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"En España no hay un solo día oficial que sirva para honrar la memoria de las víctimas de la represión franquista", se quejan las organizaciones en defensa de la memoria histórica
La respuesta de las instituciones, lamentan, es siempre la misma: es mejor no remover el pasado que ya se selló durante el periodo de la transición
Las efemérides que evocan a las víctimas de dictaduras o regímenes sangrientos se suceden a lo largo del año en distintas partes del mundo. Jornadas reservadas para la conmemoración que, en ocasiones, se celebran de forma simultánea en territorios separados por miles de kilómetros, incluso sin que hayan tenido una responsabilidad directa en los acontecimientos. Fechas, en definitiva, con un enorme valor simbólico que sirven de antídoto para prevenir que no volvamos a caer en el mismo error.
Precisamente, el 27 de enero, al mismo tiempo que Auschwitz acogía un emotivo y multitudinario homenaje a las víctimas del Holocausto, el rey Felipe VI presidía un acto similar en el Senado, acompañado de varios ministros. Sin embargo, mientras en Polonia se organizó con el beneplácito de todos, en España arreciaron las críticas. A las puertas de la Cámara, varias organizaciones en defensa de la memoria histórica protestaron contra el olvido al que, aseguran, les somete la administración española.
Las reivindicaciones de las víctimas no han variado ni una coma 40 años después de la muerte de Franco. Aunque la democracia española ha ido madurando con el paso del tiempo, este colectivo continúa sintiéndose invisible ante la clase política. Frente a países como Francia, Alemania, Argentina o Chile, que han aprobado oficialmente un día para honrar específicamente a los represaliados, España no contempla nada parecido.
Son, por tanto, las propias organizaciones, como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica o la Comisión por la Verdad del Franquismo, las que se encargan de diseñar por su cuenta los aniversarios. Eso sí, sin apenas presencia institucional.
"Hay una élite en los distintos gobiernos de la democracia que desciende del franquismo y que han disfrutado de sus privilegios, son hijos del régimen", explica Emilio Silva, portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Con cierta resignación reconoce que por el momento no intuye entre la clase gobernante una voluntad real de fijar una fecha que para reconocer a las víctimas de la represión de la dictadura española.
Aunque, a día de hoy, habría que tomar algunas antes algunas medidas más urgentes. "No hay un censo en el que se contabilice el número de asesinados en el franquismo", cuenta Silva. Los historiadores hablan de 150.000 personas, aunque la cifra no es definitiva pues todavía quedan cientos de fosas sin exhumar.
Tradición en otras partes del mundo
En el resto del mundo las efemérides conmemorativas se contemplan como un paso lógico tras la consolidación de un sistema político basado en las libertades. Por ejemplo, el 27 de enero corresponde a la memoria de los más de seis millones de asesinados en el Holocausto, y el 24 de marzo, Argentina rinde homenaje a los desaparecidos durante su dictadura.
Y en España ¿qué día sería el más conveniente para honrar el recuerdo de aquellos que pagaron con la muerte su oposición al gobierno franquista? La respuesta dista mucho de ser unánime. Algunos barajan, el 1 de abril –final de la Guerra Civil–, otros el 18 de julio –jornada del levantamiento militar– y otros plantean el 14 de abril –proclamación de la Segunda República–.
"A algunos el 18 de julio les ha provocado rechazo, sin embargo, es interesante para recordar que ese mismo día los militares se sublevaron de forma violenta contra el poder establecido en aquella época", comenta Silva. Pese a todo, antes de hablar de una fecha, desde la Comisión por la Verdad del Franquismo insisten en la necesidad de que se reconozcan los derechos de las víctimas. Luego, el homenaje anual llegará irremediablemente. "No se puede olvidar", exige Jordi Gordon, portavoz de la asociación.
Una hipotética jornada de recuerdo cuya puesta en marcha podría mirarse en el espejo de las que organizan nuestros vecinos europeos. Una agenda cargada de charlas y exposiciones que inviten a reflexionar sobre la memoria histórica, minutos de silencio en todo el país, pero, y esto sería probablemente, el acto central: reunir a todas las instancias oficiales del Estado junto con las víctimas para repudiar un momento de la historia de España, que, como valoran las organizaciones, "todavía tiene las heridas abiertas".
El debate sobre la idoneidad de incorporar una fecha no es nuevo. El portavoz de Izquierda Unida en la pasada legislatura, Gaspar Llamazares, registró una moción en el Congreso en la que reclamó que el 14 de abril se declarara como 'Día de la Memoria Histórica'. Fiesta estatal, para, según declaró el diputado por aquel entonces, recuperar la "brillantez" de un periodo histórico que "representa el antecedente inmediato de la Constitución de 1978".
Manifestaciones, actos de repulsa, entrega de firmas o presión "amable" a los diputados se cuelan en el historial de las intensas actividades programadas a lo largo de los años por las organizaciones. Tanto insistir, reconocen, dio como resultado la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Zapatero. "Ahora está guardada en un cajón sin fondos", recelan.
La puerta cerrada a cualquier iniciativa, dicen, se la encuentran en el Partido Popular. "Siempre están con el discurso de que la reparación tiene que ser para todos. Aunque sería mejor no remover el pasado", recuerda Silva. ¿Las víctimas son todas, o aquellas que lucharon por que hubiera libertades", se preguntan de forma retórica. Lo más cerca que se estuvo de un reconocimiento oficial fue en abril de 2006 se proclamó como año en recuerdo de las víctimas.
México y Argentina recuerdan a los exiliados republicanos
Llama la atención que los únicos países que han organizado homenajes con presencial institucional hayan sido aquellos que no tuvieron implicación en la Guerra Civil como Argentina o México, lugares de destino de acogida para muchos exiliados. "Es demencial, ningún demócrata puede entender que esto esté sucediendo en un país europeo", apostilla Jordi Gordon.
El pasado verano, la ONU dio 90 días a España para decidir qué hará con las víctimas del franquismo. En un demoledor informe se recordó que España está obligada por el derecho internacional a asumir sus responsabilidades y elaborar una política de Estado que posibilite que los familiares de desaparecidos sepan el destino de sus allegados.
Esa es la conclusión a trazo grueso. Al entrar al detalle, el organismo trasnacional propone, entre otras cosas, retirar los restos del dictador del Valle de los Caídos y convertirlo en un museo de la memoria histórica.
Y es que, como lamentan las víctimas, España no cuenta con ningún centro financiado con fondos público que permita interpretar y digerir la etapa franquista. Pero es que tampoco hay un monumento que rinda homenaje a aquellos que pagaron con sus vidas su oposición al totalitarismo. "Es inconcebible que en España haya un lugar donde pueden ir los franquistas, pero las víctimas no tengan nada", repiten con amargura constantemente las organizaciones en defensa de la memoria histórica.
En un año cargado de citas electorales, con candidatos que representan un relevo generacional en el tablero de la política española, las asociaciones de víctimas recobran la esperanza en que llegue un tiempo nuevo. Alemania vuelve a saltar como paradigma de buen hacer. "Como ocurrió allí, el choque generacional conllevará un cambio, por lo que en algún momento se hará un reconocimiento a las víctimas. La casta, que es la oligarquía instalada en el poder tras la victoria militar del 39, se va a ir derrumbando", vaticina Emilio Silva.
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