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viernes, 3 de julio de 2015
Al calor de la lucha griega por la dignidad y la recuperación de la soberanía de los pueblos del sur frente al dominio de las potencias centroeuropeas deudoras de reparaciones de guerra multibillonarias nunca pagadas a Grecia y a España, escribía yo ayer en la entrada OXI: Los mismos asesinos, los mismos invasores, los mismos amos. Grecia y España, la Memoria de dos pueblos libres al servicio de la Justicia contra el ocupante naziacerca de las masacres de población civil y las destrucciones sin cuento que los aliados nazis y fascistas de los sublevados provocaron en las ciudades de la retaguardia republicana, convertidas por designio expreso de Franco en primera línea de frente y teatro de guerra en el que había que sembrar el terror y la muerte. En la memoria de sus pobladores permanecerán para siempre como un recuerdo indeleble los horribles bombardeos, que eran constantes y diarios en las calles y casas de Madrid y Barcelona. Los resultados de tanta reiteración criminal en las dos mayores ciudades españolas fueron decenas de miles de ancianos, mujeres y niños muertos, que llenaron sus depósitos, morgues y fosas comunes.
Pero también comentaba ayer sobre los devastadores efectos sobre la población que tuvieron los ataques en Tarragona, Valencia, Alicante, Málaga, Bilbao, Gijón, Avilés, Almería, Jaén... y en Lérida, en Lleida. Siguiendo órdenes del sanguinario Franco, en muchas ocasiones sufrió la ciudad los ataques del enemigo nazi y fascista, pero de la memoria colectiva de los leridanos nunca desaparecerá el horrendo recuerdo de los bárbaros bombardeos de los que fueron victimas el 2 de noviembre de 1937 y el 27 de marzo de 1938. En el primero, 9 bombarderos italianos Savoia transformaron en pocos segundos la pacífica ciudad "en un infierno y sus calles en un campo sembrado de cadáveres". Bombas en la calle Mayor, en el Banco de España, en el Mercado de San Luis, bombas por toda la ciudad... y bombas en el Liceo Escolar. Allí, los explosivos fascistas italianos demolieron el edificio con cientos de niños en su interior. 60 de ellos murieron entre los escombros. Y también bombas en el Puente Viejo sobre el río Segre. Certera fue una que cayó sobre un autobús abarrotado de viajeros que lo cruzaba en ese mismo instante. Ninguno de ellos sobrevivió. Miles de heridos y más de 250 muertos llenaron los hospitales y el depósito de la ciudad.
Tan aterrador fue este bombardeo italiano de noviembre del 37 como horripilante fue el emprendido por los nazis el 27 de marzo de 1938 siguiendo órdenes del Estado Mayor de Franco. 30 Heinkel de los asesinos de la Legión Cóndor aplastaron y laminaron Lérida durante dos horas, masacrando a su población civil.
Pero es aquí donde hago hilazón entre esta barbarie fascista y nazi ordenada por Franco contra la Lérida republicana, con mi reiterada argumentación de que los sublevados y la dictadura militar que se dedujo de sus criminales actos modificaron para siempre la historia, reescribieron aquel presente y alteraron irremisiblemente el futuro y las memorias documentales colectivas. Cuando los franquistas entraron en la ciudad tras su cruentísima toma en abril de 1938 (900 muertos entre sus filas y unos 4.000 entre los leales), hicieron desaparecer del Registro Civil los libros de defunción en los que se anotaban las filiaciones y características antropológicas de los asesinados durante los bombardeos y también quemaron todos los ejemplares que pudieron encontrar del diario local HP en los que figuraban listas nominativas con la identificación de las víctimas. Pero ese afan liquidador de la Hstoria no fue óbice para que al cabo de los años el oficial mayor del Registro recordara que había inscrito la identificación de unos 300 muertos por el bombardeo del 37 y para que los jesuitas locales escribieran en su "Memoria de la Casa de Lérida" lo siguiente sobre el bombardeo del 38: "Pero toda resistencia quedó rota ya el mismo día 27, domingo de tristes recuerdos para Lérida. Después de comer, unos 30 aparatos de bombardeo, con entero dominio del aire y sin ser hostilizados, se dedicaron a machacar la ciudad por espacio de dos horas. Los efectos fueron terribles; se habla de 400 bajas; sólo en las cercanías de nuestra casa, a la vista se pueden contar ocho edificios destruidos, en algunos de los cuales murieron familias enteras. (...) Quedan todavía muchos sin desenterrar porque es un suicidio acercarse a los edificios destruidos con vigas colgantes que se sostienen como de milagro".
70 años después, pululan en Lérida y en todo el Estado español los que ignoran aquella barbarie e incluso los negacionistas que apasionadamente refutan la realidad y deniegan la fiabilidad y verosimilitud de estas historias de agonía y martirio. Contra ellos, sólo podemos oponer nuestra constancia en difundir y compartir la Verdad, nuestra voluntad de hacer Justicia y nuestro exigencia de que haya Reparación, para así evitar que los asesinos y sus herederos ideológicos sigan rentabilizando sus criminales actos de muerte.
Fotos: víctimas de los bombardeos de Lérida del 3 de noviembre de 1937. Imágenes obra de Agustín Centelles. Fuente: museoreinasofia.es. Textos: elaboración propia, si bien bastantes datos cuantitativos y las frases entrecomilladas proceden de "España en llamas. La guerra civil desde el aire", obra de Josep María Solé Sabaté y Joan Villarroya en "Temas de Hoy".
Pero también comentaba ayer sobre los devastadores efectos sobre la población que tuvieron los ataques en Tarragona, Valencia, Alicante, Málaga, Bilbao, Gijón, Avilés, Almería, Jaén... y en Lérida, en Lleida. Siguiendo órdenes del sanguinario Franco, en muchas ocasiones sufrió la ciudad los ataques del enemigo nazi y fascista, pero de la memoria colectiva de los leridanos nunca desaparecerá el horrendo recuerdo de los bárbaros bombardeos de los que fueron victimas el 2 de noviembre de 1937 y el 27 de marzo de 1938. En el primero, 9 bombarderos italianos Savoia transformaron en pocos segundos la pacífica ciudad "en un infierno y sus calles en un campo sembrado de cadáveres". Bombas en la calle Mayor, en el Banco de España, en el Mercado de San Luis, bombas por toda la ciudad... y bombas en el Liceo Escolar. Allí, los explosivos fascistas italianos demolieron el edificio con cientos de niños en su interior. 60 de ellos murieron entre los escombros. Y también bombas en el Puente Viejo sobre el río Segre. Certera fue una que cayó sobre un autobús abarrotado de viajeros que lo cruzaba en ese mismo instante. Ninguno de ellos sobrevivió. Miles de heridos y más de 250 muertos llenaron los hospitales y el depósito de la ciudad.
Tan aterrador fue este bombardeo italiano de noviembre del 37 como horripilante fue el emprendido por los nazis el 27 de marzo de 1938 siguiendo órdenes del Estado Mayor de Franco. 30 Heinkel de los asesinos de la Legión Cóndor aplastaron y laminaron Lérida durante dos horas, masacrando a su población civil.
Pero es aquí donde hago hilazón entre esta barbarie fascista y nazi ordenada por Franco contra la Lérida republicana, con mi reiterada argumentación de que los sublevados y la dictadura militar que se dedujo de sus criminales actos modificaron para siempre la historia, reescribieron aquel presente y alteraron irremisiblemente el futuro y las memorias documentales colectivas. Cuando los franquistas entraron en la ciudad tras su cruentísima toma en abril de 1938 (900 muertos entre sus filas y unos 4.000 entre los leales), hicieron desaparecer del Registro Civil los libros de defunción en los que se anotaban las filiaciones y características antropológicas de los asesinados durante los bombardeos y también quemaron todos los ejemplares que pudieron encontrar del diario local HP en los que figuraban listas nominativas con la identificación de las víctimas. Pero ese afan liquidador de la Hstoria no fue óbice para que al cabo de los años el oficial mayor del Registro recordara que había inscrito la identificación de unos 300 muertos por el bombardeo del 37 y para que los jesuitas locales escribieran en su "Memoria de la Casa de Lérida" lo siguiente sobre el bombardeo del 38: "Pero toda resistencia quedó rota ya el mismo día 27, domingo de tristes recuerdos para Lérida. Después de comer, unos 30 aparatos de bombardeo, con entero dominio del aire y sin ser hostilizados, se dedicaron a machacar la ciudad por espacio de dos horas. Los efectos fueron terribles; se habla de 400 bajas; sólo en las cercanías de nuestra casa, a la vista se pueden contar ocho edificios destruidos, en algunos de los cuales murieron familias enteras. (...) Quedan todavía muchos sin desenterrar porque es un suicidio acercarse a los edificios destruidos con vigas colgantes que se sostienen como de milagro".
70 años después, pululan en Lérida y en todo el Estado español los que ignoran aquella barbarie e incluso los negacionistas que apasionadamente refutan la realidad y deniegan la fiabilidad y verosimilitud de estas historias de agonía y martirio. Contra ellos, sólo podemos oponer nuestra constancia en difundir y compartir la Verdad, nuestra voluntad de hacer Justicia y nuestro exigencia de que haya Reparación, para así evitar que los asesinos y sus herederos ideológicos sigan rentabilizando sus criminales actos de muerte.
Fotos: víctimas de los bombardeos de Lérida del 3 de noviembre de 1937. Imágenes obra de Agustín Centelles. Fuente: museoreinasofia.es. Textos: elaboración propia, si bien bastantes datos cuantitativos y las frases entrecomilladas proceden de "España en llamas. La guerra civil desde el aire", obra de Josep María Solé Sabaté y Joan Villarroya en "Temas de Hoy".
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