http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199379
La guerra civil española supuso un aldabonazo para los artistas de Hollywood. Muchos participaron en mítines, financiaron ambulancias para la zona republicana y rechazaron las políticas de no-intervención del presidente Roosevelt. “La derrota de la España democrática dejó una herida abierta en los corazones liberales de Hollywood”, afirmó el realizador Fred Zinnemann, quien dirigió en 1964 una película sobre el último maqui español, Quico Sabaté (“Behold a pale Horse”). Desde el año 1940 más de 50 películas de Hollywood contenían referencias a la guerra civil española. El documental de Oriol Porta, “Holliwood contra Franco”, pone de manifiesto la imagen que de la guerra de 1936 difundió la factoría estadounidense: la que se correspondía con los intereses de la política norteamericana en cada coyuntura.
La película de 91 minutos, producida por Àrea de Televisió en colaboración con la Televisió de Catalunya, tiene como hilo conductor la biografía de Alvah Bessie (1905-1985), miembro de la Brigada Lincoln y voluntario en 1938 en la guerra contra el fascismo en España. Las palabras de este novelista, guionista y crítico de literatura (que descubrió el marxismo en los ratos libres para escribir) acompañan en “off” a fragmentos de películas de la época (“Arise, mi amor”, “Casablanca”, “Las nieves del Kilimanjaro”…), intercalados con el testimonio de la actriz Susan Sarandon, el historiador del Cine Román Gubern, Dan Bessie (hijo del protagonista); Arthur Laurents (autor de clásicos como “West Side Store”, miembro del Partido Comunista y señalado en las listas negras de Hollywood) o Walter Bernstein, autor y guionista que también sufrió la “caza de brujas”. El protagonista, Avah Bessie, militó durante 20 años en el Partido Comunista de los Estados Unidos y estuvo entre “los diez de Hollywood” que se negaron a testificar ante el Comité de Actividades Anti-americanas por sus afinidades políticas.
El conflicto de 1936 fue la primera guerra “moderna” cubierta por los medios de comunicación de masas. El cine permitía difundir por todo el mundo, y de manera casi inmediata, lo que sucedía en el estado español. El documental de Oriol Porta da cuenta de cómo en 1933 se funda el Sindicato de Actores de Cine en Estados Unidos, entre otras razones para enfrentarse a las situaciones de explotación laboral a las que les sometían los estudios. Román Gubern recuerda que los directores, actores y guionistas eran fundamentalmente partidarios de la República, mientas que la cúpula de Hollywood, muy conservadora, defendía posiciones cercanas al franquismo. Mientras Roosevelt se oponía a la venta de armas al gobierno legal, artistas e intelectuales pagaban material sanitario y participaban en protestas.
El documental “Tierra Española”, producido en 1937 por el director holandés Joris Ivens y con narración de Ernst Hemingway, tiene como objetivo desmentir las mentiras de la propaganda franquista. En el audiovisual pueden advertirse dos de las visiones –comunista y anarquista- integradas en el Frente Popular. Pese a que la primera proyección tuvo lugar en la Casa Blanca, ante Roosevelt y su esposa, éste no se echó atrás en su posición respecto a la II República. En 1938 William Dieterle realizó “Bloqueo”, película que pese a tener muchos problemas con la censura norteamericana, defendió la causa de la República. En Estados Unidos provocó una fuerte polémica: los grupos católicos y pro-fanquistas la boicotearon, pero el filme también sirvió para recaudar fondos y financiar ambulancias en la zona republicana. El argumento se centra en un campesino que rechaza abandonar la tierra para incorporarse a filas, e intenta convencer a una mujer de que su ideología representa la opresión.
Paramount se implicó en la producción de películas con un “mensaje” antifascista, por lo que la dictadura de Franco incluyó a la compañía en su “lista negra”. Por ejemplo en “Arise, mi amor” (1940), de Mitchell Leisen y con guión de Billy Wilder, se trata de de advertir a las clases populares –en tono didáctico- de los peligros del fascismo. En esta película una periodista norteamericana defiende la República española al tiempo que el ejército nazi invade Polonia; de hecho ofrece ayuda a un norteamericano, que está a punto de sufrir la ejecución, y que combatía por la democracia en España. Los nexos entre la guerra española y la conflagración mundial también se visualizan en “Watch on the Rhine”, filme básicamente antinazi de 1943, producido por Warner Bros Picture y con guión de Dashiell Hammett.
En 1943 Paramount produjo una de las películas más conocidas y de mayor impacto, “Por quién doblan las campanas”, dirigida por Sam Wood e interpretada por Gary Cooper e Ingrid Bergman. Pese a que la diplomacia española logró varios cambios de guión, la película no se estrenó en España hasta 1978. A los exbrigadistas no les gustó, pues consideraban que se había primado la ficción sentimental a la suerte de los voluntarios y de la República. Mientras algunos periódicos hablaron de tergiversación de la realidad, Paramount valoró que fuese una película sin connotaciones políticas y la dictadura franquista, que había frenado a la propaganda roja. Durante mucho tiempo el filme fue uno de los grandes canales por los que el público estadounidense conoció la guerra de 1936.
En los oscuros años 40, el departamento de Propaganda de la dictadura prohibía que se citara a artistas significadamente antifranquistas, como Chaplin, Paulette Goddard o Lewis Milestone. Los doblajes se aprovechaban para cambiar los diálogos, como ocurrió con Humphrey Bogart en Casablanca. El documental de Oriol Porta explica la pugna en estos términos: los guionistas de Hollywood trataban de subrayaban el compromiso republicano de los personajes (eran los “buenos” de la película), mientras la dictadura aplicaba la censura.
Después de la segunda guerra mundial, en plena guerra fría, el Macarthismo se encarnizó con directores, artistas y escritores. La “caza de brujas” también afectó a quienes habían mantenido alguna relación con la República española, una acción considerada “subversiva”, “antiamericana” e “inspirada por el comunismo”. Más que en las películas, las pesquisas se centraron en directores y actores, quien tenían que responder ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas a preguntas como estas: “¿Está afiliado usted al gremio de los guionistas?”; o “¿Está usted afiliado al partido comunista?”. En las “listas negras” figuraban personajes tan conocidos como Bertolt Brecht, Howard Fast, Frank Capra o Charles Chaplin. “Si estabas en las listas no había trabajo, salvo alguno temporal”, afirma Alvah Bessie en “Hollywood contra Franco”. “Era una época de delatores y vencidos, en los que unos perdían la dignidad, otros el trabajo y algunos la vida; los guionistas nos teníamos que organizar para sobrevivir”, agrega.
El consulado español se dirigió asimismo a la 20th Century Fox para que introdujera cambios en el guión de “Las nieves del Kilimanjaro”, estrenada en 1952 a partir de un texto de Hemingway, con Gregory Peck y Ava Gardner en el reparto. La empresa accedió. Según Román Gubern, “la imagen de la guerra civil resultó aséptica, algo turbia y despojada de valores épicos”. “Ojalá pudiéramos volver a Detroit”, exclama un miliciano mientras combate en la trinchera. No es casualidad que la película, vaciada de carga ideológica, coincidiera con los Acuerdos entre Eisenhower y Franco para la instalación de las bases militares norteamericanas en España.
La década de los 60 destaca por los cineastas independientes que se lanzan a producir películas ambientadas en España. En 1964, Fred Zinnemann realiza “Caraquemada”, un filme centrado en la biografía de Quico Sabaté, uno de los últimos maquis anarquistas. Asesinado en 1960 por la guardia civil, traspasaba los Pirineos para llevar a cabo la “acción directa” en territorio español. Anthony Quinn interpreta a un sádico agente del cuerpo armado. La película no gustó a la dictadura franquista, de hecho, Fraga Iribarne prohibió el rodaje en España. Columbia Pictures, sancionada por el régimen, tuvo que grabar la película en el sur de Francia.
En 1969 se estrenó “España otra vez”, dirigida por Jaime Camino. El realizador invitó a participar en la película a Alvah Bessie, quien 30 años después retornó a España. La película es un retrato de su experiencia vital. Se trata de un exbrigadista estadounidense que regresa a España (donde combatió en la Batalla del Ebro), en busca de un antiguo amor de guerra. Alvah Bessie se encuentra con un país vaciado de los ideales políticos por los que había peleado. El documental de Oriol Porta culmina en la explosión de creatividad de los años 70, vinculada con la oposición a la guerra de Vietnam. Hija de esos tiempos fue “Tal como éramos”, dirigida por Sydney Pollack en 1973, y protagonizada por Robert Redford y Barbara Streisand. En la película aparecen referencias a la guerra civil española, la segunda guerra mundial, el rol del Partido Comunista de Estados Unidos o la “caza de brujas”. De todo ello da cuenta, con esmero artesanal, este documental producido en 2008.
La película de 91 minutos, producida por Àrea de Televisió en colaboración con la Televisió de Catalunya, tiene como hilo conductor la biografía de Alvah Bessie (1905-1985), miembro de la Brigada Lincoln y voluntario en 1938 en la guerra contra el fascismo en España. Las palabras de este novelista, guionista y crítico de literatura (que descubrió el marxismo en los ratos libres para escribir) acompañan en “off” a fragmentos de películas de la época (“Arise, mi amor”, “Casablanca”, “Las nieves del Kilimanjaro”…), intercalados con el testimonio de la actriz Susan Sarandon, el historiador del Cine Román Gubern, Dan Bessie (hijo del protagonista); Arthur Laurents (autor de clásicos como “West Side Store”, miembro del Partido Comunista y señalado en las listas negras de Hollywood) o Walter Bernstein, autor y guionista que también sufrió la “caza de brujas”. El protagonista, Avah Bessie, militó durante 20 años en el Partido Comunista de los Estados Unidos y estuvo entre “los diez de Hollywood” que se negaron a testificar ante el Comité de Actividades Anti-americanas por sus afinidades políticas.
El conflicto de 1936 fue la primera guerra “moderna” cubierta por los medios de comunicación de masas. El cine permitía difundir por todo el mundo, y de manera casi inmediata, lo que sucedía en el estado español. El documental de Oriol Porta da cuenta de cómo en 1933 se funda el Sindicato de Actores de Cine en Estados Unidos, entre otras razones para enfrentarse a las situaciones de explotación laboral a las que les sometían los estudios. Román Gubern recuerda que los directores, actores y guionistas eran fundamentalmente partidarios de la República, mientas que la cúpula de Hollywood, muy conservadora, defendía posiciones cercanas al franquismo. Mientras Roosevelt se oponía a la venta de armas al gobierno legal, artistas e intelectuales pagaban material sanitario y participaban en protestas.
El documental “Tierra Española”, producido en 1937 por el director holandés Joris Ivens y con narración de Ernst Hemingway, tiene como objetivo desmentir las mentiras de la propaganda franquista. En el audiovisual pueden advertirse dos de las visiones –comunista y anarquista- integradas en el Frente Popular. Pese a que la primera proyección tuvo lugar en la Casa Blanca, ante Roosevelt y su esposa, éste no se echó atrás en su posición respecto a la II República. En 1938 William Dieterle realizó “Bloqueo”, película que pese a tener muchos problemas con la censura norteamericana, defendió la causa de la República. En Estados Unidos provocó una fuerte polémica: los grupos católicos y pro-fanquistas la boicotearon, pero el filme también sirvió para recaudar fondos y financiar ambulancias en la zona republicana. El argumento se centra en un campesino que rechaza abandonar la tierra para incorporarse a filas, e intenta convencer a una mujer de que su ideología representa la opresión.
Paramount se implicó en la producción de películas con un “mensaje” antifascista, por lo que la dictadura de Franco incluyó a la compañía en su “lista negra”. Por ejemplo en “Arise, mi amor” (1940), de Mitchell Leisen y con guión de Billy Wilder, se trata de de advertir a las clases populares –en tono didáctico- de los peligros del fascismo. En esta película una periodista norteamericana defiende la República española al tiempo que el ejército nazi invade Polonia; de hecho ofrece ayuda a un norteamericano, que está a punto de sufrir la ejecución, y que combatía por la democracia en España. Los nexos entre la guerra española y la conflagración mundial también se visualizan en “Watch on the Rhine”, filme básicamente antinazi de 1943, producido por Warner Bros Picture y con guión de Dashiell Hammett.
En 1943 Paramount produjo una de las películas más conocidas y de mayor impacto, “Por quién doblan las campanas”, dirigida por Sam Wood e interpretada por Gary Cooper e Ingrid Bergman. Pese a que la diplomacia española logró varios cambios de guión, la película no se estrenó en España hasta 1978. A los exbrigadistas no les gustó, pues consideraban que se había primado la ficción sentimental a la suerte de los voluntarios y de la República. Mientras algunos periódicos hablaron de tergiversación de la realidad, Paramount valoró que fuese una película sin connotaciones políticas y la dictadura franquista, que había frenado a la propaganda roja. Durante mucho tiempo el filme fue uno de los grandes canales por los que el público estadounidense conoció la guerra de 1936.
En los oscuros años 40, el departamento de Propaganda de la dictadura prohibía que se citara a artistas significadamente antifranquistas, como Chaplin, Paulette Goddard o Lewis Milestone. Los doblajes se aprovechaban para cambiar los diálogos, como ocurrió con Humphrey Bogart en Casablanca. El documental de Oriol Porta explica la pugna en estos términos: los guionistas de Hollywood trataban de subrayaban el compromiso republicano de los personajes (eran los “buenos” de la película), mientras la dictadura aplicaba la censura.
Después de la segunda guerra mundial, en plena guerra fría, el Macarthismo se encarnizó con directores, artistas y escritores. La “caza de brujas” también afectó a quienes habían mantenido alguna relación con la República española, una acción considerada “subversiva”, “antiamericana” e “inspirada por el comunismo”. Más que en las películas, las pesquisas se centraron en directores y actores, quien tenían que responder ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas a preguntas como estas: “¿Está afiliado usted al gremio de los guionistas?”; o “¿Está usted afiliado al partido comunista?”. En las “listas negras” figuraban personajes tan conocidos como Bertolt Brecht, Howard Fast, Frank Capra o Charles Chaplin. “Si estabas en las listas no había trabajo, salvo alguno temporal”, afirma Alvah Bessie en “Hollywood contra Franco”. “Era una época de delatores y vencidos, en los que unos perdían la dignidad, otros el trabajo y algunos la vida; los guionistas nos teníamos que organizar para sobrevivir”, agrega.
El consulado español se dirigió asimismo a la 20th Century Fox para que introdujera cambios en el guión de “Las nieves del Kilimanjaro”, estrenada en 1952 a partir de un texto de Hemingway, con Gregory Peck y Ava Gardner en el reparto. La empresa accedió. Según Román Gubern, “la imagen de la guerra civil resultó aséptica, algo turbia y despojada de valores épicos”. “Ojalá pudiéramos volver a Detroit”, exclama un miliciano mientras combate en la trinchera. No es casualidad que la película, vaciada de carga ideológica, coincidiera con los Acuerdos entre Eisenhower y Franco para la instalación de las bases militares norteamericanas en España.
La década de los 60 destaca por los cineastas independientes que se lanzan a producir películas ambientadas en España. En 1964, Fred Zinnemann realiza “Caraquemada”, un filme centrado en la biografía de Quico Sabaté, uno de los últimos maquis anarquistas. Asesinado en 1960 por la guardia civil, traspasaba los Pirineos para llevar a cabo la “acción directa” en territorio español. Anthony Quinn interpreta a un sádico agente del cuerpo armado. La película no gustó a la dictadura franquista, de hecho, Fraga Iribarne prohibió el rodaje en España. Columbia Pictures, sancionada por el régimen, tuvo que grabar la película en el sur de Francia.
En 1969 se estrenó “España otra vez”, dirigida por Jaime Camino. El realizador invitó a participar en la película a Alvah Bessie, quien 30 años después retornó a España. La película es un retrato de su experiencia vital. Se trata de un exbrigadista estadounidense que regresa a España (donde combatió en la Batalla del Ebro), en busca de un antiguo amor de guerra. Alvah Bessie se encuentra con un país vaciado de los ideales políticos por los que había peleado. El documental de Oriol Porta culmina en la explosión de creatividad de los años 70, vinculada con la oposición a la guerra de Vietnam. Hija de esos tiempos fue “Tal como éramos”, dirigida por Sydney Pollack en 1973, y protagonizada por Robert Redford y Barbara Streisand. En la película aparecen referencias a la guerra civil española, la segunda guerra mundial, el rol del Partido Comunista de Estados Unidos o la “caza de brujas”. De todo ello da cuenta, con esmero artesanal, este documental producido en 2008.
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