- Las conclusiones del último intento frustrado de localización del poeta apuntan a que hubo exhumaciones en la zona donde se le creía enterrado
- El investigador principal propone pedir al Ministerio del Interior los informes sobre Lorca realizados durante el franquismo
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- Ángel Munárriz | Sevilla
El poeta Federico García Lorca.
"Hemos llegado a un muro, y ese muro ya no lo podemos pasar". Estas palabras son del historiador Miguel Caballero, investigador principal del equipo que entre septiembre y octubre del pasado año intentó localizar los restos del poeta Federico García Lorca, la víctima más internacionalmente conocida de la barbarie franquista y la guerra civil española. Pero no son palabras de frustración. Caballero sostiene que la tercera búsqueda del poeta no ha sido en vano. "Creo que hemos dado con el sitio donde lo mataron y enterraron, y eso es mucho", afirma a infoLibre. El problema, explica, es que en la zona donde los investigadores creen que estaban enterrados Lorca y sus compañeros de infortunio –el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas– ha habido "desenterramientos". Esta hipótesis alimenta las teorías, ninguna de ellas contrastada hasta la fecha pero que gozan de amplia difusión popular, según las cuales Lorca fue exhumado por las autoridades franquistas en su empeño por borrar las huellas de un crimen que, por el talento y la fama de la víctima, dañaba la imagen del régimen ante el mundo.
Caballero cree que Lorca estuvo enterrado donde se ha buscado, pero que fue exhumado, sin que sea posible con los datos actuales determinar dónde fue llevado. "No sabemos qué fecha se sacó. Creemos que fue sacado en estado cadavérico, no esqueletal. Porque, de lo contrario, habría quedado algún resto óseo", añade el historiador. Estuviera o no allí el cuerpo de Lorca, y fuera exhumado o no tras la guerra, ahora mismo el empeño de búsqueda de sus restos se ha quedado sin pistas sólidas para continuar. Son ya tres intentos sin que aparezca. Tres jarros de agua fría para sus promotores. Nieves García Catalán, familiar de Dióscoro Galindo –supuestamente enterrado junto al poeta– e impulsora de este proceso de búsqueda, afirma que podría estar abierta a nuevos intentos en el futuro, aunque admite que ahora mismo "no hay nada que indique dónde se puede seguir". "Habrá que ver si en el futuro aparece nueva documentación", afirma García Catalán.
Ni la familia de Lorca ni la Junta de Andalucía defienden la búsqueda del poeta. "Mío tío es destacado, celebrado y recordado por su obra, vida y circunstancias de su muerte. El hecho de encontrar sus restos, una tibia, un hueso, no nos produce ningún consuelo", explicó a este medio Laura García Lorca, portavoz de la familia del poeta y presidenta de la fundación que lleva su nombre, tras conocerse que la tercera búsqueda tampoco había dado resultado. Y añadió: "El efecto es perverso porque ahora parece que no hay muertos. Buscan y no aparece, y parece que no pasó lo que pasó. Resulta terrible que parezca que la masacre no tuvo lugar". Laura García Lorca desprecia las teorías sobre el desenterramiento del poeta, más aún sobre la participación de la familia en el mismo.
En cuanto a la Junta de Andalucía, ahora mismo no tiene encima de la mesa ninguna solicitud de búsqueda de Lorca o de los enterrados junto a él. Tras tres intentos fallidos, en dos de los cuales participó el Gobierno andaluz, la posición oficial es que si llega una petición, se estudiará como cualquier otra, conforme a criterios técnicos. Pero la idea de otra búsqueda del poeta, con la atracción mediática que genera, produce nulo entusiasmo en la Administración, que además ve cómo todo lo que tiene que ver con el autor de La casa de Bernarda Alba eclipsa el resto de trabajos de exhumaciones que se realizan. "Lorca eran todos", se suele decir. Y, a efectos de repercusión, parece cierto.
El historiador Miguel Caballero apunta una vía por la que, según considera, se podría continuar buscando, pese a todos estos obstáculos. "Cuando haya una oportunidad política, hay que sacar a la luz los informes que Franco mandó elaborar en las décadas de los 50 y 60, y que deben estar en los archivos del Ministerio de Interior", afirma. En agosto ya se hizo público un informe del Ministerio del Interior de 1965, que ubicaba los restos del poeta "a unos dos kilómetros" del paraje de Fuente Grande, en Alfacar. Dicho informe es considerado erróneo por numerosos historiadores.
Tres intentos y ni un solo resto humano
El primer intento de localizar los restos de Lorca fue realizado por la Junta de Andalucía en 2009, a petición de familiares de asesinados junto al poeta, y se centró en el punto que había indicado un personaje local, apodado Manolillo el Comunista, al hispanista Ian Gibson. Aquella era la pista más fiable que existía, siguiendo las exhaustivas investigaciones de Gibson y, antes que él, de Agustín Penón.
Los dos siguientes intentos, en 2014 y el pasado año, han estado liderados por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, que han tratado de encontrar a Lorca en el conocido como Peñón del Colorao, a 400 metros de donde se realizó la primera tentativa. Ninguno de los intentos ha dado con los restos: ni de Lorca, ni de sus compañeros de infortunio, ni de nadie.
Testimonios de hombres del régimen
La búsqueda realizada el año pasado se basa en la reconstrucción de los hechos del periodista falangista Eduardo Molina Fajardo, publicada en 1983. El libro Las trece últimas horas en la vida de García Lorca, de Miguel Caballero, publicado en 2011, realiza una comprobación documental de los testimonios recogidos por Molina Fajardo, al tiempo que amplía la investigación. Caballero, impulsor de este proceso de búsqueda junto al arqueólogo Navarro y la nieta de Dióscoro Galindo, fundamenta la posible ubicación de la fosa en el testimonio del general José María Nestares, capitán responsable del frente de Víznar cuando fue asesinado Lorca, el de su hijo Fernando Nestares y de los falangistas Joaquín Espigares y Pedro Cuesta, entre otros.
La búsqueda se realizó sobre la hipótesis de que Lorca, Galindo, Galadí y Arcollas fueron ejecutados en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936 entre Víznar y Alfacar, concretamente en la cabecera del campo de instrucción que utilizaba la Primera Bandera de la Falange, para sus ejercicios militares. En esa zona, en una vaguada ahondada sobre sustratos arcillosos del conocido como Peñón Colorado, se abrieron a principios del siglo XX una serie de pozos para captación de agua que fueron abandonados. En uno de estos pozos, según la investigación de Caballero, estaría Lorca.
Cerámica, un neumático, latas, munición...
Y ahí es donde han picado los arqueólogos, si bien los pozos ya no existen porque la zona ha sufrido abundantes modificaciones. Por ejemplo, la ladera fue removida y sus materiales trasladados para generar la explanada sobre la que se asentaría el campo de fútbol de Alfacar, que finalmente no se construyó. Los resultados de este último intento se presentarán este miércoles en Madrid, con presencia del arqueólogo director, Javier Navarro; el investigador principal, Miguel Caballero; y especialistas en munición, derecho y cartografía, entre otras disciplinas.
La excavación se realizó sobre 1.347 metros cuadrados de superficie, de los que se extrajeron 4.620 metros cúbicos de tierra. ¿Qué se localizó? Fragmentos cerámicos, neumático de motocicleta, latas de refresco y restos de munición. Pero no aparecieron restos humanos. Tanto Javier Navarro como Miguel Caballero, que han realizado la búsqueda con fondos privados a través de la asociación Regreso con Honor y sin solicitar el apoyo de la Junta de Andalucía, lamentan que el Ayuntamiento de Alfacar diera a los investigadores 15 días para tapar la zona abierta, pese a que el equipo solicitó más tiempo para estudiar la zona de tierra removida.
Una antigua hipótesis
La hipótesis del desenterramiento de Lorca ha sido manejada por numerosos estudiosos. Gabriel Pozo, autor de Lorca, el último paseo, una de las investigaciones más prestigiosas sobre el posible paradero del poeta, no lo considera una idea descartable. Eso sí, Pozo cree que las tres búsquedas realizadas hasta la fecha han dejado el empeño de localizar al poeta "completamente quemado". "Yo mantengo que está en la zona donde han buscado, pero a unos 70 metros, que es donde marcaron los falangistas", afirma. Ahora bien, está convencido de que esa búsqueda no se realizará. Ve que el caso Lorca se ha convertido ya en "objeto de burla", y que "nadie se atreve ahora mismo" a iniciar un nuevo intento de localización.
Pesan en contra dos factores. El primero es la incertidumbre sobre el paradero, ya que según a quién se pregunte los restos pueden estar en el Peñón del Colorao, el Barranco de Víznar, El Caracolar, El Valle de los Caídos, un cementerio privado... El segundo factor en contra es la extendida idea, disuasoria para los investigadores, de que incluso aunque se picara en la zona donde fue enterrado Lorca, éste podría haber sido desenterrado por orden de las autoridades franquistas.
Caballero cree que Lorca estuvo enterrado donde se ha buscado, pero que fue exhumado, sin que sea posible con los datos actuales determinar dónde fue llevado. "No sabemos qué fecha se sacó. Creemos que fue sacado en estado cadavérico, no esqueletal. Porque, de lo contrario, habría quedado algún resto óseo", añade el historiador. Estuviera o no allí el cuerpo de Lorca, y fuera exhumado o no tras la guerra, ahora mismo el empeño de búsqueda de sus restos se ha quedado sin pistas sólidas para continuar. Son ya tres intentos sin que aparezca. Tres jarros de agua fría para sus promotores. Nieves García Catalán, familiar de Dióscoro Galindo –supuestamente enterrado junto al poeta– e impulsora de este proceso de búsqueda, afirma que podría estar abierta a nuevos intentos en el futuro, aunque admite que ahora mismo "no hay nada que indique dónde se puede seguir". "Habrá que ver si en el futuro aparece nueva documentación", afirma García Catalán.
Ni la familia de Lorca ni la Junta de Andalucía defienden la búsqueda del poeta. "Mío tío es destacado, celebrado y recordado por su obra, vida y circunstancias de su muerte. El hecho de encontrar sus restos, una tibia, un hueso, no nos produce ningún consuelo", explicó a este medio Laura García Lorca, portavoz de la familia del poeta y presidenta de la fundación que lleva su nombre, tras conocerse que la tercera búsqueda tampoco había dado resultado. Y añadió: "El efecto es perverso porque ahora parece que no hay muertos. Buscan y no aparece, y parece que no pasó lo que pasó. Resulta terrible que parezca que la masacre no tuvo lugar". Laura García Lorca desprecia las teorías sobre el desenterramiento del poeta, más aún sobre la participación de la familia en el mismo.
En cuanto a la Junta de Andalucía, ahora mismo no tiene encima de la mesa ninguna solicitud de búsqueda de Lorca o de los enterrados junto a él. Tras tres intentos fallidos, en dos de los cuales participó el Gobierno andaluz, la posición oficial es que si llega una petición, se estudiará como cualquier otra, conforme a criterios técnicos. Pero la idea de otra búsqueda del poeta, con la atracción mediática que genera, produce nulo entusiasmo en la Administración, que además ve cómo todo lo que tiene que ver con el autor de La casa de Bernarda Alba eclipsa el resto de trabajos de exhumaciones que se realizan. "Lorca eran todos", se suele decir. Y, a efectos de repercusión, parece cierto.
El historiador Miguel Caballero apunta una vía por la que, según considera, se podría continuar buscando, pese a todos estos obstáculos. "Cuando haya una oportunidad política, hay que sacar a la luz los informes que Franco mandó elaborar en las décadas de los 50 y 60, y que deben estar en los archivos del Ministerio de Interior", afirma. En agosto ya se hizo público un informe del Ministerio del Interior de 1965, que ubicaba los restos del poeta "a unos dos kilómetros" del paraje de Fuente Grande, en Alfacar. Dicho informe es considerado erróneo por numerosos historiadores.
Tres intentos y ni un solo resto humano
El primer intento de localizar los restos de Lorca fue realizado por la Junta de Andalucía en 2009, a petición de familiares de asesinados junto al poeta, y se centró en el punto que había indicado un personaje local, apodado Manolillo el Comunista, al hispanista Ian Gibson. Aquella era la pista más fiable que existía, siguiendo las exhaustivas investigaciones de Gibson y, antes que él, de Agustín Penón.
Los dos siguientes intentos, en 2014 y el pasado año, han estado liderados por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, que han tratado de encontrar a Lorca en el conocido como Peñón del Colorao, a 400 metros de donde se realizó la primera tentativa. Ninguno de los intentos ha dado con los restos: ni de Lorca, ni de sus compañeros de infortunio, ni de nadie.
Testimonios de hombres del régimen
La búsqueda realizada el año pasado se basa en la reconstrucción de los hechos del periodista falangista Eduardo Molina Fajardo, publicada en 1983. El libro Las trece últimas horas en la vida de García Lorca, de Miguel Caballero, publicado en 2011, realiza una comprobación documental de los testimonios recogidos por Molina Fajardo, al tiempo que amplía la investigación. Caballero, impulsor de este proceso de búsqueda junto al arqueólogo Navarro y la nieta de Dióscoro Galindo, fundamenta la posible ubicación de la fosa en el testimonio del general José María Nestares, capitán responsable del frente de Víznar cuando fue asesinado Lorca, el de su hijo Fernando Nestares y de los falangistas Joaquín Espigares y Pedro Cuesta, entre otros.
La búsqueda se realizó sobre la hipótesis de que Lorca, Galindo, Galadí y Arcollas fueron ejecutados en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936 entre Víznar y Alfacar, concretamente en la cabecera del campo de instrucción que utilizaba la Primera Bandera de la Falange, para sus ejercicios militares. En esa zona, en una vaguada ahondada sobre sustratos arcillosos del conocido como Peñón Colorado, se abrieron a principios del siglo XX una serie de pozos para captación de agua que fueron abandonados. En uno de estos pozos, según la investigación de Caballero, estaría Lorca.
Cerámica, un neumático, latas, munición...
Y ahí es donde han picado los arqueólogos, si bien los pozos ya no existen porque la zona ha sufrido abundantes modificaciones. Por ejemplo, la ladera fue removida y sus materiales trasladados para generar la explanada sobre la que se asentaría el campo de fútbol de Alfacar, que finalmente no se construyó. Los resultados de este último intento se presentarán este miércoles en Madrid, con presencia del arqueólogo director, Javier Navarro; el investigador principal, Miguel Caballero; y especialistas en munición, derecho y cartografía, entre otras disciplinas.
La excavación se realizó sobre 1.347 metros cuadrados de superficie, de los que se extrajeron 4.620 metros cúbicos de tierra. ¿Qué se localizó? Fragmentos cerámicos, neumático de motocicleta, latas de refresco y restos de munición. Pero no aparecieron restos humanos. Tanto Javier Navarro como Miguel Caballero, que han realizado la búsqueda con fondos privados a través de la asociación Regreso con Honor y sin solicitar el apoyo de la Junta de Andalucía, lamentan que el Ayuntamiento de Alfacar diera a los investigadores 15 días para tapar la zona abierta, pese a que el equipo solicitó más tiempo para estudiar la zona de tierra removida.
Una antigua hipótesis
La hipótesis del desenterramiento de Lorca ha sido manejada por numerosos estudiosos. Gabriel Pozo, autor de Lorca, el último paseo, una de las investigaciones más prestigiosas sobre el posible paradero del poeta, no lo considera una idea descartable. Eso sí, Pozo cree que las tres búsquedas realizadas hasta la fecha han dejado el empeño de localizar al poeta "completamente quemado". "Yo mantengo que está en la zona donde han buscado, pero a unos 70 metros, que es donde marcaron los falangistas", afirma. Ahora bien, está convencido de que esa búsqueda no se realizará. Ve que el caso Lorca se ha convertido ya en "objeto de burla", y que "nadie se atreve ahora mismo" a iniciar un nuevo intento de localización.
Pesan en contra dos factores. El primero es la incertidumbre sobre el paradero, ya que según a quién se pregunte los restos pueden estar en el Peñón del Colorao, el Barranco de Víznar, El Caracolar, El Valle de los Caídos, un cementerio privado... El segundo factor en contra es la extendida idea, disuasoria para los investigadores, de que incluso aunque se picara en la zona donde fue enterrado Lorca, éste podría haber sido desenterrado por orden de las autoridades franquistas.
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