dimecres, 26 d’abril del 2017

GUERNICA, 1937-2017

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GUERNICA, 1937-2017

Por  . 26 abril, 2017 en Reseñas , Siglos XIX y XX
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Con motivo de la publicación de Guernica, una nueva historia: las claves que no se han contado (Espasa Libros), Anatomía de la Historia entrevista a su autor, uno de nuestros más habituales colaboradores, el historiador Roberto Muñoz Bolaños.

– Anatomía de la Historia: ¿Qué causas políticas y militares provocaron el bombardeo de Guernica?

– Roberto Muñoz Bolaños:
El ataque a Guernica fue consecuencia de tres dinámicas paralelas. La primera, el fracaso de las negociaciones que, desde antes del estallido de la Guerra Civil española, habían sostenido la élite del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y los dirigentes políticos y militares de la sublevación del 17 de julio de 1936. La segunda, la disputa por el poder político en la zona sublevada entre los generales Francisco Franco Bahamonde y Emilio Mola Vidal, y sus derivaciones en el ámbito militar, concretamente en el diseño de la ofensiva sobre Vizcaya iniciada en la primavera de 1937. Y la tercera, el papel de la Legión Cóndor en España, no sólo como un instrumento militar  que primaba la experimentación de nuevas tácticas vinculadas con las doctrinas de la Guerra Total y del Poder Aéreo, sino también como un arma política encargada de proyectar los intereses políticos y económicos de Alemania en nuestro país.

– Anatomía de la Historia: El Partido Nacionalista Vasco estaba al frente del Gobierno autónomo cuando se produjo el bombardeo de Guernica, ¿influyó su actitud durante el conflicto para que tuviese lugar este ataque?

roberto-bolanos-1– RMB:
El PNV actuó de forma ambivalente no sólo en la Guerra Civil, sino también durante la II República. La razón hay que buscarla en las dos almas que convivían en el partido: la que primaba el orden social, por un lado, y la que priorizaba la consecución de la autonomía, por otro. Estas dos almas, representadas por el Euzkadi Buru Batzar (EBB) y por José Antonio Aguirre respectivamente en el periodo comprendido entre marzo y julio de 1936, actuaron casi de forma independiente en este periodo, y así mientras Telésforo Monzón, presidente del Gipuzko Buru Batzar (GBB), negociaba con los conspiradores cívico-militar su participación en la futura sublevación; el futuro lehendakari intentaba conseguir de las Cortes republicanas el soñado estatuto de autonomía. Una vez comenzado el conflicto, el partido se dividió por razones geográficas. Allí donde triunfó la sublevación –Álava y Navarra–, los jeltzales apoyaron o no se opusieron a los mandos militares rebeldes. Y si bien, algunos miembros del partido fueron fusilados, como el alcalde de Estella, Fortunato de Aguirre; otros como los navarros Manuel Aranzadi y Miguel Javier Urmeneta o el alavés Tomás Preciado, se alistaron como voluntarios en unidades carlistas o financiaron a los sublevados. En las dos provincias donde la rebelión fue vencida –Guipúzcoa y Vizcaya–, el PNV decidió apoyar al Gobierno republicano por dos razones principalmente: la convicción de que la sublevación estaba derrotada y el temor a las masas izquierdistas. No obstante, una vez que la sublevación derivó en una contienda civil, las dos almas del partido volvieron a manifestarse.
El sector más conservador, encabezado por Francisco Horn AreilzaJulio JaureguiJosé Carmiña –agente de cambio y bolsa que financió a los sublevados– o José María Izaurieta, se mostró partidario de llegar a un acuerdo con los rebeldes, estableciendo diversas vías de contacto con ellos, especialmente a través del Vaticano, donde el canónico nacionalista Alberto Onaindía actuó con intermediario. Por el contrario, Aguirre, Irujo y Monzón, que cambió de posición tras la aprobación del Estatuto de Autonomía por las Cortes republicanas el 1 de octubre de 1936, eran partidarios de continuar la lucha al lado del Gobierno republicano. Por su parte, el EBB, que representaba el auténtico liderazgo del partido, apoyó inicialmente a los segundos.
No obstante, la situación deseada por todos los jeltzales era una intervención internacional, concretamente inglesa aunque también se aceptaba de Italia, que permitiese a los jeltzales abandonar el conflicto sin ningún tipo de represalias de los rebeldes ni del Gobierno republicano, y que permitiese a Vizcaya conservar algún tipo de autonomía. Esta situación también era apoyada por el papa Pío XI, quien sólo se comprometió a aconsejar a los dirigentes jeltzales la rendición, a cambio de algún tipo de autonomía para las provincias vascas.
Esta falta de acuerdo provocó que finalmente los sublevados pusieran en marcha la campaña de Vizcaya el 31 de marzo donde se sitúa el bombardeo de la villa. No obstante, esto no significa que de este ataque, como del anterior a Durango el 31 de marzo, pueda responsabilizarse a los jettzales por no negociar con los sublevados.

Pues, la responsabilidad única del bombardeo corresponde a quien lo realizó: la Legión Cóndor, como ejecutora, y el mando sublevado, encabezado por el general Franco, como responsable de las acciones de todas las unidades a sus órdenes.

Pero tampoco puede aceptarse que este bombardeo fuera una venganza contra el nacionalismo vasco. Pues, por un lado, tanto Durango como Guernica eran villas ideológicamente muy conservadoras donde el voto carlista era mayoritario en la primera y similar al del PNV en la segunda, lo que significaba que buena parte de su población simpatizaba con los sublevados. Y por otro, fue una acción militar explicable en el contexto de la situación del frente de Vizcaya el 26 de abril de 1937, por un lado, y en el concepto de guerra total y en la doctrina del poder aéreo que defendían Sperrle y Von Richthofen, por otro.
Tras la caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937, y considerando la guerra perdida, el EBB intentó llegar a un pacto con los sublevados a través de los italianos, siendo Juan de Ajuriaguerra, presidente del Bizcai Buru Batzar (BBB), el dirigente que firmó el pacto de Santoña con el general Mario Roatta en Algorta (Vizcaya), en agosto de 1937. Con esta rúbrica, terminó la participación de los jetzales en la Guerra Civil.


– AH: ¿Qué papel jugaron en el bombardeo de Guernica las fuertes tensiones existentes entre Mola y Franco?

– RMB:
La campaña de Vizcaya, además de una operación militar, fue también el escenario de una lucha política en dos niveles. Por un lado, la librada por Alemania contra Gran Bretaña, pues la primera quería sustituir a la segunda como potencia económicamente más influyente en España. De ahí que, desde diciembre de 1936, los mandos de la Legión Cóndor –siguiendo las órdenes de Berlín– habían mostrado un gran interés por Vizcaya y sus minas de hierro. Es más, entendían que si, con sus acciones aéreas, lograban la derrota del enemigo, eso reforzaría su posición a los ojos de Franco; lo que supondría importantes ventajas económicas para su país.
El segundo enfrentamiento era el que se libraba entre Franco y Mola por el control de la zona sublevada, y donde Bilbao, la tercera ciudad de España y dotada de un potente sector financiero e industrial, podría jugar un papel clave. Por eso, el generalísimo de los Ejércitos sublevados no deseaba que su rival desfilase por la Gran Vía de Bilbao en loor de multitudes y como gran triunfador, pues le hubiera dotado de un prestigio enorme, que unido a la fuerza que le daba su liderazgo en el “partido militar” –Cabanellas, Queipo de Llano, Saliquet, Varela, etc.–, le permitiría plantear a Franco un reparto del poder en la zona sublevada: el militar para éste y el político para él.
Esta situación provocó, de acuerdo con la hipótesis que manejamos, que Franco planteara una campaña con una notable carencia de tropas terrestres –las que estaban directamente a las órdenes de Mola como general-jefe del Ejército del Norte–, a la vez que permitía una gran libertad de acción a las unidades aéreas alemanas e italianas, que quedaron bajo el mando de Sperrle y Von Richthofen. El objetivo era que la campaña fuera ganada desde el aire mediante ataques no sólo contra las unidades militares, sino también contra las localidades y la población civil, para provocar la rendición de los jeltzales mediante una negociación paralela que evitase la entrada de Mola en Bilbao como conquistador. Así, no había dudado en escribir a Sperrle, en otro documento inédito hasta hoy, y fechado el 23 de diciembre de 1936:

Especialmente en el campo nacionalista vasco, desean terminar la lucha y no sería extraño que muy pronto pidieran parlamentar. A este respecto los bombardeos sobre Trubia y Reinosa, han ocasionado gran depresión.

Esto explicaría que, aunque este hecho nunca se produjera, el Director de la conspiración jamás entrase en Bilbao, pues murió en un accidente aéreo el 3 de junio de 1937. Sobre este hecho, el cardenal Gomá escribió a su colega Pacelli: “La muerte inesperada del general Mola –sobre la que no me atrevo a hacer por escrito insinuación ninguna…”.


AH: ¿Existían sospechas de que Guernica podía ser bombardeada?

– RMB:
Existían sospechas de que Guernica podía ser bombardeada desde que el frente republicano había sido roto  entre el 20 y el 25 de abril de 1937. Tras esas operaciones rebeldes, la línea Guernica-Durango-Amboto se había convertido en el siguiente objetivo de la ofensiva de las tropas sublevadas. En estas circunstancias, y dada la relativa cercanía del frente, Guernica era, como también Arbácegui-Guerricaiz, posibles objetivos militares. Esta situación explicaría porque Francisco de Lazcano, que fue nombrado el día del bombardeo, delegado del Gobierno autónomo para Guernica, y que, en su viaje hasta la villa, había sufrido el martilleo de los aviones alemanes que atacaban Arbácegui-Guerricaiz, tomase cuatro importantes decisiones nada más llegar a la villa pasado el mediodía del 26 de abril de 1937, según su propio testimonio. La primera, suspender el mercado que se celebraba los lunes en Guernica-Lumo. La segunda, suspender el partido de pelota programado para la tarde. La tercera, ordenar que todos los vehículos a motor fueran situados en el paseo de los Tilos, bajo la protección de los árboles. Y el cuarto, situar piquetes de soldados en las carreteras, para evitar la entrada de población en la villa.


– AH: ¿Quién tomó la decisión final?

– RMB:
guernicarmbLa decisión fue tomada por los mandos de la Legión Cóndor, el general Hugo Sperrle y su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel Wolfram von Richthofen. Para comprender este hecho, hay que partir de cómo funciona una cadena de mando militar, y más concretamente cómo funcionaba el Ejército sublevado durante el conflicto civil porque si no se cometen importantes errores, como así ha ocurrido en determinadas obras sobre el bombardeo de villa vizcaína.
En esta cadena, Franco como Generalísimo de los Ejército marcaba la estrategia fundamental de la guerra y las directrices básicas de cada campaña, y así lo hizo en la de Vizcaya, que comenzó el 31 de marzo de 1937, y donde se sitúa el ataque a Guernica.
El segundo escalón estaba formado por los generales al mando de los diferentes ejércitos, en el caso de Vizcaya era Mola como general-jefe del Ejército del Norte. A este militar le correspondió trazar el plan general para la campaña, de acuerdo con las directrices marcadas por Franco. Plan que se envió al Cuartel General del Generalísimo en Salamanca para su estudio y aprobación.
Una vez que fue aprobado este plan, su desarrollo correspondió al tercer escalón, representado por el general de brigada de Infantería José Solchaga, cuyo jefe de Estado Mayor era el coronel de Artillería Juan Vigón. Solchaga, al mando de las brigadas navarras, que constituían la base del Ejército sublevado en la campaña de Vizcaya era el encargado de desarrollar el plan elaborado por Mola y aprobado por Fanco.
Dentro de esta cadena de mando, Sperrle y Richtofen actuaban de forma autónoma, comunicándose directamente con el tercer escalón. Así se había establecido en las directrices de la campaña. Todos los días a las 6:00 horas, Richthofen y Vigón hablarían telefónicamente para determinar los puntos a atacar por la aviación, en función del desarrollo de la campaña. Sin embargo, aunque esta relación funcionó e modo correcto, las fuerzas alemanas e italianas actuaban con completa autonomía, como reconoció el general Alfredo Kindelán Duany, jefe del Aire de los sublevados al propio Franco, en una carta hasta hoy inédita y de enorme importancia histórica, fechada el 12 de abril de 1936, en la que se puede leer:

Ocurre Excmo. Sr., que a veces por la autonomía excesivas de las aviaciones Italiana y Alemana se desaprovechan excelentes ocasiones de actuar desde el aire y en otras se deja en situaciones difíciles o incómodas a algunas tropas, por no obedecer los mandos aliados las indicaciones V.E. por mi transmitidas, juzgando la situación general con arreglo a su propio criterio, fundado en las informaciones fragmentarias o insuficientes que poseen, o deformado por prejuicios doctrinales.

Esta autonomía explicaría porque el 26 de abril, tras la conversación sostenida con Vigón, Richthofen y Sperrle decidieran copar a las tropas vascas situadas al sur de la zona de Marquina-Guernica-Guerricaiz. Para lograr este objetivo, era necesario un ataque aéreo que incluyese la carretera de Marquina-Guernica-Guerricaiz, y la propia villa donde la acción debería realizarse “con dureza, sobre carreteras y puentes (arrabales inclusive) al este de Guernica”, como reconoció el propio jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor en su diario. Por tanto, el ataque fue una decisión de los mandos alemanes, siendo una acción bélica más dentro del contexto de la campaña de Vizcaya. No obstante, eso no exime de culpa a Franco, ya que como Generalísimo de los Ejército, era el responsables último de todas las acciones realizadas por sus subordinados y sobre todo había autorizado que los mandos alemanes pudieran atacar núcleos de población civil, pensando que así debilitaban su moral y podían provocar su rendición.


– AH: ¿Por qué el bombardeo de Guernica tuvo tanta trascendencia a nivel internacional?

– RMB:
Porque coincidieron cinco factores que crearon una dinámica diferente a la de otros acontecimientos similares que tuvieron lugar durante el conflicto civil. El primero, la cercanía de la histórica villa a Bilbao, lo que permitió a cuatro corresponsales de guerra extranjeros acercarse inmediatamente a la villa y narrar el horror que se había desencadenado sobre la misma, lo que provocó un importante impacto internacional  en los momentos inmediatamente posteriores a los hechos.
El segundo, el deseo de los jeltzales de que se produjera una intervención internacional, que pusiera fin al conflicto en Vizcaya, y les asegurase algún tipo de autonomía.
El tercero, el deseo del Gobierno republicano, con la ayuda de la izquierda internacional, de utilizar el hecho de que el bombardeo había sido realizado por aviones y pilotos alemanes, para intentar aumentar el apoyo moral y material para el bando gubernamental.
El cuarto, la utilización de la propaganda sobre el bombardeo para tapar los sucesos de mayo en Barcelona, que constituyeron una auténtica intervención de la policía política y los servicios secretos soviéticos en las luchas políticas de bando republicano.
Y el quinto, el cambio percepción sobre el peligro alemán en Gran Bretaña que llevó a un sector transversal de la élite política británica, que se agrupaba en el Grupo Focus, a utilizar el bombardeo, con el apoyo de los artículos de Steer, para forzar al Gobierno de Londres a que solicitase una investigación internacional sobre lo ocurrido. Aunque no tuvieron éxito, los integrantes de este grupo resultarían claves años después en la derrota de Alemania en el segundo conflicto mundial.


– AH: ¿Cuántas personas fallecieron realmente en el bombardeo de Guernica?

– RMB:
De acuerdo con los trabajos de Gernikazarra, especialmente de Txato Etxaniz y de Vicente del Palacio, que han contabilizado 164 muertos, el total de víctimas mortales no debieron superar las 200.

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