Durante la
Guerra Civil, en plena defensa republicana de Madrid, el Metro desempeñó una doble dimensión, elevada en la fecha sobre su consideración como medio de transporte. Por un lado, consecuencia de los bombardeos y la consiguiente desolación de la ciudad,
sirvió como refugio para cientos de madrileños; por el otro, reconfigurado entonces en términos logísticos y belicistas,
pasó a ser una fábrica de municiones y un almacén de explosivosal servicio del Ejército Republicano. El suburbano, como parte de la ciudad, acabó dinamitado y arrasado.
Bajo el suelo de la capital, asfaltado en la superficie de escombros, se ubicaba el improvisado centro de operaciones «rojo»; asentado al paso de la calle Torrijos, hoy denominada Conde de Peñalver. En el túnel comprendido entre las estaciones de Lista y Diego de León, en torno a 300 trabajadores, especialmente mujeres, se afanaban a diario en rellenar obuses y proyectiles y perfilar el armamento. El acopio del arsenal, desarrollado desde enero de 1937, tuvo un efecto nefasto.
Un suceso «secreto»
La
Compañía Metropolitana de Madrid, gestora del entramado, ya había
alertado de la peligrosidad de utilizar el andén para tal caso, pero su aviso fue inerte. Incluso se ignoró cuando una pequeña explosión inundó de humo los túneles, restableciéndose enseguida el servicio. Así, el
10 de enero de 1938, apenas un año después de hacerse efectivo el almacén,
una gigantesca detonación arrasó el Metro desde la parada de Lista, cuya onda expansiva alcanzó hasta tres paradas anexas. Nunca llegó a confirmarse totalmente el origen, pero
los indicios apuntan a un incendio; intencionado o no, no se sabe.
Los daños en la superficie, que afectaron a la estructura de los edificios contiguos, no fueron, siquiera, una mínima parte de los sufridos en el Metro. Varios trenes fueron alcanzados ydecenas de personas murieron atrapadas bajo tierra. La edición de ABC Sevilla del 15 de enero cifraba en 700 a los fallecidos, según una información recogida de L'Epoque. El registro de La Almudena -según ciertos escritos-, sin embargo, fue de 63 muertos.
El breve
apunte de ABC sobre el suceso fue una excepción, pues ningún medio se hizo apenas eco.
El gobierno, en ese sentido,
se esmeró en que la noticia no trascendiera, sin aportar reseña ni detalle alguno. Según un informe del bando nacional, existía la seguridad de que
todo Madrid estaba conectado en el subterráneo, y depósitos similares estaban listos para ser explosionados en el momento que sus tropas entraran en la capital.
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