Hacia una cartografía del andalucismo histórico: el asesinato de Blas Infante
Manuel Ruiz Romero.[1]
Introito
La historiografía sobre el andalucismo histórico ha revelado en las últimas décadas la necesidad de profundizar sobre contenidos que, en tiempos de la transición andaluza, pudieron parecer cuasi definitivos[2]. Igualmente, el desprecio a esta corriente transita en paralelo a la aparición de desconocidas fuentes arropadas por el empuje de jóvenes investigadores. Sin embargo, no es aventurado señalar que conocidos autores –entonces, pro-autonomistas– lo fueron más por la socialización de unos contenidos, que por el resultado una copiosa obra; dicho sea sin desmerecer los serios esfuerzos, resultados y la transcendencia que entonces tuvieron. Aquellos siete magníficos (Lacomba, Acosta, Lanzagorta, Iniesta, De los Santos, Ruiz Lagos y Aumente) actuaron como patriarcas y arqueólogos, a la vez, de un pasado que se resistía al olvido. Un pretérito no tan lejano y ajeno que actuó simbólicamente como incentivo en años de reforma política y marco estatuyente, abonando con sus narrativas el escenario de lo que denomino nuestro sexenio autonómico (1977-1982).
La localización de fuentes originales sobre esta corriente historiográfica ha ampliado percepciones, aportado nuevos matices y despejado dudas que, en definitiva, redundan en beneficio de una mayor comprensión de la singularidad de esta propuesta nacionalista meridional. Ese mapeo diacrónico y temático es una asignatura pendiente, pero nos detenemos ahora en el asesinato de Blas Infante, el máximo referente y teórico del andalucismo.
¿Dónde están los restos de Blas Infante?
Apresado por falangistas en su casa de Coria del Río (Sevilla) el 2 de agosto de 1936, Infante permanece así hasta la madrugada del 10 al 11 de ese mes, fecha en la cual tiene lugar una saca especial donde los rebeldes conmemoraron macabramente el fracaso del intento golpista antirrepublicano durante ese mismo día de 1932 por parte de Sanjurjo, el “pacificador” del bulo del complot de Tablada[3]. Ocho días más tarde de ser secuestrado, Infante es ejecutado de madrugada compartiendo patíbulo con un colectivo de personalidades, lo cual no deja de ser un tétrico tratamiento ante su labor en vida. Dos años más tarde, el 26 de enero de 1938, el registro civil de Coria certifica su defunción en “aplicación del Bando de Guerra”: fórmula sombría encubridora, como es sabido, de multitud de muertes arbitrarias tras el 18 de julio. Cuatro años más tarde, el 4 de mayo de 1940, el tribunal de responsabilidades políticas de Sevilla emite su sentencia sobre el caso Infante: como suele suceder, justificadora y exculpatoria de hechos ya consumados. Aquel tribunal fascista daba por supuesto que haber sido ya fusilado representaba una prueba acusatoria. Angustias García, su viuda, marchará un año después con sus cuatro hijos a Sevilla a casa de sus padres al fallecer su madre: Angustias Parias, hermana del primer gobernador local impuesto por el general Queipo. Su vivienda de Villa Alegría, en Coria, quedó cerrada. Su parcela, arrendada a quienes la guardaban. Nadie la habita hasta 1943.
Las investigaciones de Díaz Arriaza sobre la represión sevillana apuntan, por fechas, al probable emplazamiento de sus restos en la primera fosa del cementerio local: Pico Reja. Entre julio y agosto de 1936 fueron enterradas unas 858 personas, cuyos cuerpos yacen en la fosa con signos de violencia[4]. Los libros diarios de enterramientos en dicho camposanto, que certifican la identidad de los cadáveres y su sitio de enterramiento, documentan que, para el 11 de agosto, existen vacíos cinco registros junto a once sepulturas. En aquellos días la fosa acogía fetos, individuos sin identificar, así como los primeros “moros” y “legionarios” que participaron de la rebelión con Franco. Lo cual no quiere decir que todos los cuerpos presentes en esa fosa u otras se correspondan con represaliados.
Hasta ahora, se ha excavado dicho espacio memorialista detectando restos humanos con signos de represión. Actualmente se desarrolla un lento pero minucioso análisis científico en la Universidad de Granada para identificarlos con el ADN de descendientes vivos. En el caso de Infante, con colaboración de su nieto Estanislao Naranjo Infante. Sin embargo, hasta la rigurosa identidad, todo son hipótesis. Seamos prudentes. Con ello, no pretendemos ejemplificar ni magnificar el asesinato del andalucista. Todo lo contrario, es un modelo más de la vorágine de terror que impusieron civiles y militares golpistas.
Confiamos en la seriedad de la empresa –Aranzadi– que finalizó sus labores de localización, deseamos cautela científica en todo el proceso y ojalá que no falten empeño ni recursos para esta u otras fosas aún pendientes por gritar verdades. Abogamos por que la voluntad política para éste u otros casos, rebose de consensuada unanimidad. Y para cuando identifiquen los restos del andalucista, que hable la única hija viva de los cuatro hijos que tuvo. Es decir, que sea ella, junto a los nietos, quien decida sobre su último reposo.
Una sinfonía andalucista en tres movimientos
Hoy distintos autores más allá de la persona de Infante aumentan los contenidos de este rincón de la disciplina histórica. Aunque defiendo que al notario se le cita e interpreta demasiado mientras se le lee e investiga poco, lenta pero inexorablemente, se dilata su interesante escenario. Se amplía así el universo de las biografías de los hombres y mujeres que participaron de aquella sensibilidad aflorada a finales del XIX y primeras décadas del XX; se analizan los límites, condicionantes y alcances de la propuesta andalucista; se bucea y emergen a superficie documentos y frescas dinámicas grupales procedentes del elenco de sus publicaciones; podemos contextualizar más y mejor su repercusión en la prensa de la época; evaluamos su coincidencia o no con relatos y movimientos semejantes en otros territorios del Estado valorando originalidad y coincidencias entre doctrinas; se revisa su obra editada y hasta se recuperan manuscritos inéditos e, incluso, se abren puertas a diferentes interpretaciones que dilatan el Ideal Andaluz del hijo de Casares. Es el caso de las dimensiones animalista, soberanista, ecologista o, incluso, la relativa a su intimista espiritualidad; esta última, como eje ético motor de lo que era una existencia plena, comprometida y solidaria para el ideólogo[5]. Una trayectoria de vida que, sin embargo, todavía carece de reconocimiento como figura de Estado ante los anhelos políticos de un federalismo republicano y plurinacional.
Con ello, los intentos por minusvalorar, sacar de contexto o ridiculizar a quien el Parlamento de Andalucía nombró Padre de la Patria Andaluza en 1983, discurren en paralelo a la riqueza de matices aportada en los últimos años. La creciente recentralización que alimenta el fascismo y su discurso nacionalista español –dentro de la ortodoxia más integrista y reaccionaria– tiende a continuar la labor que el franquismo golpista quiso y no pudo lograr[6]. Así pues, si para el andalucismo de segunda generación descubrir el periodo infantiano fue decisivo para el rearme de sus razones históricas en favor de un autogobierno como nacionalidad histórica, ahora el escenario vuelve a resultar paradójico. Mientras aflora un todavía frágil andalucismo político de la tercera ola, este proceso de reflexión/acción, se enfrenta casi a la misma necesidad percibida a la muerte del dictador: redescubrir, socializar e integrar personaje y doctrina.
Descubrir y leer a Infante para que viva
En referencia a los pormenores del asesinato de Infante por los golpistas, cabe señalar que conocimos su final, en primer término y curiosamente, a partir de la prensa de la época y por la pluma de quienes lo habían conocido en vida: Rodolfo Gil Benumeya y José María Osuna en sus obras y artículos periodísticos[7]. Más tarde, Ortiz de Lanzagorta con su primera biografía e Iniesta, con dicha voz en la magna Enciclopedia andaluza, se convertirían a distinta escala, en las primeras referencias rigurosas sobre el personaje y su cadalso[8]. La propia familia del notario, el Ayuntamiento de Casares vinculado a su nacimiento, el incipiente andalucismo político de Alianza Socialista de Andalucía (ASA), los supervivientes de la Junta Liberalista, diferentes partidos de la izquierda regionalista, junto al grupo de investigadores citados (Lacomba, Acosta, etc.) pusieron más adelante en valor la figura y su movimiento, aunque, en principio, parecería adquirir importancia por su relación con los símbolos que se socializan en los primeros compases del proceso reformista y constituyente. Estos primeros esfuerzos estaban inmersos en un magma de reivindicación cultural disidente y de emergente sensibilidad social favorable a la autonomía.
Escapa a la intención de este texto hacernos eco de todos; pero, para entonces, una prensa comprometida, lo que parecía ser –en principio– un sistema de partidos de exclusiva obediencia andaluza, la propia dinamización estatuyente y sus trabas, la unanimidad que significó la aceptación popular de la herencia de dicho legado y –procede decirlo– hasta la necesidad de contar con una figura que igualase a otras de diferentes territorios… fueron dando forma a la recuperación de una memoria colectiva secuestrada y que nos igualaba en aquel momento histórico. El testimonio oral traído al presente por el liberalista Juan Álvarez Ossorio, escuchado por boca de algún testigo, equiparó las últimas palabras emitidas por el andalucista en su fusilamiento –“Viva Andalucía Libre” – con el “Per Catalunya!” pronunciado en el mismo trance por Companys.
Será el profesor Lacomba el primero en publicar una monografía específica sobre el patíbulo infantiano. Bajo la editorial de la Fundación que posee el nombre del ideólogo contextualiza los hechos, reuniendo pruebas y testimonios que insistían sobre aquel grito final[9]. En paralelo, se documentaban textos que señalaban a la fosa del Pico Reja en el cementerio de Sevilla por parte de Espinosa y Díaz Arriaza. Si el primero de estos investigadores esbozaba datos desde los libros de enterramientos de dicho camposanto[10], el segundo analizaba las ocho fosas existentes, la represión ejercida y la relación de represaliados, acentuando más todavía, por cronología, la presumible situación de los restos de Infante en la primera de las fosas del recinto municipal[11]. Entre unos y otros trabajos, Iniesta en su conocida trilogía sobre el ideólogo evidenciaría aún con más testimonios y bibliografía lo acaecido, insistiendo en las palabras publicadas por quien dijo ser testigo de aquella madrugada[12].
No obstante, por el tiempo transcurrido y el uso constante de dicho espacio para los fusilamientos golpistas, conviene ser cauteloso. A su vez, los últimos años han aparecido artículos que continúan profundizado sobre su asesinato. Lamentablemente, algunos de estos textos han surgido como respuesta a la grosería mostrada hacia la memoria histórica y el andalucista desde el partido de las tres letras: es el caso de la réplica que ofrecimos Hijano y quien suscribe[13]. Por otro lado, gracias a la pluma de un nieto de Infante –Alejandro Delmás– se ha continuado aportando documentos inéditos con interesantes pormenores sobre su detención, peticiones de clemencia y singulares episodios de la tragedia familiar que incluía, entre otros, intentos por incautar su vivienda[14].
Dicho esto, hasta que no aparezcan sus restos, García Lorca e Infante siguen tan desaparecidos de manera forzada como hermanados: ambos presentes siempre en la memoria colectiva de Andalucía. Leerlos, aprender de ellos, los mantiene vivos.
El grupo de música Califato ¾ rindió homenaje a Blas Infante en el lugar en el que fue asesinado (2023). Fotografía de Víctor Rodríguez (ABC). No he conseguido descargarla, el enlace es este: https://www.abc.es/espana/andalucia/homenaje-blas-infante-imagenes-20230810180918-gas.html?vca=compartirrrss&vso=abc&vmc=rrss&vli=fixed-whatsapp#GalleryIndex6
Notas
[1] Maestro, doctor en Historia Contemporánea y DEA en Ciencias Políticas y Sociología. Su contacto: manuelruizromerohistoria@gmail.com
[2] Véase un balance reciente en PÉREZ TRUJILLANO, R., “Continuidades y rupturas en la historia del andalucismo: entre filosofía jurídico-política, pensamiento económico y sociología de la represión”, en Moreno, I. (coord.), El andalucismo hoy. Dimensiones política, cultural, económica y feminista, Córdoba, Almuzara, 2024, pp. 147-180. También DELGADO CABEZA, M. (coord.), Andalucismo histórico. Cien años de la Asamblea de Ronda, Córdoba, Almuzara, 2021 y RUIZ ROMERO, M., Andalucismo histórico. Orígenes y evolución en tiempos de Blas Infante, Córdoba, Almuzara, 2023.
[3] RUIZ ROMERO, M., El bulo sobre el complot de Tablada. Sevilla (1931). República, Blas Infante, y Andalucía Libre, Córdoba, Almuzara, 2019.
[4] Los 37 informes mensuales con fotografías del proceso localizadas en https://www.sevilla.org/servicios/participacion-ciudadana/memoria-historica/fosas
[5] Entre otras obras, consúltense dos volúmenes colectivos publicados recientemente: HIJANO DEL RÍO, M. (coord.), El andalucismo hoy. Comunicaciones del XVII Congreso de Andalucismo Histórico, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2024. En línea: https://www.centrodeestudiosandaluces.es/publicaciones/descargar/1192/documento/2877/FI00324_Andalucismohoy.pdf. MORENO, I. (coord.), El andalucismo hoy. Dimensiones política, cultural, económica y feminista, Córdoba, Almuzara, 2024.
[6] Toda la bibliografía sobre el Andalucismo Histórico ha sido reunida por este autor en: https://fundacionblasinfante.org/bibliografia-sobre-el-andalucismo-historico-2022/
[7] De Gil Benumeya, “Marruecos Andaluz” (1943) y “Andalucismo africano” (1953), junto a otra de Osuna: “La novena provincia andaluza” (1973).
[8] ORTIZ DE LANZAGORTA, J. L., Blas Infante. Vida y muerte de un hombre andaluz, Sevilla, Fernández Narbona, 1979; (Reed), Sevilla, Fundación Blas Infante, 1999; INIESTA COULLAUT-VALERA, E., voz “Infante Pérez, Blas”, en Gran Enciclopedia de Andalucía, Sevilla, Promociones Culturales Andaluzas, tomo V, 1979, p. 2.045.
[9] LACOMBA, J. A., La represión en Andalucía durante la guerra civil. El asesinato de Blas Infante, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1987.
[10] ESPINOSA, F., “sublevación y represión” en Braojos, A.; Álvarez, L. y Espinosa, F.; Sevilla 36; |Sublevación fascista y represión, Sevilla, Muñoz Moya y Montraveta, 1990, pp. 171-269.
[11] DÍAZ, J., “El último destino de Blas Infante”, en MEDINA, M. y SANMARTÍN, R., Blas Infante inexplorado, Jaén, CEHA-Universidad, 2011, pp. 65-74; más tarde profundizados en: Ni localizados ni olvidados. Las fosas del cementerio San Fernando de Sevilla (1936-1958), Sevilla, Aconcagua, 2016.
[12] INIESTA COULLAUT-VALERA, E., Blas Infante. Toda su verdad, vol. III, Almuzara, 2007, pp. 303-335. Concretamente, la entrevista –citada en pp. 316 a 319– a Manuel Hernández “el Cabrero”, que había sido publicada en Diario 16 Andalucía, 9-XII-1990.
[13] HIJANO del RÍO, M. y RUIZ ROMERO, M., “La verdad histórica del `fallecimiento por fusilamiento´ de Blas Infante”, Suplemento dominical Crónica. El Mundo, 18-VIII-2019.
[14] https://confidencialandaluz.com/blas-infante-se-rebelo-contra-el-mando-legitimo-segun-una-sentencia-de-1940/
Fuente: Conversación sobre la historia
Ilustraciones: Conversación sobre la historia y Manuel Ruiz Romero
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