La factura de la luz del consistorio madrileño va a verse incrementada notablemente este mes de mayo. ¿El calor ha llevado a un desmesurado uso del aire acondicionado? No. Las que echan humo son las trituradoras de papel. Según ha manifestado públicamente el secretario de la sección sindical de CCOO del Ayuntamiento de la capital, Pedro Delgado, tras los resultados electorales del último domingo, estos días se está procediendo a una inusual destrucción de documentos. Curiosamente es en las áreas de personal y contratación donde la actividad esta siendo más febril.
Cualquiera podría mal pensar que lo que se está llevando a cabo es un ejercicio para garantizar la impunidad de prácticas pasadas carentes de decencia política, cuando no de legalidad. Y seguramente acertará, dada una doble tradición en la derecha española. Por un lado las corruptelas. Se trata de una tradición sobradamente acreditada con las diversas tramas puestas al descubierto en la Comunidad de Madrid. Tramas nucleadas en torno a dirigentes del PP madrileño, alguno de ellos ya en prisión. La segunda tradición no es otra que el uso de los archivos públicos para garantizarse la impunidad. Eso es lo que parece que esté ocurriendo a día de hoy en el Ayuntamiento de Madrid con las trituradoras funcionando a toda máquina y anteponiendo todos los presuntamente que se desee.
Y en esta misma tradición se halla la política archivística del Reino de España que impide a las víctimas del franquismo y a la ciudadanía en general el acceso a los archivos de la represión franquista, para conocer la verdad y garantizar así la justicia y la reparación de las victimas y sus familiares.
Conviene decirlo, pues en unos días se celebrará el Día Internacional de los Archivos, auspiciado por la UNESCO. Y es que a los archivos no se les otorga la relevancia que tienen hasta que algunos se la dan.
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