acto de presentación de credenciales -se celebraban ante Franco en el Palacio Real- de un diplomático extranjero, pensándose siempre que habían sido militares y falangistas los instigadores).
Ya en 1960 la Guardia de Franco estaba conformada por soldados profesionales y voluntarios españoles de caballería (con claros antecedentes familiares franquistas que debían certificar curas, guardias civiles y falangistas de sus pueblos de origen) y los marroquíes o pasaron al retiro (jubilación) o a las unidades de procedencia en los Regulares (fueron muy pocas docenas los que continuaron en el ejército). En su día también se habló de que siempre había habido inadaptación de los soldados marroquíes ante la comida, el clima en Madrid y la poca paga, de que el gasto en uniformes de gala para los actos oficiales y de las caballerías utilizadas era muy alto, de demasiados episodios de delincuencia relacionados con la prostitución y el tráfico de hachís en Madrid y medicinas hacia Marruecos, y se dice que hubo una solicitud de subidas salariales y actualización de las futuras pensiones de jubilación que desencadenaron una cadena de protestas, algunas con componentes religiosos, que propiciaron arrestos y castigos que generaron aún más malestar entre la tropa mora, hasta la definitiva desaparición de los moros de la Guardia de Franco. También pesó como razón importante el hecho de que la seguridad del dictador no requería ya sólo de unidades con gran número de elementos, sino de personal especializado, con lo que se consideraba la Guardia mora como un anacronismo pintoresco y folclórico que podía llegar a ser peligroso por el descontento en su seno.
De la salvaje actuación de los marroquíes encuadrados en el ejército fascista en la Guerra de España se hizo eco Dolores Ibarruri, La Pasionaria: “morisma salvaje, borracha de sensualidad, que se vierte en horrendas violaciones de nuestras muchachas en los pueblos que han sido hollados por la pezuña fascista”.
Lo importante a conocer sobre ellos es que fueron una fuerza de choque, es decir, carne de cañón, que cumplieron dos misiones fundamentales en el levantamiento fascista: morir y matar para que la burguesía española tomara el poder de la manera más absoluta derrocando las aspiraciones democráticas de las clases populares defensoras de la Segunda República y servir de cobertura a las matanzas, violaciones (sistemáticas, como elemento de castigo a las mujeres republicanas) y tropelías que el ejército fascista realizó por allí por donde pasaba (fue a los moros y no a legionarios y falangistas a quienes se les atribuyeron las peores atrocidades realizadas a civiles y soldados prisioneros republicanos: torturas, destripamientos, desmembramientos, decapitaciones y amputaciones de orejas, nariz o testículos; violaciones anales, roturas de huesos de pies y manos, etc.).
Finalizada la contienda Franco ordenó elegir a aquellos que se distinguieron por su valor militar y lealtad hacia él para su guardia personal en El Pardo (en los primeros años el principal acuartelamiento estaba ubicado en el Cuartel del Conde Duque en Madrid, en una zona muy céntrica), de manera tal que siempre se dijo que no se fiaba de nadie (en especial desde la unificación forzada de falangistas y requetés en 1937, fecha en la que ya en Burgos se instauró la Guardia mora) y por eso le guardaban moros. Hasta 1951 los tabores de regulares moros siguieron estando estacionados en distintos puntos de España como si fueran una fuerza policíaca de reserva y a cargo de algunos de los campos de concentración y cárceles más duros y en donde más gente mataron (exterminaron) los fascistas.
Franco visitó personalmente a los jefes de las cábilas (tribus) rifeñas y se preocupó de reclutar a los indígenas marroquíes antes del alzamiento prometiéndoles oro (podían saquear y llevarse lo que cada uno pudiera cargar sin entorpecer la marcha de la unidad correspondiente) y mujeres (tenían permiso para violar a cualquier mujer que no fuera del bando nacional), aunque curiosamente él mismo fijó las míseras pensiones (nunca revalorizadas) que desde 1961 cobraron hasta hoy, que se calcula queden alrededor de 1.000 ex-soldados vivos repartidos entre Marruecos y algunos en el barrio de Tetuán de Madrid, en Málaga, Almería y, sobre todo, en Ceuta y Melilla.
En 1955 se dictó la ley de destinos civiles para que militares que habían estado en el levantamiento fascista y con muchos años de servicio pudieran pasar a ser funcionarios en los distintos Ministerios y así aligerar la excesiva nómina de oficiales que tenía el ejército. Muchos de los mandos españoles de plena confianza de Franco que estaban en la Guardia mora y ya no podían ascender en su grado militar dejaron el ejército, lo que sumado a que en 1956 tanto España como Francia reconocieron la independencia de Marruecos (en los primeros años el nacionalismo marroquí fue mucho más beligerante en contra de España que contra Francia) y que entre 1957 y 1958 se desarrollara la nunca declarada guerra de Ifni (que produjo un número de bajas importante -jamás reconocido- entre soldados españoles de reemplazo y suboficiales y oficiales "chusqueros") en donde hubo levantamientos de tropas indígenas encuadradas en el ejército español (reprimidos con gran dureza y crueldad, pero que también provocaron muchas bajas entre soldados españoles), generaron una gran desconfianza hacia los integrantes marroquíes de la Guardia mora (llegaron a ser apedreados en Madrid en un acto de presentación de credenciales -se celebraban ante Franco en el Palacio Real- de un diplomático extranjero, pensándose siempre que habían sido militares y falangistas los instigadores).
Ya en 1960 la Guardia de Franco estaba conformada por soldados profesionales y voluntarios españoles de caballería (con claros antecedentes familiares franquistas que debían certificar curas, guardias civiles y falangistas de sus pueblos de origen) y los marroquíes o pasaron al retiro (jubilación) o a las unidades de procedencia en los Regulares (fueron muy pocas docenas los que continuaron en el ejército). En su día también se habló de que siempre había habido inadaptación de los soldados marroquíes ante la comida, el clima en Madrid y la poca paga, de que el gasto en uniformes de gala para los actos oficiales y de las caballerías utilizadas era muy alto, de demasiados episodios de delincuencia relacionados con la prostitución y el tráfico de hachís en Madrid y medicinas hacia Marruecos, y se dice que hubo una solicitud de subidas salariales y actualización de las futuras pensiones de jubilación que desencadenaron una cadena de protestas, algunas con componentes religiosos, que propiciaron arrestos y castigos que generaron aún más malestar entre la tropa mora, hasta la definitiva desaparición de los moros de la Guardia de Franco. También pesó como razón importante el hecho de que la seguridad del dictador no requería ya sólo de unidades con gran número de elementos, sino de personal especializado, con lo que se consideraba la Guardia mora como un anacronismo pintoresco y folclórico que podía llegar a ser peligroso por el descontento en su seno.
De la salvaje actuación de los marroquíes encuadrados en el ejército fascista en la Guerra de España se hizo eco Dolores Ibarruri, La Pasionaria: “morisma salvaje, borracha de sensualidad, que se vierte en horrendas violaciones de nuestras muchachas en los pueblos que han sido hollados por la pezuña fascista”.
Última edición por pedrocasca el Jue Mar 21, 2013 4:42 pm, editado 8 veces
Se ha publicado un tema en el Foro desde el que se puede acceder a un artículo sobre la guerra de Ifni:
"La última guerra de Franco: Sidi Ifni" - artículo de Joan Pastrana publicado en la revista Historia y Vida - año 2011
http://www.forocomunista.com/t15063-la-ultima-guerra-de-franco-sidi-ifni-articulo-de-joan-pastrana-publicado-en-la-revista-historia-y-vida-ano-2011
"La última guerra de Franco: Sidi Ifni" - artículo de Joan Pastrana publicado en la revista Historia y Vida - año 2011
http://www.forocomunista.com/t15063-la-ultima-guerra-de-franco-sidi-ifni-articulo-de-joan-pastrana-publicado-en-la-revista-historia-y-vida-ano-2011
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